El operativo para retirar las piedras y árboles frente al mirador de Cumbayá se inicia hoy a las 10:00. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
El suelo de Quito está conformado por cangahua y cenizas volcánicas. Se trata de un material resistente que da estabilidad a construcciones, pero tiene una característica: cuando se satura de agua o está muy seco pierde su dureza.
Es, además, muy erosionable. El viento y el agua provocan fisuras, lo que hace que el terreno pierda cohesión. Así es como Jorge Valverde, ingeniero geotécnico, explica por qué en invierno es común ver caídas de árboles o rocas a lo largo de la ciudad, pero aclara que este tipo de suelo es de buena calidad, siempre y cuando reciba mantenimiento y sea tratado adecuadamente.
Y concluye: el verdadero problema es el uso que se da a ese suelo. Desde el 24 de septiembre del 2019 hasta el 5 de enero de este año se han registrado 118 emergencias producidas por lluvias, de las cuales 52 fueron por movimientos en masa .
Para que ocurra un derrumbe de magnitud deben intervenir al menos seis factores, según Francisco Ruiz, director de Gestión de Riesgos de la Secretaría de Seguridad.
Esas variables tienen que ver con la calidad del terreno (tipo de suelo), la estructura de la vivienda (si tiene planos o estudios), si está cerca a quebradas (lugar natural por donde el agua desfoga) y si cuenta con servicios básicos (sobre todo sistema de alcantarillado). Incluso inciden factores como, por ejemplo, si los habitantes arrojan la basura en terrenos baldíos o en la calle, y si hay una adecuada limpieza de quebradas y alcantarillas.
Mientras mayor es el número de esos elementos, más vulnerable es la zona.
Como parte de un plan de prevención, la Secretaría de Seguridad realiza evaluaciones en los sectores más complicados. El Municipio ha identificado 74 zonas susceptibles a deslizamientos, principalmente ubicadas hacia el cinturón periurbano donde hay construcciones sin consideraciones técnicas y en las laderas del Pichincha.
Quito es una planicie alargada rodeada de montañas. Como el crecimiento hacia los extremos es complicado, la gente se asienta indebidamente en las laderas de las montañas.
Ruiz explica que construir en una ladera es posible siempre y cuando se lo haga de manera correcta y técnica. El problema es que usualmente estas expansiones desordenadas de la ciudad van acompañadas de pobreza, lo que imposibilita al morador efectuar estudios de suelo, realizar planos estructurales y demás.
Esos barrios llegan y hacen que la tierra pierda su capacidad de absorber, arrojan sus aguas servidas a la loma, no hacen muros de contención ni cortes adecuados en la ladera y talan árboles, lo que sumado a la fuerza de la lluvia desencadena un evento no deseado.
Como parte de un plan de prevención, el Municipio realiza obras de mitigación. Se hace una priorización de intervenciones. Todo depende de cada caso pero las medidas de seguridad más frecuentes son la construcción de un muro o encauzamiento.
Justamente para hoy está programado el retiro de tres rocas y los árboles con raíces expuestas que se ubican en un talud de la avenida Simón Bolívar, a la altura del mirador de Cumbayá. Fernando Pazmiño, gerente de Obras Públicas, indicó que como paso preliminar se instalaron unas vallas de hormigón para colocar arena e implementar una cama que amortigüe el impacto de la piedra, que tiene un volumen de 9 m3 y está expuesta en un 80%.
Así, se busca evitar desgracias como la del 2 de enero cuando una roca aplastó a un vehículo en la misma vía, a la altura del puente de Guápulo. En el accidente murió una funcionaria del Municipio y tres personas resultaron heridas.
Los técnicos de la Epmmop realizan inspecciones en todas las lomas de la Simón Bolívar para detectar puntos sensibles. La Agencia Metropolitana de Tránsito desplegará un operativo de movilidad, la vía se cerrará desde las 10:00 hasta las 14:00 en el tramo entre el intercambiador de Monteolivo y la av. Guayasamín (sentido norte-sur y viceversa).
La intervención en la ladera
Para extraer las rocas del talud, los técnicos se suspenderán a través de cuerdas con arnés de seguridad.
Se realizará un socavamiento de los lados de la piedra para desprenderla con herramientas como pico y pala.
Además, se emplearán técnicas de apuntalamiento y chorros de agua para remover las piedras con cuidado.
También se revisarán las cunetas de coronación, los encauzamientos y las captaciones de agua de la ladera.