En el pabellón 7 de la Penitenciaría de Guayaquil están alojados los consumidores de droga que están en proceso de rehabilitación. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
El día está nublado, pero en la celdas de la penitenciaría de Guayaquil la temperatura llega a 40 grados. Solo un ventilador y una pequeña ventana dan aire fresco. Adentro están nueve detenidos, aunque cada espacio tiene capacidad para cuatro. En nueve de los 13 pabellones hay hacinamiento.
Este Diario entró a esas celdas. Allí hay estrechas literas o vetustas hamacas hechas manualmente con fundas plásticas enrolladas. Los presos cuentan que se turnan para dormir en las camas.
La Penitenciaría es uno de los centros que reporta hacinamiento. Igual sucede con las cárceles de Latacunga (9% de sobrepoblación), de Bahía de Caráquez, Machala, Loja, Esmeraldas y Santo Domingo, en donde “el tema es manejable”.
En los centros de privación, que el Ministerio de Justicia administra en el país, se registra un hacinamiento del 36,64% (ver infografía).
En la Penitenciaria están recluidas 8 984 personas, pero el espacio puede acoger a 6 500.
El edificio, que ha sido renovado por la Cartera de Justicia y pintado por los presos, tiene 59 años de construcción.
Al fondo de las celdas funcionan duchas y retretes con lavabos metálicos. El chorro de agua no tiene potencia y deben colocar una botella plástica como manguera. Así llenan un balde. El pabellón 2 es uno de los que tiene hacinamiento. Allí viven 863 presos.
El 21 de septiembre, en ese sitio hubo una riña y un hombre fue asesinado con 10 disparos y un machetazo en la cabeza.
Las disputas violentas por espacios son precisamente uno de los problemas que genera la sobrepoblación carcelaria.
Para evitar estos problemas, las autoridades buscan que todos los detenidos se adscriban a los programas de rehabilitación. Pero el Ministerio de Justicia sabe que hay personas que no están vinculadas a ningún proceso de ayuda, salvo el de salud.
En la ‘Peni’, cada bloque tiene dos patios con una cancha de fútbol y un pequeño techo que se usa para bailar, ensayar o descansar en las hamacas hechas con fundas gruesas.
Pero los patios suelen estar vacíos. Los detenidos prefieren permanecer en el piso, con los torsos desnudos.
En el 2014, el Gobierno anterior hablaba de “cero” sobrepoblación. Pero la viceministra de Atención a Personas Privadas de la Libertad, Liliana Guzmán, dice que en mayo del 2017 ya se reportaba el 42% de hacinamiento. “Ahí yo no sé si hubo una información errada o qué fue lo que pasó. Al parecer, no se estaba transparentando la información”.
La funcionaria cita razones que desataron este problema.
Una de ellas es la entrada en vigencia del Código Penal (10 de agosto del 2014). “(Con esta normativa) se crean nuevas figuras delictivas con sanciones más altas, donde incluso se aprueba la acumulación de penas hasta por 40 años”. Esta posibilidad está incluida en el artículo 55 de la ley penal.
Otro cambió que influyó fue que con el COIP se requiere haber cumplido el 60% de la pena para acogerse a la prelibertad, mientras que anteriormente se requería el 40%.
A esto se suma que en septiembre del 2015, la Corte Nacional aprobó una disposición para que los jueces que conozcan de procesos penales por drogas puedan acumular las penas que corresponden a cada sustancia incautada.
Por ejemplo, si una persona es arrestada con 1 kilo de cocaína (clasificada penalmente como tráfico en alta escala) y 21 gramos de marihuana (mediana escala) se sumarán las penas de cada una. Hasta siete años de cárcel por la cocaína y tres años más por la marihuana. Al final, la sentencia sería de 10 años de reclusión mayor.
De hecho, en este momento la mayoría de personas (28,54%) está presa por drogas.
En medio de estos hechos, el actual Gobierno desapareció el Ministerio de Justicia y este miércoles anunció que se creará un “ente especializado con autonomía administrativa y financiera, que maneje técnica y eficientemente los centros de rehabilitación social”.
En la Penitenciaría de Guayaquil también hay cuatro pabellones con menos gente.
Las personas que tienen enfermedades catastróficas pasan en los largos pasillos, detrás de puertas con rejas que son custodiadas por guías penitenciarios.
Hay otros grupos como aquellos que se encuentran en desintoxicación de drogas, que ocupan las canchas de fútbol para ejercitarse.