La azuaya María buscó ayer información sobre la salud de su hijo, quien fue operado en un hospital de Honduras. Foto: EL COMERCIO
La alerta la dio la madre de un migrante. Era miércoles. Ese día, María, de 40 años, se enteraba del accidente de tránsito que en la madrugada ocurrió en Choluteca, en el sur de Honduras (Centroamérica). Allí se enteró que su hijo, de 20 años, fue el más afectado.
Este azuayo viajaba por una vía, en el municipio hondureño de El Corpus y el destino final era EE.UU. En el automotor iban migrantes, entre ellos 17 ecuatorianos. Las primeras investigaciones dicen que a las 03:00 se produjo una falla en los frenos y el vehículo se volcó automáticamente.
Ocho están desaparecidos y el resto resultó herido. Estos últimos habían salido de Azuay, Cañar y Chimborazo; tras el accidente fueron trasladados al denominado Hospital del Sur, en la zona de Choluteca.
Dos fueron los más afectados, entre ellos el hijo de María. Él fue operado a nivel del bazo y del pulmón, debido a los hematomas y golpes, según datos del Gobierno ecuatoriano.
La noche del miércoles, María no pudo dormir en su casa, de madera, adobe y techo de teja, ubicada en el poblado de San Gabriel, en el cantón azuayo de Gualaceo.
Ayer madrugó para saber con más detalles lo que había ocurrido y le pidió a su otro hijo, de 17 años, que le acompañara a la ciudad de Gualaceo.
Allí buscaron información en un cibercafé, pues no sabía a dónde acudir exactamente.
Según el subsecretario de la Comunidad Ecuatoriana Migrante, Humberto Cordero, este compatriota salió bien de la operación y está en cuidados intensivos. El otro ecuatoriano, que sigue internado, presentaba convulsiones y fue remitido al Hospital Escuela de Tegucigalpa. Cordero aseguró que está en recuperación.
Los demás tenían heridas menores, fueron dados de alta y enviados a la casa de acogida religiosa Hogar de la Esperanza. Un migrante decidió salir de ese lugar y hasta la tarde de ayer no se conocía su paradero.
De los ocho compatriotas desaparecidos no se conocen sus identidades y son buscados por las autoridades para saber su estado de salud.
Ayer, María estaba temerosa en la terminal terrestre de Gualaceo. No sabía qué hacer: si esperar novedades o incluso viajar a Honduras para estar junto a su hijo durante su recuperación. Ella recibió la llamada de un representante del Gobierno, quien le contó lo qué había ocurrido. “Le pregunté de inmediato si yo podía viajar hasta Honduras”.
Cordero dijo que no se necesita visa para ingresar a ese país y un ecuatoriano puede estar en condición de turista durante 30 días allí. Por ello, estos emigrantes no podrían ser deportados, siempre y cuando hayan viajado con un pasaporte legal con sus identidades reales, pero solo podrán estar por el tiempo autorizado.
De no ser así, el Consulado ecuatoriano emitirá un salvoconducto, para que puedan retornar al Ecuador. Hay ocasiones en las que los traficantes de personas (coyotes) obligan a que los emigrantes viajen con documentación falsa. María no sabe con qué papeles viajó su hijo, que es el segundo de cuatro. Él inició el viaje hace 15 días y llevó USD 200 de sus ahorros.
Según ella, la travesía se pactó con la condición de pagar cuando él llegara a Guatemala y hasta ahora no ha realizado ningún desembolso. En Estados Unidos vive su hija mayor desde hace tres años; ella lo apoyó para el desplazamiento.
El azuayo decidió emigrar porque no tenía un ingreso fijo y se dedicaba a vender helados y, en ocasiones, a la construcción. Al inicio, otro hermano (de 17 años) tenía previsto acompañarle, pero desistió por su esposa y sus estudios.
Otra razón para el viaje fue que su familia está endeudada en USD 8 000 por un préstamo que solicitaron a una institución financiera, para construir una vivienda de tres pisos que está junto a la casa de María. Su intención era colaborar para cancelar ese crédito y enviar dinero para los acabados del inmueble.
Ella recordó que su hijo la llamó en dos ocasiones. La primera cuando llegó a Quito y la segunda cuando estuvo en Tulcán, pero no conoce con exactitud cuál fue la ruta que había tomado.
Según Cordero, aún no está determinada la vía que siguieron estos migrantes, pero el caso ya fue notificado a las autoridades para las investigaciones.
El subsecretario de la Comunidad Ecuatoriana Migrante señaló que en el cónsul ecuatoriano en Honduras, Carlos Samaniego, está en Choluteca colaborando con los migrantes; los familiares pueden contactarse con esta Subsecretaría para solicitar ayuda.
En contexto
La migración irregular continúa, principalmente, desde las zonas rurales de Azuay y Cañar, pero no todos denuncian a los coyotes. En el año 2014, los fiscales de Cañar registraron 65 quejan por tráfico ilegal de personas.