Fue internado con covid-19 en una UCI en Quito, la cuenta llegó a USD 150 000; ahora su familia levanta una campaña

Tras dos meses en UCI, Galo (derecha) volverá a su hogar junto a sus hijos y sus nietos. Foto: Cortesía Familia Morales

Tras dos meses en UCI, Galo (derecha) volverá a su hogar junto a sus hijos y sus nietos. Foto: Cortesía Familia Morales

Imagen referencial. Pacientes con covid-19 en una Unidad de Cuidados Intensivos. Foto: AFP

Daniela cerró sus ojos y recordó ese “Hola, mi reina” con el que su padre, Galo Morales, de 60 años, la recibía desde que era pequeña. En ese momento, intentó sentir los besos en la frente con los que la animaba. Era julio del 2020 y Galo se aferraba a la vida en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de una casa de salud en Quito, tras haber sido diagnosticado con covid-19 el 25 de junio. El cuadro médico no era alentador, pero, contra todo pronóstico, sobrevivió tras 45 días en UCI.

“No puedo describirlo. Es ese alivio de ver a mi papi vivo y poder decirle que todo estará bien”, dice su hija, mientras contiene las lágrimas. El padre se prepara para un largo camino de recuperación y su familia se une para intentar recolectar fondos, saldar su hospitalización y cuidar su salud.

Los Morales siempre fueron una familia fortalecida, constante, amorosa, dice Daniela. La llegada de la pandemia desatada por el covid-19 los unió más, pese a la distancia física. Había que mantenerse sano para salvar la empresa de publicidad textil, liderada por Galo, con la que sacó adelante a sus dos hijos. Nadie imaginaba la crisis económica que hoy golpea los ingresos de miles de hogares ecuatorianos. Entonces, Galo vio una solución: la confección de mascarillas para reactivar su negocio.

Siempre con alcohol-gel en las manos y la mascarilla en su rostro, el padre comenzó a trasladarse a su oficina desde mayo último. “Pensamos que quizá se contagió en una de las salidas, aunque él era muy temático, extremadamente cuidadoso... pero así es el virus, silencioso”, relata la joven, de 31 años.

Los síntomas del covid-19, recuerda Daniela, comenzaron a aparecer el domingo 21 de junio. Galo empezó a sentirse mal, pero la familia pensaba que se debía a la rinitis aguda que ha padecido a lo largo de su vida. “Mi papá se hizo una prueba rápida de anticuerpos ese día y le salió negativo”.

La fiebre llegó horas después, durante la madrugada del 22 de junio. Su esposa Mónica, de 58 años, decidió llevarlo a un hospital de la capital. “Pensamos que era alguna infección, por eso lo llevamos allí. No imaginamos que era covid-19 por el resultado negativo previo”, relata Daniela.

Galo y Mónica construyeron un hogar amoroso junto con sus dos hijos: Javier y Daniela. Foto: Cortesía Familia Morales

Tras una evaluación, el equipo médico le realizó una tomografía para observar sus pulmones. Hallaron unas manchas blanquecinas, lesiones características de quien padece el virus. Para confirmar su condición, fue sometido a una prueba PCR y el diagnóstico fue positivo.

Galo fue hospitalizado ese día; su esposa, en cambio, el 26 de junio. “Temíamos por mi mami porque sufrió un infarto hace pocos años, pensamos que el cuadro podría empeorar, pero fue dada de alta una semana después porque no tuvo agravantes”, relata su hija.

Durante esa semana, su padre permaneció en una habitación regular con oxígeno, pero en el lapso de dos días su condición empeoró y el 27 de junio fue ingresado a la Unidad de Cuidados Intensivos, intubado e inducido al coma.

El panorama, recuerda Daniela, era angustiante porque el impacto del covid-19 va más allá de la afectación de los pulmones. A Galo le practicaron una traqueotomía, una técnica quirúrgica que posibilita el acceso directo a la vía respiratoria en pacientes que tienen dificultades para respirar por la boca y la nariz. Además, fue sometido a diálisis y a una cirugía vascular por un sangrado en una de las arterias de su pierna.

Habían días esperanzadores, otros, en cambio, de incertidumbre e impotencia. “Yo iba todos los días al hospital para poder hablar con los médicos. Veía a mi papi desde la ventana. Era doloroso verlo así, sin saber si iba a poder escuchar su voz de nuevo. Mi hermano Javier se hizo cargo de la empresa para que no quebrara, para continuar su legado. Mi madre, todavía enferma, estaba sola en casa... solo le pedíamos a Dios que lo salve”.

Tras dos meses en UCI, Galo (derecha) volverá a su hogar junto a sus hijos y sus nietos. Foto: Cortesía Familia Morales

Pese a que el diagnóstico de los especialistas a cargo de Galo no era positivo, comenzó a mostrar mejoras “milagrosas”, recuerda Daniela. El viernes 7 de agosto, su padre retomó la consciencia y salió de la sala de cuidados intensivos. Pero su recuperación no terminará ahí. “Sales, sí, el problema son las condiciones en la que lo haces. Después de estar tantos días sin moverte, tus músculos quedan afectados. Necesita el cuidado de una auxiliar de enfermería las 24 horas, además de rehabilitación física y volver a asimilar la deglución y el habla. El impacto psicológico es muy fuerte también, porque no entiendes qué pasó”.

El primer encuentro entre Galo y su familia fue emotivo. Pese a que no podía hablar por la traqueotomía, “el alivio fue abrumador. Sentí angustia por cómo salió, todavía lo alimentan por sonda, estaba desorientado. Pero es una alegría saber que pronto estará en casa, hogareño como siempre y disfrutando del fútbol del Independiente del Valle”, afirma la joven.

Galo Morales (centro) es un sobreviviente. Tras dos meses en la Unidad de Cuidados Intensivos de un hospital en Quito, superó el covid-19. Sin embargo, su familia no cuenta con los recursos para pagar su hospitalización. Foto: Cortesía Familia Morales

Con su padre estable, la preocupación de la familia ahora también es saldar la cuenta de la hospitalización que “asciende a USD 150 000. Lo llevamos a una casa de salud privada porque pensamos que era otra enfermedad, no sabíamos que iba a pasar dos meses allí. Tenía seguro privado, pero llegó al tope de póliza y cubre la tercera parte de la cuenta. Pero no sabemos cuál será el gasto de todo lo que implica su recuperación”.

Entonces, la familia ideó Ayuda a Galo a respirar, una iniciativa que primero se consolidó como una campaña de ‘crowdfunding’ en la plataforma GoFundMe y ahora con una rifa que oferta más de 45 premios, todos donados por amigos y personas que han decidido apoyarlos. Cada boleto cuesta USD 10 y el sorteo se realizará el próximo 30 de agosto. “Nosotros sabemos que hay familias en condiciones iguales o que necesitan mucho más que nosotros en este momento. Hemos decidido hacerlo por el amor que le tenemos y quiero agradecer a quienes nos han ayudado porque sabemos que no estamos solos”, afirma Daniela.

El camino aún es largo para Galo, pero lo emprenderá con una familia incondicional. Daniela piensa en las veces en las que proyectaron la muerte de su padre, en los días en los que su cuerpo se debilitaba. Y se enorgullece porque es un sobreviviente. “Volver a verle es mi bendición. Volver a escuchar que me diga “Mi reina” y sentir sus besos...lo único que puedo decir es ¡Gracias, Dios!”, dice, emocionada, a través de la pantalla.

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