La falta de vivienda, la principal preocupación de los afectados

María Pazmiño y Jorge Panta pidieron que su casa, ubicada en un barrio marginal de Pedernales, sea demolida para empezar de nuevo. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

María Pazmiño y Jorge Panta pidieron que su casa, ubicada en un barrio marginal de Pedernales, sea demolida para empezar de nuevo. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

María Pazmiño y Jorge Panta pidieron que su casa, ubicada en un barrio marginal de Pedernales, sea demolida para empezar de nuevo. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

Su casa está desmantelada, apenas quedan paredes resquebrajadas y escombros. No cabe una adecuación, peor una remodelación. María y Jorge Panta están convencidos de que su vivienda debe ser demolida.

Ellos vivían con sus cinco hijos en Brisas del Pacífico, barrio marginal de Pedernales.
Ahora enviaron a tres de sus pequeños a la parroquia rural de Atahualpa con su abuelo para que estén más tranquilos. La noche del sismo quedaron golpeados y atrapados por el derrumbe de las paredes. 
Jorge, quien es albañil, construyó su casa con ladrillo y madera.

Estas construcciones mixtas son frecuentes en esta zona de calles de tierra y lodo. Aunque muchas edificaciones se ven paradas, al entrar se observa la devastación, por lo que la demolición total es una opción que ronda por sus mentes. 
A la Secretaría de Riesgos, en Pedernales, han presentado 60 solicitudes de demolición de inmuebles libres y voluntarias, en las últimas 48 horas.

Los interesados firman la solicitud y justifican que la vivienda es suya, así también el Cuerpo de Bomberos establece que no hay rastros de vidas. 
El Centro de Adiestramiento Canino de la Policía y la Dinased, en cambio, establecen que el sitio no está relacionado con algún desaparecido. Según Víctor Aráuz, director de la Dinased, en Pedernales hay 74 denuncias de desaparecidos, de las cuales falta ubicar a nueve.

Una vez realizados estos pasos se da el visto bueno, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército entran a demoler el inmueble, que puede ser una casa, un local comercial...
En Manabí, hasta el viernes, se registraron en la Secretaría de Riesgos 6 998 edificaciones destruidas y 
2 740 afectadas. 
A María y Jorge les urge que se haga la demolición, porque están preocupados de que su vivienda sea invadida, como han visto que ya ocurrió en otras casas.

Se mantienen en vigilia en las noches. 
La angustia de Iván Bones es no tener a dónde llevar sus pertenencias e ir a vivir. Este joven, de 29 años, es maestro de construcción y reconoce que estar en su casa, donde habita con 11 familiares, es un riesgo. 
Apenas quedaron cuatro paredes con daños y el techo es de vigas de madera y eternit.

Han tratado de adecuar lo poco que les quedó, pero saben que deben demoler. Su madre, que es de edad avanzada, quiere que le ayuden con una bodega, pero se resiste a ir a uno de los seis albergues que hay en Pedernales. No tenemos a dónde ir, insiste Bones. 
Los funcionarios de la Secretaría de Riesgos enfatizan que estos pedidos de demoliciones son libres y voluntarios y se realizan por prevención y seguridad.

Hasta ayer continuaba la etapa de búsqueda, rescate de víctimas y habilitación de vías. Esta última consiste en remover los escombros que cayeron a la calle de casas y edificios. 
 A Calixto Murillo, vecino de María y Jorge, le intranquiliza que las paredes que todavía quedan en su casa caigan en la edificación adjunta y le responsabilicen del daño.

En su rostro refleja la tristeza de haber perdido la casa, en donde ha dado abrigo a tres hijos con sus esposas y cinco nietos. La ropa, los muebles y aparatos se confunden entre los escombros, pero él admite al igual que Jorge y María que lo mejor es demoler y comenzar una nueva vida...


Lodazal en Jama
Los problemas se multiplican en Jama. Uno de los refugios donde había unas 200 familias se volvió intransitable ayer. Llovió toda la noche y el piso se confirió en un lodazal. La mayoría de familias se juntaron para correr a otros sitios. 
Aunque hubo quienes se quedaron. Arturo Chila no quería dejar su colchón.

Es lo único que le queda. Su casa fue destruida con el terremoto. El Comité de Operaciones del cantón apura la instalación de las carpas para mejorar las condiciones de habitabilidad.
Mientras continúa la repartición de víveres a los habitantes del cantón, la maquinaria municipal empezó con la remoción de escombros.

El plan es que las familias retornen a sus terrenos limpios y allí se ubiquen. Mientras tanto se trabaja en la atención a los heridos.
Jama fue una de las poblaciones que el presidente Rafael Correa visitó esta semana. Ayer, durante el enlace ciudadano 472, el Primer Mandatario informó que 646 personas fallecieron tras el terremoto.

Por ello decretó ocho días de luto nacional. 
Además, se priorizará la búsqueda de familias acogientes para los damnificados.

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