Cynthia Viteri se ve como la madre que salvará al país

En el 2005, como primera vicepresidenta del Congreso Nacional, posesionó a Alfredo Palacio, en Ciespal. Fotos: Enrique Pesantes y archivo/ EL COMERCIO

En el 2005, como primera vicepresidenta del Congreso Nacional, posesionó a Alfredo Palacio, en Ciespal. Fotos: Enrique Pesantes y archivo/ EL COMERCIO

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A Cynthia Viteri le es difícil salirse del personaje candidata/madre que ha adoptado para su segunda campaña presidencial porque es parte de su ADN; no tiene que actuar. Por ejemplo, cree, y lo dice, que ella está sacando a flote al socialcristianismo y lo explica con una de sus analogías materno/políticas: “Aquí (Ecuador) las mujeres hemos pasado en muchísimos casos a ser la cabeza de hogares que se hunden. Somos las únicas que no saltamos del barco. O sacamos a toda nuestra familia a flote o nos hundimos con ellas”. ¿Alguna alusión al Partido Social Cristiano? “Así es, así es”.

Este 2017, Viteri cumple 20 años desde la primera vez que fue electa para un cargo de servicio público, como representante del PSC a la Asamblea Constituyente del 97-98. Y su trayectoria le permite identificarse, cómoda y estratégicamente, con las ‘amas de casa’ que saben cómo volver a poner un hogar en orden y sacarlo de una crisis. Es un símil fácil y, por eso, efectivo.

No es un símil forzado. Viteri tiene una historia personal en la que se tejen las peripecias de una madre soltera adolescente y el empuje de una joven determinada a salir adelante. Así, luego de trajinar –como modelo, vendedora o periodista– para mantener a sus hijos, en 1991 llegó al equipo de comunicación del entonces alcalde de Guayaquil, León Febres Cordero; lo hizo tras una breve carrera en televisión y habiendo llevado a cabo sus estudios de Derecho.

No solo su historia, su sola presencia, también encandila. Esa presencia de ánimo fue la que la mantuvo arriba durante la caída de Lucio Gutiérrez en el 2005, cuando tomó la decisión de posesionar a Alfredo Palacio como presidente y ejercer el papel que, como primera vicepresidenta del Congreso, le tocaba; por al menos un par de horas, ella fue la única autoridad política vigente en el país.

Como dice Martha Roldós, “le tocó asumir unos hechos consumados”; y en ese intento se jugó la vida. La cabeza rota (por un palazo propinado en medio de la turba) y varios minutos de angustia quedaron de saldo de esa empresa que la proyectó como figura política nacional y que al año siguiente desembocaría en su primera candidatura presidencial por el PSC. Igual que ahora, esa vez era la única figura capaz de reemplazar a Nebot en esa posición.

Son muchos los espontáneos que la buscan para saludarla, comentarle algo o querer tomarse una foto con ella. Y estos días ajetreados, rodeada de tanta gente, sus intervenciones comienzan –a no ser que el libreto o sus contertulios planteen otro escenario– con el punto central de su ofrecimiento de campaña: recuperar la economía del país.

Le han dicho demagoga por incluir en este plan una propuesta de bajar impuestos así como disminuir las tarifas de luz para el sector empresarial y, de plano, no cobrar el consumo de luz a un millón de familias pobres, bajo el requisito de que no superen los 110 kilovatios/hora en la Sierra y 130, en la Costa.

Siempre que le consultan por este tema, se enoja y responde a sus cuestionadores: “¡¿Cuando es para los empresarios está bien, pero si es para las familias pobres es demagogia?!”. Y suele evocar su antigua condición de madre soltera para decir que ella sabe lo que es dormirse llorando por no saber cómo va a dar de comer a sus hijos al día siguiente. No, ella no acepta que le digan que proponer esa ‘tarifa cero’ es demagogia.

En todo caso, asegura que con su equipo han hecho números y este subsidio representaría un gasto marginal de entre USD 50 y 250 millones dentro de un presupuesto estatal de aproximadamente 100 000 millones. La candidata socialcristiana quiere mostrarse como una administradora capaz.

