La prevención universitaria sobre drogas es débil

Hace 10 días, 80 representantes de universidades se citaron para hablar de la prevención. Foto: Cortesía Consep

Hace 10 días, 80 representantes de universidades se citaron para hablar de la prevención. Foto: Cortesía Consep

Hace 10 días, 80 representantes de universidades se citaron para hablar de la prevención. Foto: Cortesía Consep

De las 59 universidades que operan en el país, en este año apenas 11 acordaron con el Consep la puesta en marcha de programas de prevención en las aulas.

La falta de prevención en estos centros de estudios no es nueva. En el 2012 se presentó el Segundo Estudio Epidemiológico Andino que habla sobre el consumo de drogas en la población universitaria del Ecuador. El documento revela que apenas el 7,5% de los alumnos recibió un programa formal para saber cómo prevenir.

Tres años después, la situación tiende a agudizarse, pues en una universidad, sus autoridades reconocieron que el consumo entre sus alumnos subió.

Hace dos años, cada semestre registraba hasta dos casos de jóvenes con problemas de dependencia. Ahora se reporta al menos uno cada semana.

Las secuelas son graves. La primera es el abandono de las aulas. Eso sucedió con un joven que estudiaba Finanzas. Hace un mes desapareció y pidió el retiro de todas las materias.

Bienestar Estudiantil estudió su caso y descubrió que tenía dependencia a la marihuana y a la cocaína. Los psicólogos hablaron con los padres del chico y le dijeron que debía ingresar a un proceso de rehabilitación.

Igual sucedió con Sofía. Tiene 26 años y el martes acababa una clase. Allí recordó cómo en el 2013 abandonó sus estudios, dejó la casa y con otras personas con adicción comenzó a viajar a las playas. Consumía cocaína y para comprar las dosis pedía dinero a sus padres.

En el grupo que la acogió había otros chicos que también habían abandonado sus carreras por el consumo de narcóticos.
De allí que en el Segundo Estudio Epidemiológico se dice que entre las sustancias más consumidas por universitarios ecuatorianos están la marihuana, la cocaína, hongos alucinógenos y pasta base.

Precisamente la marihuana fue la droga que a Carlos le originó una dependencia.

Él también dejó sus estudios hace cuatro años, porque un carro lo atropelló en Quitumbe, un barrio del sur quiteño, mientras caminaba bajo los efectos de esa sustancia. Eran cerca de las 14:00 y llovía. Salía de una casa en la que con otras personas consumió narcóticos toda la mañana. Cuando intentó cruzar la calle no vio el auto, no sintió el golpe y solo recuerda que se despertó cinco horas después en el Hospital del Sur.

Estuvo internado un mes hasta curarse de la fractura en la pierna, y luego su mamá, quien apenas se enteraba que su hijo era dependiente, lo llevó a un centro de rehabilitación para adicciones. Eso lo ayudó y hace un año volvió a estudiar.

El miércoles contó a este Diario que volvió a estudiar Gastronomía y que en este momento está en cuarto semestre.

El Segundo Estudio Andino revela que solo un 19% de los jóvenes encuestados en Ecuador dijo haber tenido talleres
y cursos, pero aislados.

EL COMERCIO tomó al azar seis universidades para que sus autoridades dijeran qué hacen en prevención. Por ejemplo, en la Politécnica Nacional se usan festivales de música, danza y artes plásticas. Esto se realiza los jueves durante dos horas.

¿Da resultados? Tarquino Sánchez, vicerrector de Docencia, dice que así se crea un “ambiente sano” para que el alumno no recurra a la droga.

En este año, además, se han realizado dos conferencias y en noviembre empezará una campaña de información en la web.
En la Salesiana, en cambio, hay clubes deportivos y culturales. En la Central la encargada de la prevención es la Facultad de Psicología. La semana pasada, la decana María Elena Silva dijo que los estudiantes forman brigadas para realizar charlas en otras facultades.

Pero en este semestre, que ya lleva un mes, no han realizado ningún encuentro.

En la Católica de Quito, en cambio, el ciclo anterior se realizó una charla con 100 alumnos. Mientras que en la UTPL y la Unidades de Santo Domingo de los Tsáchilas se implementaron cátedras optativas que se llaman Fenómeno socio­económico de las drogas.

Esta es una materia optativa que los chicos tienen que aprobar dentro de la malla curricular. Es decir, cada plantel tiene
su propia forma de prevenir este problema. Recién en la Ley de
Drogas
, aprobada el jueves pasado, se habla de las universidades como un punto específico

Allí (art. 10) se dice que la Senescyt “asegurará que en todas las instituciones de educación superior se transversalice dentro de la malla curricular de las diversas carreras y programas académicos el conocimiento de acciones para prevenir”.

En el segundo debate no pasó una propuesta que se había incluido en el informe que entró al Pleno. Ahí se decía que antes de la obtención del título, los universitarios debían trabajar en los barrios en prevención.

En los centros de educación ya había preocupación. Por eso, hace 10 días, 80 autoridades del país se reunieron en el auditorio de la UTPL-Quito y analizaron la posibilidad de crear una red que busque la prevención integral.

Mientras tanto, aparecen casos más dramáticos, como el de Esteban. Él fue detenido cuando consumía con sus compañeros. Ocurrió hace cinco años; apenas cursaba el segundo semestre de Comercio Exterior. En ese entonces tenía 22 años y una mañana, luego de clases, los policías los arrestaron porque lo vieron fumar marihuana. En su auto hallaron una bolsa de esta droga que antes había comprado con sus compañeros. Fue arrestado un mes y, en ese tiempo, sus papás vendieron el carro para pagar a los abogados. Antes de que saliera libre su padre falleció por un ataque cardíaco. Eso complicó más su situación.

Salió de la cárcel, pero no pudo volver de inmediato a estudiar. Tuvo que esperar dos años. En ese tiempo trabajó, por ejemplo, de ayudante en un consultorio jurídico. Así reunió dinero y hace un año regresó a las aulas.

En contexto

Según el Consep, los universitarios son uno de los grupos vulnerables al consumo de drogas. Con la nueva Ley, si una persona es descubierta con hasta 1 gramo de clorhidrato de cocaína o 2 gramos de pasta base o 0,1 gramo de heroína puede ir a la cárcel tres años.

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