En la calle Cóndor Ñan, en Quitumbe, fue hallado el cuerpo de una mujer de 21 años. Foto: Julio Estrella/El Comercio
Lotes baldíos y una quebrada llena de maleza y basura atraviesan una avenida de Quitumbe. Pocos habitantes de este sector del sur de Quito cruzan por allí. Hasta hace dos meses estos lugares eran utilizados como atajos e incluso los caminos de tierra siguen ahí. Pero ahora la gente tiene temor.
Cinco cadáveres han aparecido en el último mes y medio en esa quebrada y en uno de los predios abandonados. El primero de esos hechos ocurrió el 17 de noviembre. La víctima era una mujer de 28 años.
El 18 de diciembre los cadáveres de una madre y sus dos hijos alarmaron a los habitantes. Y el lunes pasado hubo otro más: la víctima era una mujer de 21 años, que la noche anterior había desaparecido.
Gary Arellano, comandante de este distrito policial, explica que los homicidios en Quitumbe han bajado. Sin embargo, él reconoce que la mayoría de las muertes violentas es provocada por problemas personales.
A nivel país, los crímenes también se redujeron. En el 2015 hubo 20% menos homicidios y asesinatos que en 2014.
Datos oficiales señalan que el 2015 fue el año con menos muertes violentas registradas en los últimos 15 años. La tasa de homicidios cerró con seis muertes por cada 100 000 habitantes. Para este año se quiere cerrar con cinco casos.
Guayaquil también experimenta un descenso en las estadísticas de los homicidios, según datos oficiales. Hasta inicios de diciembre, el porcentaje de reducción fue del 6,8%.
Allí las muertes también suceden por venganzas o por disputas de territorios de aquellas mafias que buscan controlar la venta de drogas. Datos de la Dinased señalan que en esa urbe suceden más homicidios desde las 20:00 hasta las 03:00 y se dan entre jueves a domingo. Los feminicidios también son comunes.
Luisa Quinto, de 41 años, fue apuñalada en su casa mientras dormía. El principal sospechoso es su expareja, quien está detenido. Según los familiares, ella sufría violencia doméstica y solo dos días antes de Navidad notaron que tenía un moretón en el ojo. El día que Luisa murió, su hijo de 21 años la llevó al hospital. Una de las últimas frases que pronunció en el trayecto fue que cuidara a su hermano pequeño.
Quito tiene un índice más bajo: cuatro puntos. Otro asesinato en la capital ocurrió el 29 de diciembre en el barrio de la Ferroviaria Baja, en el sur.
Una mujer de 40 años fue asesinada en el interior de su residencia. Su espalda presentaba cortes profundos perpetrados con un arma blanca. La Policía maneja este caso como un posible feminicidio, pues hay detalles que indican que se trataría de un ataque en el que estaría involucrada su pareja sentimental.
Ese día, los vecinos escucharon los gritos de la mujer. Pero al ingresar a su casa para socorrerla la encontraron sin vida, recostada sobre el piso de la cocina. Los moradores dijeron que estaban acostumbrados a escuchar peleas y gritos constantes, pero “jamás había pasado a mayores”.
El 6 de diciembre sucedió otro crimen en ese mismo barrio. Pero esta vez la víctima fue asesinada en una riña, luego de una fiesta popular. Se habría negado a entregar dinero a unos amigos que querían comprar licor. Uno de ellos sacó un cuchillo y lo hirió.
La noticia sobre este crimen se divulgó por el barrio. Desde ese día Segundo Mejía cierra temprano su negocio de reparación de televisores. Dice sentirse inseguro.
Pamela Reinoso, de 22 años, tiene prohibido transitar por ese barrio sola, sobre todo en la noche. Ella regresa de la universidad a las 21:00 y antes de salir de la estación de buses cercana llama a sus padres para que la vayan a recoger.
En Quitumbe pasa algo similar. Esperanza Tobar vive 20 años en la calle donde se han encontrado los cuerpos. Se siente alarmada cada vez que sus hijos de 19 y 27 años no contestan el celular.
Incluso cuando sale a comprar pan a unas dos cuadras de su vivienda lleva un palo de escoba pequeño. Así se siente tranquila.
“Quién sabe si alguien malo ronda por aquí. Pero en la quebrada siempre hay robos y ahora hasta muertos aparecen”, dice asustada. Otro vecino, Milton Ulloa, cree que es necesario organizarse y formar una brigada y evitar que estos casos se repitan.