Cartel donde se puede leer “Estado Islámico en Iraq y el Levante” (en árabe) en medio de la ciudad bombardeada de Al Raqa, el pasado 22 de octubre. Hasta la fecha Al Raqa había sido capital del autoproclamado califato del EI en 2014. Foto: EFE
Iraq decidió asestar un duro golpe a los tres años de presencia del grupo Estado Islámico (EI) en su territorio, lanzando el asalto a su último bastión, cerca de la frontera con Siria.
La ofensiva coincide con los movimientos efectuados, al otro lado de la frontera, por el ejército sirio y sus apoyos para rodear a los combatientes de la organización ultrarradical.
La batalla busca asfixiar a los yihadistas en su último reducto, en el valle medio del Éufrates, que abarca desde la provincia de Deir Ezzor, en el este de Siria, hasta Al Qaim, en el oeste de Iraq.
Se trata del “último gran combate contra el EI”, afirmaron recientemente los generales estadounidenses de la coalición internacional que apoya a las fuerzas iraquíes contra los yihadistas.
Las fuerzas iraquíes lanzaron el ataque en la localidad de Al Qaim, en la provincia desértica de Al Anbar, donde la frontera es porosa.
Al amanecer, el primer ministro, Haider Al Abadi, comandante en jefe del ejército, anunció en un comunicado “el lanzamiento de la batalla para liberar Al Qaim, Rawa y los pueblos y aldeas de los alrededores” de la región de Al Anbar.
Abadi realizó el anuncio en un comunicado desde Irán, gran aliado e importante potencia regional, que reafirmó su apoyo a las medidas tomadas por Iraq “para defender su soberanía”.
Bases militares recuperadas
En 2014, los yihadistas se apoderaron rápidamente de casi un tercio de Iraq pero, desde entonces, las tropas gubernamentales y paramilitares iraquíes los han expulsado de más del 90% del territorio que poseían.
El general iraquí Qasem Al Mohamedi, al mando de las operaciones, indicó a la AFP que las tropas posicionadas en torno a la ciudad de Al Qaim avanzaban “en cuatro frentes: por el este, el sur, el sureste de la ciudad y desde la provincia de Nínive, más al norte”.
El general agregó que en la ofensiva participan el ejército, las unidades antiterroristas (CTS) , la policía federal y las Fuerzas de Movilización Popular (Hashd al Shaabi) , unidades paramilitares dominadas por chiitas y creadas para apoyar al ejército, con el apoyo de Irán.
A primera hora de la tarde, las fuerzas gubernamentales habían arrebatado varias bases militares al EI, incluyendo una de la fuerza aérea, al sureste de Al Qaim, según el Mando de Conjunto de Operaciones (JOC).
La provincia de Al Anbar es sunita y varias unidades tribales sunitas del Hashd fueron movilizadas.
“La fuerza aérea iraquí y la aviación de la coalición internacional llevan a cabo bombardeos”, precisó el general Mahmud Al Fellahi, comandante de las operaciones en Al Anbar.
La coalición afirmó que se efectuaron una quincena de bombardeos contra objetivos yihadistas en la región de Al Qaim y de Bukamal, en la provincia siria de Deir Ezzor.
Según el Norwegian Refugee Council (NRC), más de 10 000 civiles huidos de la región de Al Qaim han llegado a los campos de desplazados, cerca de Ramadi desde principios de octubre.
Por su parte, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) señaló que alrededor de 65 000 personas han huido de Al Anbar en lo que va de año.
Contra los kurdos en el norte
Y mientras, una parte de las tropas iraquíes están movilizadas para retomar el control de zonas disputadas con la región autónoma del Kurdistán, en el norte del país.
El jueves, los combatientes kurdos y las fuerzas gubernamentales se enfrentaban con artillería pesada en la dirección del puesto fronterizo de Fishjabur, hacia Turquía, siguiendo el trazado de un importante oleoducto, según un corresponsal de la AFP sobre el terreno.
Los combatientes kurdos, los peshmergas, disparaban obuses y empleaban misiles antitanque, ante el avance de las tropas federales y paramilitares llegadas desde Zumar, una zona petrolera al noroeste de Mosul.
Según el Gobierno de la región autónoma, las tropas federales “avanzan con las unidades del Hashd hacia las posiciones de los peshmergas”, los combatientes kurdos.
El Gobierno central y la región del Kurdistán están inmersos en una crisis desde que hace un mes se celebrara un referéndum de independencia kurdo. El Kurdistán dio un paso atrás el miércoles para tratar de rebajar tensiones y afirmó estar dispuesto a “ congelar los resultados ” de su consulta, donde ganó el sí por una gran ventaja.
Pero Abadi replicó asegurando que “solo aceptará la anulación del referéndum y el respeto de la Constitución”.