El sepelio del bombero Jonathan Dionicio se llevó a cabo en el cementario Colinas de Paz, ubicado entre Guangopolo y La Armenia. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO.
“Tranquila tía, yo soy bombero“. La frase es recordada por Ángela Dionicio, tía del joven bombero Jonathan Dionicio, de 20 años, quien murió el lunes en el incendio de Mangahuanta, en la parroquia rural de Puembo, al oriente de Quito. Lo dijo después del funeral, la tarde de este miércoles 9 de septiembre de 2015.
Desde niño, Jonathan quería ser un ‘caballero del fuego’, como su padre. “Él venía corriendo y me decía: tía quiero ser bombero”. Ángela recuerda que el muchacho era humilde y sensible. Llevaba una gran alegría por cumplir su sueño. “Para mí era como un hijo. Compartimos muchas cosas”.
Tras graduarse del colegio, cuando Jonathan necesitaba algo iba a ver a su tía. Ella siempre le aconsejaba y le decía que se cuidara. A lo que el ahora subteniente respondía: ‘soy un bombero’. “Era su orgullo”.
Hace tiempo, dice, le dolían las piernas y ella le dijo que se saliera del Cuerpo de Bomberos Quito, donde terminó la formación como cadete. La opción: manejar una de las busetas de su familia. Sin embargo, no aceptó, porque su vocación era grande. “De aquí me sacan muerto. Ya estoy adentro y aquí me quedo”, decía, rememora la mujer, acongojada.
El afán de Jonathan por ayudar a los demás era tan grande que en alguna ocasión dijo que “en caso de que una casa se queme, podría salvar muchas vidas”. Así lo ratificó Orlando Dionicio, primo, también casaca roja.
“Para un bombero, morir con las botas puestas es lo mejor que puede entregar a la sociedad. Él debe estar muy tranquilo y contento”, concluyó.
En la familia de bomberos (cuatro miembros más) recuerdan a Jonathan como un joven tranquilo, alegre y solidario.
El incendio de Puembo continúa
Cerca de las 14:36 de este miércoles 9 de septiembre en el incendio de Puembo había olas de fuego y un humo espeso.
Según información del Cuerpo de Bomberos, al momento, 95 casacas roja se encuentran desplegados en el terreno para tratar de sofocar el siniestro, que se inició el domingo 6 de septiembre de 2015 y alertó a los moradores de El Ingenio y del sector Los Arrayanes. Las llamas, que a ratos son controladas, llevan más de 72 horas sin ser extinguidas, por las condiciones del terreno y los fuertes vientos.