Cerca de 30 minutos de pie bajo el intenso sol del mediodía, valieron la pena para la presidenta ratificada, quien afirmó sentirse liberada y con sus energías renovadas gracias al poder de la sabiduría ancestral. Foto: EL COMERCIO
Una gran chakana de frutas, flores y hierbas medicinales fue colocada en el centro de la plazoleta de Alausí, un cantón situado al sur de Chimborazo, en los Andes del Ecuador. Allí Gabriela Rivadeneira, presidenta ratificada de la Asamblea Nacional, recibió el bastón de mando indígena, un símbolo andino que representa el poder del gobernante de un pueblo.
Rivadeneira cerró los ojos y abrió las manos mientras la yachak Rosa Mendoza le frotaba un atado de hierbas medicinales. Había romero para la inteligencia, hierba luisa y cedrón para ahuyentar el miedo, entre otras plantas para alejar las malas energías.
“Su trabajo es una tarea difícil y necesita limpieza espiritual”, le decía la mujer, quien también hablaba en kichwa. La presidenta agradeció el gesto con un abrazo.
Así empezó una ceremonia milenaria para la cultura indígena. Según su cosmovisión, el ritual es necesario antes de que un gobernante asuma el poder.
”Así los líderes reciben la fuerza y los dones de los elementos sagrados para conducir al pueblo por el camino correcto”, contó el Yachak Miguel Tupay. Él es uno de los conocedores de la medicina ancestral y de los rituales andinos de Nizag, una comunidad situada a 30 minutos de la cabecera cantonal.
Cerca de 30 minutos de pie bajo el intenso sol del mediodía, valieron la pena para la Presidenta ratificada, quien afirmó sentirse liberada y con sus energías renovadas gracias al poder de la sabiduría ancestral. “Así empezamos un nuevo periodo en la Asamblea Nacional. Esta ceremonia nos enganchó a la realidad de la gente indígena de Chimborazo”, dijo Rivadeneira.
En el ritual andino también participaron las vicepresidentas Marcela Aguiñaga y Rosana Alvarado. Cada una se ubicó en una de las puntas de la chakana mientras tres yachaks encendían saumerios, velas y se comunicaban en kichwa con los cuatro elementos sagrados.
“Esta es la máxima expresión de la interculturalidad de nuestro país. Estoy feliz y agradecida con la gente de Alausí por habernos recibido y por compartir con nosotros sus costumbres”, dijo Rosana Alvarado, en su discurso.
El evento concluyó con la entrega de una rama de yagual decorada con cintas de colores y símbolos andinos. “Le otorgamos nuestro bastón de mando, para que nos guíe al desarrollo”, dijo Manuel Vargas, alcalde de Alausí.
Además, tres representantes de las organizaciones de mujeres indígenas de Chimborazo y de los gobiernos estudiantiles les entregaron un sombrero de lana de borrego, una bayeta y un tupo, tres prendas originarias de la cultura indígena de Alausí.