La familia Muñoz llegó a Ambato, en la Sierra centro, después del terremoto. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
Para que la estadía de las familias afectadas en los albergues, en Manabí y Esmeraldas, no se prolongue ya se plantean alternativas para ayudarlas a retomar su cotidianidad.
Vivienda y alimentación son las principales preocupaciones y necesidades por cubrir. Por ello, muchos de quienes perdieron su hogar optaron por movilizarse a otras ciudades para vivir. Para estos casos se pensó un primer plan de ayuda, en el Ministerio Coordinador de Desarrollo Social.
Gabriela Rosero, titular de esta Cartera de Estado, aseguró que el proyecto ya se implementó y está dirigido a las familias acogientes. Se trata de la entrega de cerca de USD 200 como incentivo a las mismas que acojan a los damnificados, para cubrir posibles gastos extras que implique su estadía.
“No necesariamente pueden ser familia, sino vecino o no tener vínculo”, dijo Rosero ayer en una entrevista en Ecuadoradio. Agregó que para ellos también se entregan kits de alimentos y otros artículos como frazadas o colchones “para que esta familia pueda ser acogida sin generar mayores gastos”.
Esto ya se cumplió, por ejemplo, en Ambato en Tungurahua, donde familias cercanas recibieron a otras tras el terremoto. A las ciudades de Ambato y Baños llegaron, hasta la semana anterior, 11 familias.
Ellos perdieron gran parte de sus bienes en Pedernales, Manta y otras ciudades afectadas. Por el momento habitan en sitios prestados por familiares y amigos.
Lourdes Zambrano arribó con su esposo Alfredo Muñoz y sus tres hijos. La familia está hospedada en una pequeña habitación que le prestó su hermano en el sector de Huachi Chico. Ahora busca un empleo para financiar el pago de un arriendo y la alimentación.
La Iglesia Cristiana Gran Campaña de Fe y el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) de Tungurahua ayudaron en la entrega de alimentos, frazadas y ropa.
Zambrano dice que su vivienda en Pedernales se fue al suelo y de milagro se salvaron su esposa y tres hijos. “Transportaba pasajeros en una tricimoto. Por eso buscamos un nuevo rumbo. Aún no planeamos quedarnos, todo dependerá de cómo nos vaya”.
Para que las familias no dependan de las donaciones alimenticias también se analiza la entrega de 20 000 tarjetas, en Manta y Portoviejo, para que los damnificados compren sus propias cosas en los supermercados. Para ello, contarán con el respaldo del Programa Mundial de Alimentos.
Un segundo plan de ayuda está dirigido a familias que perdieron casas, que no eran de su propiedad y en las que vivían como arrendatarios. A ellos, explicó Rosero, se les otorgaría un bono de arrendamiento de USD 200 aproximadamente.
La tercera alternativa es un bono destinado a la reparación o construcción de viviendas u otros inmuebles para personas como, Rafael Barreño quien perdió su Hotel Constantine, en el centro de Pedernales. Este monto de ayuda todavía no está definido. La idea es también que se pueda destinar a un plan de vivienda.
Según un informe del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) de Tungurahua, a más de las 11 familias hospedadas en vivienda de amigos o familiares, hay una lista de otro grupo de personas que aún no han sido registradas por los trabajadores sociales. Ellos ya recibieron kits de alimentación, de aseo, cobijas, colchones, sábanas y ropa.
Daniela Vélez también llegó desde Manta a Ambato con sus tres hijos. Se salvaron de morir aplastados. Ahora Vélez busca un minidepartamento para vivir. “Estaré temporalmente y retornaré a Manta. Los manabas somos gente de lucha y vamos a empezar de nuevo”.