Aunque su mantra es: “Empleo, empleo y más empleo”, tiene otra obsesión, que ha convertido en promesa de campaña, castigar a los corruptos. Cuando dice, cada vez que la entrevistan o se reúne con sus seguidores, que va a “destapar la olla de la corrupción”, es natural asociar esta afirmación con su vena punitiva; esa que la ha llevado a proponer a lo largo de sus 5 períodos legislativos (entre 1997 y 2016) alzas de penas o a querer derogar la ley de tenencia mínima de drogas, que, para ella, está matando a los chicos del país. Es feroz y rotunda en estas afirmaciones.

Su lucha anticorrupción está avalada por una carrera libre de escándalos. Su excolega Lourdes Tibán, al igual que muchos otros que la conocen, resalta “su transparencia; Cynthia no ha estado metida en corrupción”.

En el 2005, como primera vicepresidenta del Congreso Nacional, posesionó a Alfredo Palacio, en Ciespal. Fotos: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO

Una elocuencia envidiable le permite recitar de memoria los perjuicios que ella considera que este gobierno le ha causado al país. Se lo dice a todo el que la quiera escuchar: en las entrevistas de radio, prensa y televisión, en una reunión con sus seguidoras de Flor de Bastión o en un panel con estudiantes universitarios.

Como una típica mamá ecuatoriana, está siempre pendiente de todo y de todos; quién está, quién no, si ya comieron, están bien, etc. Dada y muy atenta, también puede ser exigente, aunque sin ser atemorizante. Si una de sus asistentes (Mónica Zamora o Elizabeth Hidalgo) no está a tiempo con lo que ella requiere, descuida algún detalle o si ambas se ausentan a la vez, Viteri les hace saber que prefiere que las cosas se hagan como ella ha pedido. Siempre firme y calmada, nunca grosera ni con actitudes destempladas.

Viteri depende mucho de ‘Eli’, para todo: los lentes, el teléfono, el ‘blush’, “la pluma”, las hojas en las que están sus apuntes. Todo. No en vano ‘Eli’ estuvo en su anterior campaña y es su amiga de años, la que la ha albergado en su casa durante su más reciente período como legisladora. ‘Eli’, Mónica y el resto del equipo la cuidan y la festejan todo el tiempo.

Pese a su carisma –ese que durante años le granjeó el aprecio de sus colegas del Congreso, al punto de volverla el nexo entre su bancada y las demás–, no todas las puertas se le abren fácilmente. Es el caso en la Universidad Tecnológica Equinoccial (UTE), cuando se reúne con estudiantes y líderes de la Federación de Estudiantes Universitarios Particulares del Ecuador. Ni a la entrada ni a la salida hay ovaciones.

Quizá se deba a la larguísima sombra de líderes socialcristianos como Febres Cordero o Nebot, que la persigue y le cierra puertas ante ciertos grupos, sobre todo de la Sierra. Ella se fastidia cuando le tocan ese punto, porque dice que es el pasado.

O talvez porque, como dice una estudiante de finanzas de la UTE, sus propuestas no llegan a convencer del todo: “Sí estoy de acuerdo con algunas cosas que dice, pero no me parecen realistas sus propuestas. Yo estudio finanzas y sé que eso que ella propone no se puede hacer”. En cambio, otros como Alex, de 24 años y estudiante de gastronomía, sí la aplaude, sin embargo, espera a escuchar a Guillermo Lasso para decidir por cuál de los dos votar. En elección anterior, él votó por Correa.

Viteri no responde necesariamente a todos los aspectos de las preguntas que le hacen. Es una oradora de excepción que se desenvuelve sin problemas frente a cualquier auditorio. De hecho, su reciente actuación parlamentaria ha sido muy destacada por su capacidad discursiva, más que ejecutiva (en este último período presentó dos proyectos de ley). Y en estos días, no se desampara de los mensajes clave de su campaña.

Pese a que sus colegas en la política Lourdes Tibán, Silvia Buendía o Martha Roldós le reconocen apertura y predisposición al diálogo, Viteri también puede ser de ideas fijas.

Por eso, por ejemplo, aunque no siempre ha vivido una luna de miel dentro de su partido jamás se ha cambiado de camiseta. Y tras dos años de haberse separado del socialcristianismo –del que se desafilió en el 2007, por un supuesto distanciamiento con Febres Cordero–, en el 2009 volvió a su versión remozada: Madera de Guerrero, de la mano de Nebot.

Esa lealtad a prueba de críticas implacables (algunas de ellas casi irrebatibles) se la reconocen todos, también un excoideario, hoy distante: Xavier Neira, quien en esta lid apoya a Guillermo Lasso. “Es una mujer determinada, que toma sus decisiones, pero que igualmente está sometida a la disciplina partidista porque es leal. Y está pecando de ingenuidad política ahora, porque está ahí para romper la candidatura de Lasso, está propiciando la división de la tendencia”.

