Ignacio Labaqui: ‘Es el peor momento desde la vuelta de la democracia’

Foto: cortesía.

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Entrevista a Ignacio Labaqui, analista internacional argentino

Hubo una suerte de envidia regional, en donde la polarización predomina, al ver cómo Uruguay despedía a sus dos expresidentes, Julio María Sanguinetti, de derecha, y José Mujica, de izquierda...

Cuando uno miraba las democracias que funcionaban bien desde la redemocratización, siempre tenía en mente a Chile, Uruguay y Costa Rica. Uruguay se mantiene con un sistema de partidos ordenado. La clase política tiene algo de mejor calidad. A mí me dio mucha envidia lo que ocurrió en la última elección, cuando se cruzaron las campañas del Frente Amplio y del Partido Nacional: se juntaron y cantaron el himno. Si lo pienso en términos de lo que ocurre en otros países, me cuesta imaginarlo.

Si el MAS y Evo Morales hubieran respetado la institucionalidad, ¿se habría evitado la crisis de un año?

Un viejo problema del presidencialismo es que hay dos instituciones que tienen una competencia de legitimidades: el Congreso y la Presidencia, elegidos por el voto popular. Si nos vamos a la vieja teoría de la democracia representativa, el verdadero depositario de la soberanía no es el Ejecutivo sino el Legislativo. Lo de Morales fue un fenómeno muy común que no es solo de la izquierda. Cuando preguntaron al expresidente brasileño Fernando Henrique Cardoso por un tercer mandato, dijo que eso sería un cambio de régimen. Fue un error tratar de llevar a Morales a un cuarto mandato y de manipular las elecciones del año pasado. Esto no quiere decir que el MAS habría ganado igual. Lo del domingo marca lo mala que fue la gestión de Jeanine Áñez, su tentación de participar en las elecciones, el impacto de la pandemia y la torpeza de los rivales del MAS.

¿El triunfo del MAS marca la vuelta de la izquierda?

Lo que estamos viendo desde hace tres años, antes que un giro a la izquierda, es que los oficialismos pierden elecciones. En República Dominicana perdió la centroizquierda que gobernaba. En Colombia ganó una opción más a la derecha de la que venía gobernando. En El Salvador, ganó la derecha y perdió la izquierda. En Chile, tenemos una maratón electoral. No me aseguraría de que estamos ante un nuevo giro a la izquierda como a principio del siglo. No veo una tendencia nítida a nivel regional.

¿A qué se debe la derrota de los oficialismos?

Los electores no necesariamente premian o castigan a los gobiernos por su gestión. Los politólogos brasileños César Zucco y Daniela Campello sostienen que lo que decide las elecciones es la suerte. Cuando hay un contexto económico externo favorable, a los oficialismos les va bien; cuando no, pagan los platos rotos. En este contexto económico se notó cierta desaceleración y un aumento del descontento general, que se expresó en protestas como las que vimos el año pasado en muchos países de la región.

Justo después de la mejor década en la región...

La tasa de crecimiento tampoco fue tan alta. El economista colombiano José Antonio Campos afirma, al comparar con otras regiones con economías emergentes -Oriente Medio, el norte de África o la África susahariana y los países en desarrollo del este de Asia-, que la mejor década de América Latina (2003-2013) fue la de peor performance.

¿Cómo mira el plebiscito de hoy en Chile?

Si se mira cualquier encuesta, va triunfar el ‘apruebo’ por una gran ventaja y también el que sea una convención plena frente a la convención mixta. En teoría eso ayudaría a descomprimir algunas tensiones. Pero es muy incierto lo que va a pasar. Es un proceso muy largo. Recién en abril se elegirá a los constituyentes, que trabajarán nueve meses con tres prorrogables; y después habrá plebiscito con voto obligatorio para ratificarla o no. La Constituyente tiene una regla exigente: el del consenso, ganar por dos tercios. No sabemos qué cosas incluirá la nueva constitución, cómo se van a poner de acuerdo ni cuál va a ser la representación.

Finalmente, un cambio a la herencia de Pinochet...

En muchos países que salieron de dictaduras cambiaron o modificaron sus constituciones. La de Chile tiene muchos cambios, pero sigue siendo la Constitución de Pinochet. De alguna manera se fue incubando esta sensación de intocabilidad del modelo económico y que fue una gran concesión de la centroizquierda durante la transición. Hubo un atisbo de cambiarla en la segunda presidencia de Bachelet, pero los temas se estaban caldeando, como el de la educación pública o las pensiones. Todo eso hizo eclosión el año pasado.

¿Está en riesgo la democracia en la región?

Algunos países siguieron un camino al que yo llamaría de erosión democrática, como en Venezuela, Ecuador y Bolivia, donde aprovecharon el período de luna de miel para reformar la Constitución, eliminar los frenos y contrapesos heredados, purgar el poder judicial, eliminar el resto de oposición en el Congreso. Pero eso también ocurre por derecha. En El Salvador, el presidente Nayib Bukele entra al Congreso rodeado de militares. Estamos en el peor momento de la vuelta de la democracia en la región, pero no solamente puede ser por izquierda sino por derecha.

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