Las actividades en el centro de Equinoterapia ayudan a la motricidad de las personas con discapacidad. Foto: Marcel Bonilla/ EL COMERCIO
La pequeña Dana Raquel, de 5 años, es revisada minuciosamente para recibir las secciones de equinoterapia en el balneario de Las Palmas, en la ciudad de Esmeraldas, en el norte de Ecuador.
Tiene problemas motrices derivados por la falta de oxígeno durante el nacimiento, que afectó una parte neuronal de su cerebro, lo que le impide mover con normalidad una de sus extremidades inferiores de su cuerpo, explica la madre de la niña.
En Las Palmas, a 100 metros del mar, funciona, desde hace dos semanas, un Centro de Equinoterapia para personas con discapacidad, como parte del servicio social que lleva adelante del Municipio de Esmeraldas. Es la primera vez que se cuenta con un servicio de esta naturaleza en la ciudad.
Este espacio se construyó para dar atención a las personas que necesitan de este de tratamiento para su recuperación, y que por falta de recursos económicos no lo hacen en otras ciudades del país, como es el caso de Dana.
En Esmeraldas existe 534 092 habitantes, de los que 12 220 padecen de alguna condición de discapacidad, de manera simultánea, motriz, sensorial, auditiva, visual e intelectual, es decir, el 2. 29% de la población esmeraldeña.
Frente a esta realidad, el Municipio de Esmeraldas, con la creación de Centro de Equinoterapia, se propone incidir en los problemas más relevantes que afectan a la niñez y adolescencia discapacitada.
La fisioterapista Verónica Angulo cree esta es una buena oportunidad para los niños con discapacidad que son llevados a los centros de fisioterapia para su recuperación física.
Tras la apertura del centro, las madres de familia que tienen niños con discapacidad motriz han llegado para que se las atiendan en las equinoterapias que duran entre 15 y 20 minutos diarios, por persona.
El médico Nelson Muela, encargado del Centro de Equinoterapia, explica que cuentan con cuatro equinos con los que se puede restablecer problemas como trastornos afectivos, cambios en el comportamiento, entre otros.
El proceso empieza con un análisis neurológico- neuromotriz, en la Unidad de Amparo Social del Municipio, para luego ser enviados al centro, en Las Palmas.
Ahí laboran cinco personas: cuatro fisioterapistas y un médico. “La función en sí es neuromuscular, pues con el paso del equino hace que se estimule la cola del caballo al nivel neurológico del pacientes y emita sensaciones para que logran sensibilidad neurona-motriz”, explica Muela.
Esto ayuda en niños que tengan accidentes cerebro- vascular, retardo mental y niños con problema del síndrome de Down.
Solo la Unidad de Amparo social de Esmeraldas atiende a 80 casos de personas con discapacidades leves, moderadas y severas.
El trabajo de rehabilitación también se hace con niños que presentan problemas de trastornos funcionales afectivos; depresivos e hiperactivos. Todo el servicio no tiene costo alguno para los usuarios.