En Esmeraldas, un hombre y dos menores viajan sobre una motocicleta sin usar casco ni el equipo de protección. Foto: Marcell Bonilla / EL COMERCIO
Los corazones están pintados de blanco. 26 figuras aparecen sobre el asfalto antes de llegar a Balao, en el Guayas. Es miércoles, 10:00. Tres mujeres vestidas de negro asoman en la carretera y prenden velas sobre cuatro corazones. Allí murieron sus familiares en diciembre, luego de un accidente.
Mientras recuerdan cómo fue el siniestro, los motociclistas van y vienen raudos y se cruzan entre los vehículos pesados. Pocos llevan cascos y la mayoría manipula los pedales únicamente con sandalias.
En el centro de la ciudad, las escenas se repiten. No respetan los pares y se cruzan las intersecciones sin seguridades.
Un motorizado que hizo una maniobra similar chocó a Jhonny Jaramillo, quien también manejaba una moto. Tiene 37 años y en julio de año pasado fue embestido. El golpe lo tumbó y como estaba sin casco, el golpe le causó hematomas. Perdió su oído derecho y tiene problemas de memoria.
Estuvo dos semanas inconsciente y le dieron el alta después de dos meses. En su casa aún tiene las radiografías de su pierna derecha fracturada.
Los bomberos dicen que al menos una vez al día hay choques. Cuando asisten a las emergencias, ven cómo los motociclistas fueron impactados contra postes o colisionaron contra los automóviles.
Entre las heridas más comunes que atienden están las fracturas y laceraciones en la piel.
Jhonny Jaramillo se impactó con otra moto. Él no llevaba casco, se fracturó la pierna y perdió el oído derecho. Foto: Mario Faustos / El Comercio
En otros cantones del Guayas como Naranjal, Milagro y Yaguachi sucede igual. La realidad es la misma en Santo Domingo, Esmeraldas y en Quito.
En esos sitios se han identificado cinco infracciones recurrentes de motorizados: no usar casco, exceso de pasajeros, exceder la velocidad, no usar chalecos reflectivos e invadir el carril sin precaución.
En octubre, Pedro y Jhonny Litardo fueron impactados por un bus. Ninguno llevaba protección en la cabeza. Pedro se fracturó el tabique, la cadera y la pierna izquierda. Cuatro meses después sigue en cama, con un inmovilizador metálico. No puede labrar el campo y su esposa consiguió trabajo en una tienda para atender a sus dos hijos pequeños y a él.
Él vive en el Naranjal. Los socorristas que allí trabajan han visto a personas con heridas graves en la cabeza. Saben que la mayoría de siniestros se produce los viernes, porque “salen a beber en los bares”.
Solo el año pasado, 532 motociclistas perdieron la vida en el país (24% del total de fallecidos por accidentes viales). En el 2017 fueron 534. La Agencia Nacional de Tránsito advierte que las motos y autos causan el 80% de los siniestros.
Milagro no es la excepción. La vía principal de este cantón del Guayas está abarrotada de motos. Van hasta cinco. En el medio están niños sin casos y cargados de sus mochilas.
Los conductores se meten entre los vehículos, que frenan a raya para evitar impactos.
La Comisión de Tránsito del Ecuador asegura que a diario hacen operativos. Pero la gente irrespeta la norma.
En Santo Domingo, los médicos que atienden a personas siniestradas en motos ven cómo se quedan con problemas de motricidad. A las áreas de emergencia llegan con fracturas y hematomas. Lo más recurrente son las lesiones en la cabeza porque no usan el casco. El Código Penal (art. 389) dice que esta contravención se sanciona con la reducción de seis puntos en la licencia y multa del 30% del salario.
En Quito, la Agencia Metropolitana de Tránsito sancionó a 1 018 conductores por no usar los chalecos. En el 2018, en la capital se registraron 1 358 siniestros de motocicletas. 1 252 personas quedaron con alguna lesión. La entidad dice que llevar el equipo de protección disminuye en un 85% el riesgo de lesiones permanentes.
Pero en Esmeraldas, por ejemplo, viajan hasta cuatro personas, que solo usan gorras. Se ve a mujeres con recién nacidos colgados del pecho, mientras ellas manejan. Niños de un año son movilizados sin ningún tipo de seguridad.