Desde la izquierda: Julio Toroche, Luis Ulcuango, Luis Tipantuña, Miguel Loyo y Lorena S. Personas heridas durante las protestas conforman un colectivo. Foto: Eduardo Terán/ El Comercio
La vida cambió para Luis Tipantuña, de 29 años, uno de los manifestantes que perdió su ojo durante las protestas. Eran las 19:30 del jueves 3 de octubre del 2019, cuando fue impactado por una bomba lacrimógena en la cara. Ocurrió intersección de la avenida Pichincha y Montúfar, frente a la plaza de San Blas del Centro Histórico de Quito.
Él asegura que fue el primer herido de gravedad desde que comenzaron las manifestaciones en contra de la eliminación del subsidio a los combustibles, impuesta por el Gobierno. “En ese momento ya nos queríamos ir con unos amigos, pero uniformados dispararon a quemarropa. Tratamos de cubrirnos y aguantar la represión”.
Tipantuña cursa el octavo nivel de abogacía y trabajaba en un taxi informal para financiar sus estudios. Debido a las lesiones, Tipantuña perdió este semestre. “Ahora necesito otro empleo para continuar con mi preparación académica. Psicológicamente, mi familia se encuentra devastada, pero al mal tiempo hay que darle buena cara y estoy aquí con vida para seguir con mis metas personales”.
Espera que los delegados de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que llegaron al país actúen con transparencia dentro del proceso. “Tuve que esperar alrededor de 20 días para que me realicen el reconocimiento médico legal”, apuntó. Ahora, el joven siempre utiliza gafas para proteger su ojo derecho y espera colocarse una prótesis.
Decidió unirse al colectivo Heridos Paro Nacional que brinda apoyo a cerca de 50 víctimas que resultaron afectadas con diferentes lesiones en las protestas. En ese grupo se encuentra Lorena S., la adolescente de 16 años que perdió su ojo izquierdo durante las movilizaciones registradas en la parroquia de Píntag.
El representante de esa agrupación, Julio Toroche, también perdió su ojo. Ocurrió mientras colaboraba en las brigadas médicas en el sector del parque El Arbolito. “En la CIDH nos dijeron que los testimonios son reales, las pruebas han sido totalmente receptadas, todo es real no hay nada de montajes”.
De otro lado se coordina con una trabajadora social que monitorea lo que ocurre en los centros asistenciales porque hay algunos heridos que continúan hospitalizados y se busca saber qué pasó con ellos.“Hay compañeros que recibieron impactos de bombas en la cabeza y su situación es crítica. A uno le operaron en la pierna, otro perdió su ojo. Van saliendo testimonios (de a poco)”, acotó el dirigente.
Según datos recopilados por el colectivo Heridos Paro Nacional, existen alrededor de 50 pacientes que se encuentran bajo pronóstico reservado. Toroche pidió a las unidades médicas que entreguen toda la información correspondiente a los heridos y así dar seguimiento a los casos de forma detallada.
Otro afectado es Luis Ulcuango. Él asegura que lo hirieron el domingo 13 de octubre en Píntag. Durante las protestas en ese sector, cuenta, un señor se cayó por los efectos del gas lacrimógeno que lo afectaron y, al tratar de ayudarlo, Luis fue impactado con una bomba lacrimógena en la pierna izquierda. Luego de la atención médica supo que le “quebraron la tibia en dos pedazos”. Esto lo cuenta luego de que han pasado más de dos semanas del impacto.
Miguel Loyo fue golpeado en la cabeza. Le colocaron placas de platino. También lo hirieron en el pecho. “No puedo hacer fuerza porque mi brazo está adolorido”. Ambos se unieron al colectivo para pedir justicia y que les reparen los daños físicos.