El 14 de diciembre se desarrolló un operativo de control aduanero en las vías cercanas a la frontera con Perú. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
La balacera duró solo dos minutos. Eran las 21:00 cuando cuatro hombres con pistolas y revólveres atacaron las bodegas que la Aduana tiene en Chacras, un pequeño poblado de El Oro, a 20 minutos de Perú.
El grupo llegó en una camioneta blanca, sus ocupantes ingresaron al lugar e intentaron llevarse dos camiones repletos de cebolla que habían sido decomisados horas antes.
El ataque se produjo hace 11 días y los aduaneros aún mantienen las alertas activadas, pues no ha sido el único enfrentamiento en la zona.
Este año, militares, policías y aduaneros enfrentan las operaciones de los contrabandistas en la frontera sur. Dicen que “han montado estructuras similares a las del narcotráfico”.
Tienen armas, vehículos 4×4, teléfonos satelitales, motos y personas que monitorean día y noche lo que hacen los uniformados. Esa logística la activan para traer de Perú electrodomésticos, ropa, licores o alimentos ilegalmente.
Esta semana, EL COMERCIO recorrió poblados y ciudades asentados en la frontera.
En el complejo de Chacras, 300 automotores, entre camiones, volquetas, autos y camionetas están parqueados con las llantas ponchadas. Así, los aduaneros evitan que los contrabandistas recuperen los vehículos. En otras ocasiones, les quitan las baterías, para impedir que enciendan el motor. De esta forma evitaron que estos grupos recuperaran los camiones cargados de cebollas.
Pero no siempre funciona la estrategia de los uniformados, pues hay casos en los cuales sí se llevan la mercadería antes de que esta llegue al complejo.
Eso sucedió con un camión a inicios de este diciembre del 2017. Ocho personas armadas con pistolas y tubos de metal bloquearon el vehículo en plena carretera.
Tras romper las ventanas, golpearon a militares y policías y recuperaron los quintales de arroz que habían sido decomisados en un operativo.
Los contrabandistas huyeron con el cargamento y nadie sabe dónde está ese camión.
Pablo Mantilla recibió el informe de sus hombres y conoció lo sucedido. Él comanda el grupo de control fronterizo del Ejército y el miércoles, 13 de diciembre, se reunió con los comandantes de la Policía y de la Aduana de El Oro. Durante una hora y media analizaron el poder que tienen estos grupos, a quienes incluso han llegado a denominar “mafias”. Les preocupa que usen las localidades y poblados como puntos de almacenamiento de los productos y de refugio para ellos.
En Huaquillas, por ejemplo, no existen controles para el contrabando. Por el puente internacional a diario cruzan desde Perú carretas repletas de electrodomésticos, ropa, calzado, alimentos y licores.
Esos productos ingresan libremente y son almacenados en bodegas, que están identificadas por los uniformados.
Desde allí embarcan la mercadería en camiones y salen hacia Cuenca, Quito y Guayaquil. Hasta ahora se han detectado 14 pasos clandestinos.
El director de la Zona 3 de la Aduana, Hernán Solís, dice que su personal no puede ingresar a Huaquillas, “porque la gente les ataca”.
El presidente de la Cámara de Comercio de esa zona, Freddy Balcázar, confirma aquello y asegura que los uniformados prefieren no entrar, para evitar enfrentamientos.
La situación se agrava en las zonas por donde pasan los camiones con mercadería ilegal.
En esos lugares operan células de estos grupos. Cuando un camión es incautado, ellos bloquean el paso de los uniformados. Después salen con palos, machetes y piedras y atacan a los agentes hasta recuperar los camiones incautados.
Hace 18 días, en un sector desolado, un grupo de encapuchados paró la caravana de los aduaneros y militares y les apedrearon. Eso obligó a los uniformados a lanzar gas lacrimógeno, pero este material se terminó y los armados abrieron las puertas del camión y se llevaron el arroz y el ajo.
Otros liberaron a tres detenidos y se llevaron tres carros.
Solís logró grabar todo a través de la cámara que llevaba en su casco. Cuando la gente se dispersó, los uniformados salieron del lugar y se retiraron en sus camionetas.
Esos automotores también tienen señales de violencia. Durante otros enfrentamientos, los contrabandistas han roto las ventanas, parabrisas y retrovisores de las nueve camionetas que en este momento operan (cuatro están en los talleres) .
En Arenillas, en cambio, incendiaron un patrullero de la Policía y a los vehículos de los militares les chocaron, para evitar que los persigan.
Hace 20 días, en esa población los contrabandistas recuperaron un camión incautado por los militares y luego se escondieron en un barrio del sector. Ahí también hubo disparos. Dos personas resultaron heridas y una tercera falleció en el cruce de balas.
Este panorama hizo que desde octubre, la fuerza pública y los aduaneros formaran una unidad especializada de control fronterizo con 107 hombres. Desde entonces se incrementaron los controles en las vías y en los pasos clandestinos, pero las mafias respondieron con más violencia. Ahora piden más personal y equipos.