El Senado brasileño destituyó este 31 de agosto del 2016, a Dilma Rousseff con 61 votos a favor y 20 en contra. Foto: EFE
Dilma Rousseff abandona de forma definitiva la Presidencia de Brasil este miércoles 31 de agosto del 2016. Con su salida, culminan 13 años y meses de permanencia del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) en el poder.
Pero, ¿cómo queda el ‘gigante sudamericano’ al cabo de la prolongada gestión del PT? En un escenario inquietante. Brasil atraviesa la peor recesión en décadas y está golpeado, además, por una alta inflación, el desempleo y un enorme déficit de USD 45 000 millones. Adicionalmente, el Fondo Monetario Internacional prevé en su último informe una contracción del 3,3% del Producto Interno Bruto brasileño para este año.
El escenario se vuelve más opaco para el país gobernado interinamente por Michel Temer, si se pone sobre el tapete un índice inquietante: ocupa el lugar 76 del Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional entre un total de 168 naciones.
En medio de ese coctel de crisis económica, inflación y corrupción endémica, Brasil es un caos, según analistas pero aun así, con sus problemas, atrae a la inversión extranjera.
Precisamente, Mark Weisbrot, codirector del Centro para la Investigación Económica y Política, con sede en Washington, resumió para la agencia AFP que “es un caos”. Y añadió. “Hay un Gobierno de legitimidad dudosa, que redobla la apuesta por políticas económicas que han fracasado completamente”.
Pero pese a los pronósticos y a la inestabilidad, lo cierto es que los fondos de inversión internacionales, fabricantes de automóviles y mineras ven en la mayor economía de América Latina un mercado de 200 millones de consumidores y un fácil acceso a las materias primas.
“A pesar de sus problemas, es un país que es demasiado grande para ignorar”, ha señalado Joao Augusto Neves de Castro, director encargado para las Américas de la consultora Eurasia Group.
“El costo de hacer negocios es muy alto, pero una vez que apuestas por el largo plazo, se gana mucho dinero”, aseguró.
China ha sido el principal inversor en Brasil este año, con unos USD 4 000 millones invertidos en activos, conforme anota la agencia de noticias financieras Bloomberg.
La Inversión Extranjera Directa (IED) alcanzó USD
64 700 millones el 2015, según la conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo. Y para el 2016, el Banco Central de Brasil revisó al alza su pronóstico de IED, en USD 70 000 millones.
Además, las cuentas públicas brasileñas acumularon en los siete primeros meses del año un déficit fiscal primario de 36 592 millones de reales (unos 11 088,5 millones de dólares), el mayor para el período en la historia del país, informó este miércoles 31 de agosto el Banco Central.
En los siete primeros meses del 2015, el Estado brasileño había acumulado un superávit primario de 6 204 millones de reales (unos 1 878,8 millones de dólares), que ya era entonces, pese a ser un saldo positivo, el peor resultado en las cuentas públicas brasileñas para el período.
El desenlace del juicio a Rousseff, que comenzó el jueves pasado, estaba prácticamente cantado: fue destituida, poniendo fin a cuatro gobiernos seguidos del PT. Temer, que completará el mandato hasta el 2018, deseaba viajar a la reunión del G-20 en China -probablemente para mostrar las ventajas de invertir en su país- sin el título de interino, según han señalado analistas y medios locales.
Rousseff tiene una aprobación del 13%, desde que fuera suspendida; y Temer posee una intención de voto muy baja, de entre 1 y 2%. Pero eso no preocupa a los mercados. “A ellos les importan las ganancias a corto plazo”, anotó Weisbrot.
Pese a su bajísimo respaldo y a los reparos que afronta, el nuevo Gobierno conservador de Temer ha recibido el crédito de los mercados. Él asumió prometiendo poner orden en las cuentas, con planes de recorte del gasto público, sobre todo en las jubilaciones.
“América Latina precisa que Brasil vuelva al crecimiento”, sintetizó Ramón Aracena, economista jefe del Institute of International Finance, una asociación internacional bancaria y de inversión. “Hay una gran interconexión en la región. Si le va bien (a Brasil), levantará al resto de las economías”. Y los mercados, al parecer, avizoran una salida con Temer.
En todo caso, el tiempo del PT de Lula da Silva y de Rousseff ya se agotó.