Hugo Palma recorre ocho kilómetros por la Panamericana Norte, en bicicleta y con materiales a la mano, para poder llegar a su lugar de trabajo. Foto. Eduardo Terán / EL COMERCIO
La movilización a los sitios de trabajo durante la pandemia se ha convertido en un dolor de cabeza para quienes viven y laboran en los sectores de Carapungo y Calderón, en el extremo norte de Quito. Hay casos en los cuales la gente camina más de cinco kilómetros todos los días. Otras personas usan bicicletas.
La mañana de hoy, martes 12 de mayo del 2020, este Diario observó a decenas de hombres y mujeres que caminaban de forma apresurada por la Panamericana Norte para llegar a tiempo a sus trabajos. A la mayoría les resulta muy complicado conseguir movilización.
Hugo Palma, por ejemplo, recorrió ocho kilómetros en su bicicleta desde Carcelén hasta Calderón, en donde se ubica su taller de carpintería. Sobre su hombro izquierdo cargaba tres vigas de aproximadamente 3 metros. Extenuado por el viaje, dijo que ese recorrido lo hace todos los días y eso le ha provocado dolores de espalda.
A las 08:00 de hoy, Marcelo Leal, de 62 años, pedaleaba con esfuerzo su bicicleta por la avenida Simón Bolívar. Desde muy temprano salió desde la comuna de Cocotog y se dirigía a la avenida Clemente Yerovi de Carcelén. Ahí él vende guantes y mascarillas. Cuenta que sufre dolor de pies “por salir a conseguir dinero para subsistir. Porque si no salgo, no como”.
Ciudadanos tienen que caminar por algunas horas por falta de buses. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Los trabajadores que viven en Carapungo y Calderón señalan que madrugan desde antes de las 06:00. Pablo Tipán es portero en un edificio ubicado en la 6 de Diciembre y Portugal, norte de Quito. Él sale de su casa en Carapungo, a las 05:00, para llegar a tiempo. A veces, toma taxis que le cobran siete dólares, pero ahora prefiere salir más temprano y gastar su dinero en otras necesidades. Por la falta de transporte, él prefiere quedarse a dormir tres días a la semana en los condominios en donde trabaja.
Tipán cuenta que sus compañeros, también guardias de seguridad, caminan hasta el valle de Tumbaco, todos los días. Uno de ellos debe hacerlo por una hora con dirección al redondel de Gualo en donde lo recoge una buseta todos los días. Lo mismo ocurre cuando regresa de sus actividades.
Diariamente Josué Montenegro, de 20 años, viaja en bicicleta desde San José de Morán hasta Cumbayá, donde trabaja en un edificio de una zona residencial. Se demora dos horas en arribar y siempre lleva dos mudadas de ropa: el traje de celador y otra que se pone para movilizarse en bici.
Realiza dos viajes al día, uno para llegar al trabajo por la mañana y otro para regresar a casa en horas de la noche, pasadas las 21:00. Hace dos semanas, cuando retornaba a su vivienda, dos delincuentes trataron de robarle la bicicleta y pertenencias en la entrada de Carapungo. “Por suerte, logré pedalear más fuerte y alcancé a esquivarlos”.
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