Controversia por la reducción de horas para tareas escolares

De 12::00 a 18:00, en el Centro de Apoyo Pedagógico de Chillogallo, escolares son ayudados en sus tareas. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

De 12::00 a 18:00, en el Centro de Apoyo Pedagógico de Chillogallo, escolares son ayudados en sus tareas. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

De 12::00 a 18:00, en el Centro de Apoyo Pedagógico de Chillogallo, escolares son ayudados en sus tareas. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

Las responsabilidades de un estudiante no terminan cuando suena la sirena al finalizar la jornada escolar. En su agenda llevan anotados los deberes que deben hacer en sus hogares. En Ecuador, la carga horaria promedio que se envía a la casa sobrepasa las 11 horas semanales, más del doble de lo recomendado en el mundo.

La cifra es de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que tiene a su cargo las famosas pruebas PISA, por sus siglas en inglés. Es decir, el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos.

En un estudio de OCDE se observa que en el mundo, la tendencia es reducir el número de horas que se dedican para hacer tareas. En América Latina, México y Chile se acercan al promedio, con algo más de cinco horas (ver infografía).

Ecuador busca sumarse a esa ola. Aunque la idea no es nueva. El debate sobre la cantidad de deberes que se envía a los estudiantes se abrió hace 11 años, cuando Consuelo Yánez era ministra de Educación en el gobierno de Alfredo Palacio.

Entonces ella dispuso que se eliminen las tareas. Hoy asegura que esa medida debe implementarse tan pronto como sea posible. Su decisión fue derogada por su sucesor, el exministro Raúl Vallejo.

Ayer, en los planteles y en conversaciones informales se debatía el anuncio del ministro de Educación, Augusto Espinosa, quien informó sobre la la regulación de la cantidad y pertinencia de los deberes.

Joaquín Batallas, de tercero de bachillerato de la Unidad Educativa 24 de Mayo, celebró la decisión. “A veces nos quedamos hasta la noche...”, Su opinión no fue compartida por Jessica Pichán, deportista. Opina que muchos de sus compañeros pierden el tiempo en otras actividades y dejan los deberes para el último momento. En el mundo el debate está instalado. Una encuesta del 2013-2014, sobre la salud de los escolares de la OMS, advierte sobre su estrés, lo que les causa dolores de cabeza y abdomen, espalda, tristeza, tensión y nervios. En esa línea, Harris Cooper, investigador de la Universidad de Duke, propone la ‘Regla de los 10 minutos’. Consiste en multiplicar el grado del alumno por 10. En primer año harían 10 minutos de tarea; en quinto, 50; y, los de tercero de secundaria, 90. Más tiempo le parece inútil.

Esto va en relación con la propuesta nacional. En primero de básica se plantea no enviar deberes. Desde segundo a cuarto hasta 40 minutos diarios de tarea; en quinto y séptimo no se puede sobrepasar los 60. Desde octavo hasta décimo, de 60 a 80 minutos. Y en el bachillerato, el tiempo máximo es de dos horas.

Los deberes, detalló Espinosa, requieren criterios de pertinencia, planificación y cantidad. En el primer caso necesita fomentar el trabajo autónomo y la responsabilidad. En el segundo caso deben estar alineados con el currículo de cada plantel y con los intereses y necesidades de los estudiantes.

¿Pero qué harán los alumnos en el tiempo libre? Espinosa recordó que hay una corresponsabilidad de los padres, “que no pueden esperar que el Ministerio o la escuela llene el tiempo libre de sus hijos”.

Mónica Guevara, madre, rebatió ese argumento. Para ella, Ecuador no tiene las mismas condiciones que Finlandia. Este país del norte de Europa encabeza los listados de la mejor educación en el mundo. Registra menos de tres horas semanales invertidas en tareas, según la OCDE. También, jornadas escolares reducidas.

Para Guevara, los chicos tendrán más tiempo libre y menos supervisión “los padres no están en el hogar”. Podrían “perder el tiempo en pandillas o iniciarse en las drogas”.

Rose Mary Terán, catedrática de la U. Andina, cuestiona la medida. No se justifican los argumentos si los chicos están en medio de una reforma basada en la evaluación disciplinaria, que los agota. Apunta que las tareas también son de refuerzo y retroalimentación.

El rector del Colegio Tomás Moro, Teodoro Álvarez, recibió ayer un ‘e-mail’ del Ministerio con información sobre la nueva regulación de deberes. A él no le tomó por sorpresa, pues trabajan con criterios de pertinencia y objetivos hace 10 años. Quiere saber si debe entregar al Ministerio la nueva planificación de deberes.

En el Centro de Apoyo Pedagógico, en Chillogallo, se ofrece el servicio de tareas dirigidas. Ana María Haro, coordinadora, comentó que tiene a su cargo 20 niños, todos de básica. El valor del servicio es de USD 45 mensuales.

Los deberes que más se envían son los de matemáticas y lengua. Los chicos de 6 a 12 años ocupan tres horas, en promedio, para sus deberes, contó Haro. Algunos se quedan hasta las 18:00.

“Tratamos de que aquí terminen todo, nosotras reforzamos los conocimientos cuando dicen que no entendieron lo que se dio en clase”, dijo. Un padre, Ricardo Mena, quisiera que su hijo aprovechara la tarde en una escuela de fútbol. Aún no es posible.

En contexto

El Ministerio habla de respetar el tiempo libre de los alumnos y evitar mandar deberes los fines de semana, por ejemplo. Esto ya ocurre en planteles particulares. Dice que la junta académica puede pedir más horas, según necesidades propias.

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