En las elecciones legislativas y las consultas interpartidistas del domingo 12 de marzo del 2018, los colombianos escogieron en su mayoría a parlamentarios de la derecha, contrarios a las FARC. Foto: EFE
Una derecha dura que vence pero no arrasa, una exguerrilla castigada en las urnas y el histórico avance del centro y la izquierda: Colombia configuró un nuevo Congreso antes de elegir a su próximo presidente en mayo.
Aunque una vez más la abstención superó el 50%, las primeras legislativas que se celebraron con las FARC sin armas dejaron el terreno listo para la disputa para sustituir al presidente Juan Manuel Santos.
Y se ratificó que la izquierda, tras la victoria en la consulta interpartidista del exguerrillero y exalcalde de Bogotá Gustavo Petro, tiene por primera vez posibilidades reales de poder.
Santos, sin legado
Exministro implacable de Defensa, Santos sacó adelante lo que parecía casi imposible antes de su llegada a la presidencia en 2010: un acuerdo de paz con el grupo rebelde más poderoso de América, con un ejército de 7 000 combatientes financiado por el narcotráfico.
Las ya disueltas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se convirtieron en partido, y están próximas a iniciar la confesión de sus crímenes y la reparación de las decenas de miles de víctimas.
Pero mientras el mundo abrazó su iniciativa e incluso lo premió con el Nobel de Paz, en Colombia su popularidad no llega al 20% y la coalición con la que gobernó prácticamente quedó enterrada.
Su partido salió derrotado a manos de la derecha que más cuestiona al mandatario por el supuesto trato indulgente a los rebeldes marxistas.
El Partido de la Unidad Nacional perdió 19 escaños con respecto a la pasada legislatura y ni siquiera irá con candidato propio a las presidenciales.
Uribe pisó fuerte
Álvaro Uribe se consolidó como el gran elector de Colombia. No solo fue el aspirante al Congreso más votado, con 870 000 votos, sino que su partido dio un golpe de mesa en el Parlamento y su ahijado político, Iván Duque, ahora pisa más fuerte hacia las presidenciales.
Con un mensaje de rechazo al acuerdo de paz y el miedo a que Colombia se convierta en una Venezuela, Uribe logró posicionar a su partido Centro Democrático (derecha) como el más votado del Congreso.
Pese a que su victoria no fue la paliza que auguraban las encuestas, su movimiento se convirtió en la principal fuerza en el Senado al igualar su representación actual de 19 curules.
En la Cámara de Representantes tuvo la segunda lista más votada, por detrás del Partido Liberal. Allí aumentó sus sillas a 32, trece escaños más que actualmente.
“Sigue siendo el más votado porque él es un líder que tiene la capacidad de influencia alta en un sector de la población”, explicó Alejo Vargas, profesor de la Universidad Nacional.
Con Uribe seguramente votará Cambio Radical (centroderecha) y sectores del Partido Conservador, que han criticado apartados de lo convenido con los rebeldes comunistas.
Los tres movimientos suman 134 de los 280 curules en el Parlamento. En la actual legislatura tienen 109 bancas.
Avance histórico
Contra todos los pronósticos, la izquierda y el centro alcanzaron una representación histórica. Antes de las votaciones, ambas corrientes penaban por mantener su representación.
Pero ambas facciones que apoyan el acuerdo de paz alcanzaron 34 escaños en el Congreso. Si se suman los de la exguerrilla, llegan a 44.
Voto castigo
Con una rosa roja como símbolo de reconciliación, la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), el partido surgido del pacto de paz, tuvo un discretísimo debut electoral.
Pese a los 10 escaños que ya tenían asegurados por el acuerdo de paz, los exrebeldes comunistas quisieron aumentar su representación. Intento fallido: apenas obtuvieron 0,5% de los votos (85 094).
Los exguerrilleros recibieron un sonoro castigo que se reflejó también en el sólido apoyo que recibieron las fuerzas de derecha que más critican y que incluso proponen endurecer el pacto de paz para que los responsables de delitos atroces cumplan un mínimo de cárcel.