Tras la primera vuelta, el equipo de Guillermo Lasso no se enfocó en nuevas ofertas. Foto: Archivo/ ELCOMERCIO
El Partido Social Cristiano (PSC) anunció el respaldo a Guillermo Lasso la misma noche en que se conocieron los resultados de la primera vuelta, el 19 de febrero.
Pero en la campaña de la segunda vuelta nunca se pudo ver al alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, en los recorridos con el líder de Creo.
Para el analista Walter Spurrier, esta es una evidencia de que hubo un “apoyo tibio” por parte del socialcristianismo.
Las fricciones personales entre Nebot y Lasso -que son públicas- no pudieron superarse y consecuentemente tampoco permitieron que se consolidara la votación necesaria para ganar en la provincia con más electores del país.
En Guayas, el oficialismo obtuvo un 52% de los votos, frente al 48% de Creo-SUMA.
El electorado del PSC ha votado por Nebot para alcalde y por Rafael Correa para presidente. Por lo tanto, sostiene Spurrier, faltó un apoyo más fuerte para que su electorado se moviera a favor de Lasso.
Creo-SUMA perdió en toda la Costa, pero fue Manabí donde la votación marcó más diferencia (obtuvo 33,19% y A. País 66,81%). Para Spurrier ese resultado era previsible, pues el Gobierno ha hecho sus mayores inversiones en 10 años, sumado a los trabajos de reconstrucción tras el sismo.
A Lasso le tocaba revertir en el resto de la Costa, con un electorado de corte populista que antes estuvo cautivo por el roldosismo, pero que fue reemplazado de forma paulatina por el liderazgo del líder de A. País, Rafael Correa.
El historiador y analista Willington Paredes considera que a Lasso le faltó apuntar con más fuerza a esos sectores populares. Ahí el correísmo tenía ventaja gracias a los beneficios sociales, bonos, carreteras y obras en curso.
Su equipo -afirma Paredes- no supo interpretar los resultados del 19 de febrero. Tenía que cambiar su mensaje del millón de empleos en cuatro años, que le dio resultado en la primera vuelta. Pero “el pueblo buscaba cosas más tangibles como que le aumenten el bono, le den una casa, seguridad…”.
Aunque sí incorporó en la segunda vuelta propuestas sociales como el programa de vivienda popular de Viteri. “Lasso hizo un trabajo en sectores populares, pero no fue tan eficaz como las brigadas del correísmo. Debió privilegiar esas zonas”.
El consultor Antonio Tramontana también sostiene que el discurso de la oposición debió reinventarse hacia lo social, pues lo del millón llegó a un tope.
En una campaña de dos vueltas hay que saber qué se prioriza en cuanto a mensajes para la primera y en la segunda. “En la segunda debían ofrecer lo que ofrecía Lenín, ya te habían comprado el millón de empleos en cuatro años y el cambio”, explica.
Para el sociólogo Gaitán Villavicencio fue un error presentar “una propuesta muy ideologizada”. Es decir, enfocada principalmente a las clases medias, pero no en los sectores populares. Se resaltó, por ejemplo, la eliminación de 14 impuestos que no era un tema de los grandes sectores populares del país.
En consecuencia, comenta el especialista, “la gente se sintió más
segura con Moreno que le daba educación y salud gratuita, mientras que Lasso quería poner en zona franca la salud y luego adecuó el discurso político”.
Tanto Villavicencio como Paredes señalan que la herencia del ‘feriado bancario’ que el oficialismo se encargó de posicionar en el electorado también jugó en contra. Sobre todo con el respaldo del aparato comunicacional del Estado.
Para Spurrier, la “campaña positiva” y de pocos ataques no le permitió a Lasso tener una votación más amplia, capaz de “estar a prueba de toda opacidad” en el proceso electoral. Pese a eso, el crecimiento que tuvo fue importante. Pasó del 28,09% al 48,85% de votos entre la primera y segunda vuelta electoral.