Consultada sobre esta posible intención de su candidatura o de que sea también un ‘test’ de cómo le iría de candidata socialcristiana para reemplazar a Nebot en la alcaldía de Guayaquil, contesta enfática: “Voy a ser presidenta electa en el 2017, nos vemos en mayo. Yo voy a cambiar el destino de esta nación. Ese es mi objetivo de vida”.

¿Y si por azar eso no llegase a pasar? “No está en mis planes que no haya esa posibilidad. Este es mi proyecto y lo voy a lograr. He salido de peores condiciones, y sé que mi candidatura se enfrenta a dos poderes muy grandes: uno es el poder político, que además tiene dinero; y el otro es el poder económico. Yo tengo el poder de llegar al corazón de la gente, que no tienen ellos”.

Tradicional y de pocos remilgos, no le incomoda ser parte de un partido que sintetiza la esencia patriarcal que tan mal se ve hoy en día. También es pragmática y está alejada del discurso de género, por eso no le preocupa que la critiquen por no haber protestado cuando Nebot repitió algo que un señor mayor dijo en la calle: Cynthia es el hombre.

Prefiere concentrarse en aquello que le llamó la atención del PSC desde el inicio, cuando decidió unirse al partido: “¿Qué es lo que he visto yo desde el 91? Febres Cordero cerró el Municipio para levantar la cochinada que había adentro hasta que levantó esta ciudad de las peores condiciones. ¿Qué me tocó después? Los períodos de Jaime Nebot. ¿Qué es lo que he visto? Resultados, gente eficiente a la que prestan internacionalmente créditos al 2 y 3 por ciento, cuando el país los obtiene al 11 por ciento aproximadamente. Gente que no retrasa obra, gente que paga puntual, gente que baja impuestos, gente que genera empleo y bienestar”.

Sin embargo, que sus posturas no la lleven por el derrotero del activismo de género, no quiere decir que no haya reivindicado los derechos de las mujeres desde el Congreso o la Asamblea.

Lo destaca, conmovida, la abogada y activista pro derechos de las mujeres y de los colectivos LGBTI Silvia Buendía: “No me ubico en el mismo lugar que ella; no compartimos criterio de lo que debe hacerse en materia legislativa, pero su discurso me llegó al alma cuando se discutió sobre el aborto y les dijo a las oficialistas, que supuestamente son feministas, que eran unas sumisas y que habían traicionado su lucha, porque ella por sus ideales se iría contra quien fuera. Yo resalto la necesidad a ser coherente y fiel a una idea, como lo es ella”.

Pero Viteri asegura no creer en las ideologías, sino únicamente en la gestión. O sea igual que una madre, a la que lo único que le importa es que sus hijos tengan qué comer; sin importar lo que se tenga que hacer para ello.

Los pros y contras

En Cynthia Viteri el mismo hecho juega a su favor y en su contra. Su permanencia y lealtad al Partido Social Cristiano (PSC) suelen ser vistas como un escollo para que ella se convierta en una política que represente a una nueva derecha. Por otra parte, tanto sus coidearios como aquellos que no son tan cercanos a la candidata destacan su cualidad de leal y su coherencia política, a lo largo de 20 años de carrera formal. Otro de sus pros es su carisma, que la hace cercana a la gente.

Precisiones solicitadas por Cynthia Viteri

- Soy defensora de la vida desde su concepción y en todas sus expresiones, en el reportaje no queda claro, en mi vida personal sí. Fui una adolescente de 16 años, embarazada, que decidió tener a su hija aún en contra de la sociedad y de su médico que le advirtió que su bebé podría nacer con serias discapacidades por la rubéola que contraje al segundo mes de embarazo. Yo amo la vida y la defiendo en todas sus expresiones, mi vida lo demuestra.

- Cuando me refiero a que las mujeres nos quedamos hasta el final junto a nuestras familias y no saltamos del barco, no me referí a partido político alguno, me referí a mi país, Ecuador

N.D.L.R.: Durante la entrevista, a la pregunta de si estaba haciendo una analogía entre una familia en problemas y los partidos Social Cristiano y Madera de Guerrero, la candidata dio una respuesta afirmativa, como consta en el respectivo audio.

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