El expresidente Rafael Correa dio un corto discurso el lunes,
antes de dejar el Ecuador. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
La plataforma de un camión se usó como tarima. Hasta ahí subió el expresidente Rafael Correa para dar un discurso a sus simpatizantes, antes de dejar el país con su familia, el lunes 10 de julio del 2017.
Junto a él estaba el vicepresidente, Jorge Glas, y Gabriela Rivadeneira, legisladora y secretaria de Alianza País. A ella le dedicó parte de su alocución. “Si Alianza País no denuncia pactos inaceptables con el bucaramato, la entrega de empresas públicas, mejor es que deje de existir”. Rivadeneira asintió con la cabeza y ondeó una bandera con los colores del Ecuador, luego de escuchar esas palabras.
La semana pasada, a través de redes sociales, se difundieron alertas sobre un supuesto acuerdo entre el actual presidente, Lenín Moreno, con políticos de la oposición como Abdalá Bucaram Pulley, para entregar la administración de empresas del sector eléctrico. Bucaram Pulley lo negó.
Correa insistió el lunes por la tarde en esa tesis y advirtió: “Hay que hablar muy claro, si no seré el primero en desafiliarme de Alianza País”.
Sus seguidores, que se habían convocado desde el mediodía en los alrededores en el aeropuerto Mariscal Sucre, lo aplaudieron. Conforme el discurso subió de tono frente al micrófono, también las arengas de sus simpatizantes. Al final, un grito se impuso: “Fuera Moreno, fuera”.
Correa bajó de la plataforma del camión; ingresó al aeropuerto y tomó un bus que lo trasladó hacia el avión. En la misma terminal estaba la aeronave presidencial, en la que hizo sus últimos viajes como Mandatario. Luego el exmandatario abordó un vuelo comercial (KLM-753). Lo acompañó un equipo de seguridad.
En Bélgica, Correa se dedicará a la producción académica y a dictar conferencias. Aclaró que no volverá al país en al menos seis meses y que País debe aprender a caminar sin él.
Según Perfiles de Opinión, Correa alcanzó un porcentaje promedio de credibilidad en Quito y Guayaquil del 46,80%, al dejar el poder.
El 10 de julio, el exjefe de Estado llegó en un vehículo descapotable. Estuvo de pie, serio, con gafas negras. Saludó con su mano derecha a las personas que llegaron de varias provincias para despedirlo.
Tuvo que abrirse paso entre ellas, con la ayuda de un cordón policial, para llegar hasta la terminal. Hubo equipos de sonido en el sitio, instalados con antelación, donde se reprodujeron las canciones que se escribieron para recordar su legado en el Gobierno.
Sirvieron de fondo durante su discurso. “Estoy seguro, es obvio que el 2 de abril derrotamos a la oposición. No estoy muy seguro si venció la revolución ciudadana. A cuidar que siga la revolución, que por eso votó el pueblo”, pidió a sus seguidores. “Que no me digan que las claudicaciones, el entreguismo son cambio de estilo. Aquí deben prevalecer los principios”.
Correa es el primer presidente que deja el país, desde 1997, por sus propios medios. Sus antecesores, Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez tuvieron que huir, en medio de revueltas populares.