Cotopaxi, otra ruta aérea en la que operan coyotes

A las 04:00 del sábado, viajeros esperan afuera del aeropuerto de Cotopaxi. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

A las 04:00 del sábado, viajeros esperan afuera del aeropuerto de Cotopaxi. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

A las 04:00 del sábado, viajeros esperan afuera del aeropuerto de Cotopaxi. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Los pasajeros llegan poco a poco. En silencio se ubican uno al lado de otro. No se miran, no saludan ni se hablan. Son hombres y mujeres de entre 18 y 30 años. La madrugada del sábado último permanecieron en los exteriores del aeropuerto de Cotopaxi. Todos llevan pequeñas maletas.

Así esperan que se abran las puertas para abordar el único vuelo que opera desde esa terminal hacia México. Dicen que van de turismo.

Los primeros llegaron a las 02:00. El frío es intenso. Cruzan los brazos y tratan de conservar el calor. Todo está oscuro. Los rostros de los viajeros se ven solo cuando un vehículo que intenta estacionarse ilumina la zona.

En la fila hay un joven. Al inicio no habla. Pasa con la mirada en el celular. Pero en medio de la espera empieza a conversar. Dice tener 28 años, que está desempleado desde el 2018 y que tiene un hijo de tres años en casa.

“Soy de Guamote (Chimborazo)”, cuenta. Su hermano lo acompañó. En el carro viajaron tres horas para llegar al aeropuerto. “Yo voy a decir que me voy de turismo, pero cuando llegue a México voy a cruzarme a EE.UU.”.

Habla de una agencia de viajes y asegura que allí le ayudaron a planificar todo.

Familiares despidieron a migrantes que tomaron un vuelo hacia México desde el Aeropuerto de Cotopaxi. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO.

Luego declara que el que está detrás es un ‘coyote’, al que contrató en su pueblo.

Pagó USD 12 500. Todos son instruidos para decir que el trayecto es parte de un tour. Quieren evitar problemas con la Policía.

A las 05:00 aparece un guardia del aeropuerto. “Solo pueden pasar quienes se van. En la puerta enseñen su pasaporte. Sigan, por favor”, dice en voz alta.

El hermano mayor del joven de 28 años se retira la mascarilla y lo besa en la frente. Lo abraza con fuerza por 10 segundos. Con voz entrecortada le dice que a pesar de no ser su papá, le dará la bendición para que llegue vivo a Texas. Ambos lloran.

Antes de retirarse, le entrega un billete enrollado de USD 50. “Es todo lo que tengo ahorita. Si estás en apuros te puede servir. Cuídate, carajo, y que Dios te bendiga”. Se despiden y se alejan.

Los migrantes llegaron al Aeropuerto de Cotopaxi con pequeñas maletas acompañados de sus familiares. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO.

En la fila también hay una mujer. Cuenta que viajó en un bus ocho horas desde Saraguro-Loja hasta Cotopaxi. Es su segundo intento por llegar a EE.UU. Hace nueve meses llegó deportada cuando ya había entrado a este país. La detuvo una patrulla que opera en la frontera.

“El tour que contraté ahora con la agencia dice que el trayecto durará una semana”. La mujer observaba fotografías en su celular. En unas imágenes sonríe con una niña de dos años en sus brazos. “Es mi hija. Ayer, lo que más me dolió fue despedirme de ella. Se queda con mi mamá. Luego entenderá todo lo que hago”, dice antes de secarse las lágrimas con la manga.

A las 05:30 se abren las puertas de la terminal. Está próxima a la puerta de ingreso. Una persona revisa el pasaporte. “Tengo miedo por los policías”, dice la mujer.

Los agentes ya saben lo que ocurre en el aeropuerto y confirman que mucha gente sale por ahí con ayuda de ‘coyotes’. Lo hacen de forma regular, con pasaportes, pues para México no se requiere visa desde 2018.

Con base en las investigaciones, saben que desde ese país toman rutas clandestinas para llegar a los EE.UU.

Al aeropuerto pueden ingresar únicamente las personas que tienen un pasaje. Los familiares que los acompañaron para despedirse se quedan en los exteriores. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO.

¿Por qué lo hacen por Latacunga? Tras indagar las operaciones, los investigadores determinaron que los viajeros son engañados, pues los ‘coyotes’ les dicen que si en una ocasión ya les regresaron de México, en un segundo intento no les niegan el ingreso si salen por Cotopaxi.

Cada sábado, un Boeing 737-500 sale con 129 pasajeros desde esa provincia. Información oficial indica que en cada vuelo, el 10% de los usuarios son impedidos de entrar y retornan en el mismo avión a Ecuador.

Pero en octubre último, 93 de 120 viajeros tuvieron que regresar, pues no justificaron que iban de turismo. Con base en esos casos, la Policía sabe que las mafias cobran a los emigrantes entre USD 1 000 y USD 1 500 solo por la “bajada”. Este término se utiliza para referirse a supuestas coimas que se pagan en México para evadir el control migratorio. Todo el recorrido cuesta hasta 15 000.

El sábado, la gente decía que sí es verdad. Son de Loja, Cuenca, Azogues y de poblaciones de la Amazonía.

A las 09:00, el avión despega. Los familiares que los acompañaron se retiran.

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