En Pichincha han fallecido 2 027 personas por el covid-19, confirmadas con pruebas PCR y es la provincia con más muertes a raíz de la enfermedad hasta este lunes 4 de enero del 2021. Foto: Archivo / EL COMERCIO
Lola Benavides, una profesional financiera de 33 años, recuerda con horror aquella frase que, comenta, le repetían en un sanatorio público en donde su padre, que dio positivo para covid-19, estuvo hospitalizado. “En el sistema de salud, la prioridad es la gente más joven”.
El hombre, de 57 años, ingresó al Hospital del IESS Quito Sur, el lunes 28 de diciembre del 2020. Su estado era delicado. “Su saturación de oxígeno era muy baja; sus pulmones y riñones estaban afectados. El virus le dañó muchos órganos”, cuenta.
A esto se suman las complicaciones que se desataron producto de una enfermedad preexistente: la diabetes. “La tarde del lunes 28, los médicos nos dijeron que mi padre requería una cama en terapia intensiva, debido a sus dificultades respiratorias y a sus problemas con la diabetes”.
Los profesionales sanitarios -detalla- le comentaron que su padre tenía prioridad uno, pero pasaban los días y no le transferían a otra casa de salud. “Continuamente preguntaba a los médicos las razones por las cuales no lo trasladaban. Lo único que me respondían era que no había disponibilidad”.
Lola, quien también estaba hospitalizada por la infección de coronavirus, empezó a ver que otros pacientes eran referidos. “Muchos estaban estables y fueron llevados a otras unidades de salud en donde sí había terapia intensiva. No entendía, por lo que insistía en su cambio urgente”.
Después de tanto preguntar -recuerda- le dijeron que “lo único que puede hacer es pedir a Dios, ya que lastimosamente el sistema daba prioridad a la gente más joven”.
La mujer estaba devastada. “Todos me repetían que necesitaba un milagro. Incluso tuvimos que comprar una máquina para mejorar su oxigenación. Costó más de USD 480; le ayudó a mantenerse estable, pero ya no era suficiente. Requería con urgencia el traslado a UCI y nadie nos ayudaba”.
Luego de tanto rogar, asegura, una doctora dio paso al traspaso de su padre a una clínica privada. Eso ocurrió recientemente. El domingo 3 de enero -seis días después de su ingreso- se efectivizó el cambio a otra unidad médica de la capital.
“Logramos que nos ayuden con la ambulancia para llevarlo a la clínica asignada. Ahora está intubado e inducido al coma. Aún tiene pronóstico reservado, pero ha aceptado bien los tratamientos. Sé que luchará por su vida”.
Después de esta dura experiencia con su padre, Lola señala que “los adultos mayores deben tener el mismo acceso a los servicios sanitarios, es decir, no les pueden quitar la oportunidad de vivir. Es inhumano”.
La mujer también cuenta que la situación hospitalaria es compleja. Ella se mantuvo internada durante 11 días en el mismo sanatorio en donde estuvo su padre. “No hay agua para beber ni tampoco vasos para pacientes ni personal de salud. Teníamos que compartir con los otros internos; los que no tenían parientes tomaban agua de la llave y en los envases en los que se recogen las muestras de orina”.
En la familia de Lola, 10 personas más dieron positivo para covid-19; una de ellas, su bisabuela de 101 años, falleció días atrás.
Sobre el tema, Hugo Espejo, subdirector de Medicina Crítica del Hospital Quito Sur, del Seguro Social, aclaró que en la casa de salud hay lista de espera de aproximadamente 27 contagiados que requieren una cama en terapia intensiva.
“El servicio siempre es muy demandado con y sin pandemia. En Ecuador y en otros países existen protocolos, guías y ‘score’ de gravedad en los que nos basamos para determinar una cierta prioridad para que unos pacientes ingresen rápido y otros puedan esperar su derivación. Presionamos para que sean referidos”.
Espejo añadió que es “una decisión técnica y ética. Es como una biblia que seguimos, nos ligamos y nos aferramos a eso”.
El Hospital no se pronunció puntualmente sobre la denuncia principal de que los más jóvenes son la prioridad.