La ausencia de ceniza y las altas temperaturas, que se tuvieron durante la reactivación del coloso, han frenado el proceso acelerado de derretimiento. Foto: Fabián Maisanche / EL COMERCIO
La nieve del volcán Cotopaxi ya no se encuentra tan cerca para los visitantes. La masa de hielo se ubica entre 4 900 y 5 897 metros sobre el nivel del mar y cada año se reduce el tamaño del casquete glaciar.
Sin embargo, desde hace tres años atraviesa por un lento proceso de descongelamiento, debido a que ya no le afectan la ceniza ni las altas temperaturas internas, que tuvo el volcán durante su reactivación eruptiva del 15 de agosto del 2015.
Bolívar Cáceres, especialista en glaciares del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología, explica que esas causas han ralentizado el derretimiento del hielo. Es decir, vive una nueva etapa frente al periodo de su reactivación.
El coloso es el principal atractivo del Parque Nacional y ha perdido el 52,8% de su cobertura glaciar (ver gráfico).
Cáceres aclara que el Cotopaxi seguirá con su proceso natural del descongelamiento, que “es parte de la geología del planeta y cambios en el clima”.
Otras causas son los cambios de temperatura, las variaciones en las precipitaciones y los efectos del cambio climático, producto de los incendios forestales, la destrucción de los páramos, entre otros.
La reactivación, con una alta actividad entre agosto del 2015 y julio del 2016, incidió en la disminución de la capa de hielo. Aumentó la temperatura en el edificio volcánico y expulsó ceniza, vapor y gases. Una parte del polvo volcánico cayó sobre la nieve y provocó un rápido descongelamiento de más de un kilómetro cuadrado, según las mediciones de agosto del 2015 a enero del 2016.
Cáceres asegura que las continuas nevadas y el descenso de la temperatura en la parte alta del volcán detuvieron, en parte, la rápida reducción del hielo. El investigador, de 58 años, prepara un nuevo informe, ya que el último fue presentado en el 2016.
En los recorridos que realiza al macizo lleva una maleta con una libreta de apuntes, una cámara de fotos y equipos de georreferenciación. El especialista se apoya en satélites y programas de computadora para determinar con precisión la reducción del casquete.
Al captar con la cámara de fotos los glaciares se asegura de ubicarse en el mismo sector que lo hizo en las anteriores expediciones, con el fin de reducir el margen de error.
Para completar la información de campo le hacen faltan las fotografías aéreas, pero estos estudios aún no tienen una fecha establecida para realizarse, por la falta de financiamiento para costear una aeronave para los sobrevuelos.
Por las faldas del nevado aparecen riachuelos, que se forman del deshielo. Estos pequeños afluentes son visibles desde diferentes sectores de la vía Latacunga-Quito en días en que el macizo aparece despejado y hay un intenso sol.
Esa agua que luego desciende por las quebradas es captada por canales, para el uso doméstico y el regadío en Pichincha, Cotopaxi y Napo.
El líquido también es utilizado en el refugio José Rivas, a 4 864 metros de altura. Los trabajadores colocaron mangueras en la base del glaciar Yanasacha, para llevar el agua a tres tanques de plástico.
El ascenso a esta parte del glaciar es sinuoso y peligroso. Los turistas deben llevar un guía para ascender por el empinado sendero de tierra color rojizo y piedras volcánicas.
La caminata a Yanasacha dura más de dos horas y está a 150 metros del refugio. Este camino es utilizado por los montañistas para coronar al Cotopaxi en horas de la madrugada.
Fernando Rubio, administrador del Refugio, explica que una parte del líquido se usa para hacer sopas o té, y el resto, para las baterías sanitarias.
Comenta que hay temporadas en que no tienen agua por el congelamiento total o porque el descongelamiento se dan zonas alejadas de la captación. Un grupo de trabajadores debe subir a buscar las vertientes para volver a captar el líquido, a través de las mangueras.
“Nos ha tocado llevar al refugio el agua en bidones. Hace 10 años se podía llegar con facilidad al glaciar y ahora se debe caminar un buen tiempo para verlo”, asegura Rubio.