20 000 embarazadas están en riesgo

La salud de los bebés y de las mujeres embarazadas que habitan en los refugios tras el terremoto se encuentra en riesgo. Foto: Francisco Flores / EL COMERCIO

La salud de los bebés y de las mujeres embarazadas que habitan en los refugios tras el terremoto se encuentra en riesgo. Foto: Francisco Flores / EL COMERCIO

La salud de los bebés y de las mujeres embarazadas que habitan en los refugios tras el terremoto se encuentra en riesgo. Foto: Francisco Flores / EL COMERCIO

Tiene 23 años y espera a su tercer hijo. Mónica Román es de Canoa y en el terremoto del 16 de abril perdió su casa y todo lo que había dentro.

El estadio de esa localidad es ahora su hogar. Descansa durante el día sobre unos plásticos donados. Las 33 semanas de gestación se le notan en el vientre. Lo acaricia cuando siente algún dolor.

Las condiciones en las que está no son las mejores para su bebé, reconoce. La lluvia del lunes (25 de abril) por la noche hizo que la cancha se convirtiera en un lodazal. Los insectos se acumularon justo en momentos en que las autoridades de salud luchan para evitar que haya una propagación de zika, dengue o chikungunya.

El Ministerio de Salud ha registrado a la fecha 95 casos confirmados. 26 en Manabí. Hay indicios de que existe una relación entre el zika y males como la microcefalia en embarazadas que adquieren el virus en las primeras semanas de gestación, según la Organización Mundial de la Salud.

El sol de las mañanas en el estadio de Canoa, en cambio, hace que el fango emane un fuerte edor. Román dice que ya se ha acostumbrado a los mosquitos de la noche y el mal olor de la mañana. Junto a su familia (esposo y dos hijos) viven otras
30 familias. En ese lugar se bañan y cocinan.

El martes pasado fue día de baño para la mayoría de niños. A sus madres les preocupaba un mal que llaman rasquiña. Es una especie de granos pequeños y rojos que aparecen en los cuerpos de los pequeños y les provoca intensa picazón. Mónica tiene miedo de que cuando su nuevo hijo nazca todavía esté viviendo en el mismo lugar y deba pasar por lo mismo.

Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), unas 20 000 mujeres embarazadas podrían estar en riesgo luego del terremoto. Y demandan servicios de salud materna, incluyendo “cuidado prenatal, servicios de parto seguro, cuidado post-parto y para aquellas que sufran complicaciones, servicios de emergencias obstétricas”.

El ministerio de Salud ha priorizado las acciones, según las necesidades, desde el proyecto Estrategia de Reducción de Muerte Materna.

Román cuenta que el día del terremoto, pensó que iba a adelantarse el parto. Durante el movimiento telúrico sintió dolores y contracciones en su vientre y miedo.

Ella acudió de urgencia al Centro de Salud de Canoa, dónde la atendieron. Le hicieron análisis de sangre y le tomaron una ecografía. Los resultados fueron alentadores. Su pequeño crece con normalidad y los dolores fueron por el estrés del terremoto.

Ella estaba en su casa cuando ocurrió el sismo y junto a su esposo, alcanzó a salir segundos antes de que la edificación se viniera abajo.

Sus otros hijos estaban en el parque. “Ya tenía una colchoneta, ropa, juguetes y otras cosas para mi bebe”, dice. Ahora, solo tiene un paquete de 32 pañales que le fue donado y que guarda como un tesoro entre los plásticos de su refugio.

Yuliza Vera, de 19 años, en cambio tiene ocho semanas de gestación. Espera a su segundo hijo y que la ayuda que llegue para la reconstrucción de casas en Canoa también sea para personas que no tenían casa propia antes del terremoto, pero que también necesitan donde guarecer.

Desde la emergencia, Vera dice que no ha ido a un centro de salud. Tiene temor de que durante la consulta vuelva a temblar la tierra. Al centro de salud de Canoa solo nueve mujeres embarazadas han sido evaluadas. Esto pese a que en sus constan 57 mujeres con esa condición que se realizaban controles periódicos.

Juan Carlos Tigmaza, médico ginecólogo del Centro, espera que la afluencia de las mujeres se incremente en estos días. Atribuye su ausencia al miedo por el terremoto. Explica que en el embarazo la sensibilidad de las mujeres aumenta. Podría repercutir en sus bebes si no son atendidas.

De esas nueve mujeres atendidas, dos fueron transferidas a San Vicente. La primera por un golpe durante el temblor. Tiene 32 semanas de embarazo y un peligro de aborto. La otra tiene un trauma psicológico por el temor y eso le ha provocado una hemorragia y el riesgo de abortar.

En el recinto Verdun, de Jama, en cambio, está Maria Auxiliadora Murillo. Tiene 20 años. El martes fue a un control en el Centro de Salud de la localidad, pero el médico no estaba y tampoco ha podido encontrar a otro desde ese día. Hace un año tuvo un aborto espontáneo y teme que vuelva a repetirse. Mientras se automedicó vitaminas y ácido fólico.

Sociedad­  

Según el Fondo de Población de ONU se requiere atención especializada

9 mujeresembarazadas de un total de 57 han asistidos a chequeos médicos en Canoa.

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