Airbus 310 del 45 Grupo de Ejército del Aire medicalizado y con todas las medidas de seguridad pertinentes para trasladar a persona infectada con el virus ébola.
“Si allá no hay cura, acá tampoco”. Esta frase de la hija de un paciente atendido hoy (ayer) en un hospital de Madrid resumía el sentir de una parte de la sociedad ante el traslado a España del sacerdote que se infectó de ébola en Liberia.
La llegada a Europa de la primera persona con el contagioso virus intranquiliza a algunos españoles, que temen que pueda extenderse la enfermedad. La epidemia, que estalló en marzo, deja ya más de 930 muertos en África Occidental y más de 1 700 infectados. Es la peor de la historia.
“No hay derecho a que se nos tenga que exponer a unos riesgos absolutamente innecesarios”, decía Daniel Bernabéu, presidente de Amyts, el sindicato mayoritario de médicos de Madrid.
Mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) debatía en Ginebra si el brote de ébola constituye una emergencia de salud pública a nivel internacional, el radiólogo español cuestionaba que se pueda garantizar al cien por cien “que el virus no se va a escapar” una vez pise el país.
Con el aterrizaje en Madrid del avión militar medicalizado que España envió a Monrovia a recoger al sacerdote Miguel Pajares, de 75 años, el virus habrá entrado en suelo español y en suelo europeo, poco después de que Estados Unidos haya repatriado a dos ciudadanos suyos también infectados.
“¿Está España preparada para atender un caso de ébola?”. Los medios españoles, casi sin excepciones, se hacían hoy la pregunta con esas palabras u otras similares.
“La seguridad está garantizada”, aseguró la directora general de Salud Pública, Mercedes Vinuesa, en una rueda de prensa en el Ministerio de Sanidad en la que dejó más interrogantes abiertos que cerrados. No quiso confirmar el centro en el que será hospitalizado el religioso ni si junto a él iban a viajar dos misioneras -una de Camerún y otra de Guinea Ecuatorial- que trabajaban junto con el español en el hospital San José de Monrovia y también están infectadas.
Tampoco si se repatriará a una monja enfermera de origen ecuatoguineano y nacionalidad española que es susceptible de haber contraído el virus al compartir aislamiento con los infectados.
La falta de confirmación del centro en el que se tratará al religioso provocó quejas y desconcierto entre el personal sanitario, hasta que fuentes sindicales confirmaron la hospitalización de Pajares en el Carlos III de Madrid.
Ese centro público contaba con una unidad de referencia en enfermedades infecciosas, pero está siendo desmantelado en una fusión con el de La Paz, uno de los más conocidos del país, por lo que hoy allí hubo que trabajar mucho para dejarlo todo listo. La sexta planta del Carlos III, cerrada en los últimos meses, se acondicionó para recibir el primer caso de ébola en España.
El centro se vació de pacientes. Pajares, que se contagió por cuidar al director del hospital en el que trabajaba, un camerunés que murió el sábado, será ingresado en una habitación con presión negativa (que permite entrar pero no salir el aire) y otras medias de aislamiento.
“El problema básico es traer a este paciente aquí, cambiarlo de continente, cuando se le podría haber prestado los mismos cuidados allí que aquí”, dijo el presidente del sindicato médico madrileño.
Desde el Ministerio de Sanidad insistían, sin embargo, en que los riesgos de un contagio son “muy bajos”.
Los protocolos de actuación de España son los de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pero el resultado de su puesta en práctica es una incógnita porque es la primera vez que se hace en el país.
Toda la experiencia que tiene España en ello es la de tres casos sospechosos que hubo con anterioridad. En todos se trató de falsas alarmas, pero el que llega de Liberia es de verdad.