En la avenida Simón Bolívar, una de las más importantes de la ciudad – que comunica al sur con el norte -, se han registrado varios accidentes por las lluvias. Foto: Diego Pallero/EL COMERCIO
La lluvia provoca un retraso de al menos 20 minutos en los desplazamientos en vehículo particular en Quito, según Mauricio Aguinaga, experto en movilidad. Pero esto puede variar dependiendo de condiciones externas.
A las 07:45 de hoy miércoles 18 de marzo del 2015, en medio de la lluvia y una espesa neblina, los automotores transitaban a 10 km/h a la altura del intercambiador de Monteolivo, en sentido norte-sur, cuando a esa hora normalmente el tráfico fluye a un promedio de 50 km/h en el sector.
Entre ayer y hoy miércoles 18 de marzo del 2015, se han registrado ocho accidentes vehiculares por pérdidas de pista y choques entre vehículos, porque la calzada se encuentra húmeda.
Aguinaga y Jesús Gómez, técnico en tránsito, identifican cuatro factores que incrementan los problemas en la movilidad durante el invierno. Para los dos, la lluvia es una condicion adversa.
1. La reacción del conductor se vuelve más lenta.
Cuando un vehículo frena luego de viajar a 50 kilómetros por hora, recorre 3,5 metros antes de detenerse por completo, con un tiempo de reacción de 1,5 segundos. Al llover, el panorama se trastoca drásticamente: el tiempo de reacción se duplica y la distancia de frenado puede extenderse al menos 5 metros; si el labrado de las llantas no es el adecuado, el vehículo podría incluso arrastrarse hasta 70 metros, antes de detenerse. El conductor siente cuando el vehículo tiene dificultades para frenar y se ve obligado a manejar lento. Por ende, el tráfico vehicular se hace pesado. Las condiciones, además, varían si un auto avanza en vía recta, en curvas, en cuestas y con neblina.
2. La calzada mojada impacta en toda llanta.
La vía, al mojarse, reduce la adherencia de los neumáticos con el pavimento. Eso obliga a reducir la velocidad al menos en un 30%. No obstante, lo ideal es circular a no mas de 50 kilómetros en aquellas vías donde el límite es 90 km/ h, como la Simón Bolívar o la Occidental. Con el pavimento mojado la cantidad de siniestros aumenta en las calles. No necesariamente accidentes de gran magnitud, sino los roces, los pequeños impactos que detienen la circulación. Como hay embotellamientos, la velocidad es baja y los accidentes no suelen ser catastróficos pero si causan más congestión.
3. Pérdida de visibilidad.
La lluvia hace que la visibilidad del conductor disminuya al menos en un 25%. En lluvia torrencial puede afectar incluso el 70% de la visibilidad. Si a eso se suma la presencia de neblina, la complejidad para desplazarse se vuelve severa. En algunos casos hay conductores que detienen completamente el auto y esperan que las condiciones climáticas mejoren. Es indispensable encender las luces, en casos extremos incluso las de parquing. Bajo esas condiciones los embotellamientos se vuelven inevitables.
4. El tiempo de respuesta de las unidades de socorro.
Cuando un siniestro ocurre, bastan dos o tres minutos para que la congestión empiece. Si las policía o las ambulancias tardan 10, 15 o hasta 20 minutos en llegar, la congestión puede fácilmente alcanzar los cinco kilómetros dependiendo de la cantidad de autos que circulan por allí.