Los jóvenes se lanzan al río con una cuerda que cuelga de un puente o desde las piedras gigantes. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
Los habitantes de las comunidades kichwas del cantón Santa Clara (en Pastaza) se organizan para impedir que su principal río, Piatúa, sea utilizado en un proyecto hidroeléctrico.
La compañía Genefran se aprestaba a utilizar el 90% del caudal del Piatúa para generar electricidad. Esa obra está paralizada, debido una acción de protección que interpusieron las comunidades.
A lo largo del río Piatúa, que nace de las estribaciones del Parque Nacional Llanganates, se practican actividades turísticas. El agua es cristalina y tiene paisajes naturales.
Ocho comunidades se asientan en el trayecto de 15 kilómetros del Piatúa. En ese trayecto se quiere impulsar un proyecto para ofrecer caminatas por la selva, chamanismo y clases de plantas medicinales.
Para ejecutar esta iniciativa se apoyarán con la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador y pedirán asistencia técnica a la Universidad Estatal Amazónica.
“La construcción de la hidroeléctrica no se realizó con una consulta previa, libre e informada”, asegura Christian Aguinda, uno de los dirigentes indígenas de Santa Clara.
El balneario del Piatúa es el principal atractivo de Santa Clara. Hay una zona para parquear y varios senderos que llevan a las riberas del afluente.
También hay dos cabañas, que fueron construidas por el Municipio. El riobambeño Iván Padilla arrienda desde mayo una de ellas. Vende gaseosas, bebidas, bocados y alimentos preparados los fines de semana. El joven contó que familias indígenas y mestizas acuden al río para bañarse por ser el más limpio del cantón.
“Si hay un desvío del río debería cerrar el negocio, porque ya no vendrían turistas al estar seco el afluente”, dice Padilla.
Andrés Grefa es uno de los operadores turísticos de la zona. Alquila botes de kayak y boyas para la práctica del tubing, a USD 5. El joven, de 25 años, se encarga de llevarlos en una camioneta doble cabina a la comuna 20 de Abril.
Desde esta zona descienden por el afluente evadiendo las enormes piedras hasta llegar al balneario. Otros solo se divierten en las riberas o se lanzan desde las piedras al río.
Grefa cuenta que la mayoría de los visitantes proviene de Napo, Puyo y otros sectores cercanos a Santa Clara. Mientras que en los feriados acuden turistas de Tungurahua, Chimborazo o Pichincha.
Activistas y dirigentes de las comunidades se reunieron esta semana en el balneario Piatúa, para organizarse. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
“El río Piatúa es el principal atractivo. En otros ríos el agua es turbia y no se puede practicar algún deporte”, asegura.
Federico Inmunda vende maitos en un pequeño carro. El tradicional plato amazónico lo acompaña con yuca cocinada, que cosecha en su chacra.
El indígena cuenta que sale a pescar al río en horas de la madrugada de todos los viernes. “Si se afecta al río nos quedamos sin pescados. En otros ríos ya hubo contaminación por la maquinaria, que estaba realizando los trabajos”.
Para llegar a las ocho comunas se toma la vía Puyo-Tena, luego un camino de piedra y se atraviesa por pequeños riachuelos que alimentan al Piatúa. Los habitantes viajan en motos, alquilan camionetas o caminan por varias horas para llegar a sus casas.
Las viviendas se encuentran rodeadas por una espesa vegetación y están construidas con madera y techos de zinc.
Pablo Shiguango, presidente de la comunidad San Juan de Piatúa, dice que junto con sus 20 vecinos planifican construir cabañas, una zona para el chamanismo y recorridos por la selva primaria.
Harán alianzas con otras comunas para trasladar a los visitantes al sector conocido como el de las piedras sagradas.