En comunidades se implementan estas cocinas como una alternativa a las de inducción. Foto: Xavier Caivinagua/ EL COMERCIO.
Más de 10 familias de comunidades indígenas y campesinas de la parroquia cuencana de Tarqui, en Azuay, tienen cocinas ecológicas dentro de sus viviendas. Son especies de fogones mejorados que funcionan con el uso de poca leña.
Tarqui es una de las 21 parroquias rurales del cantón Cuenca, en el sur del Ecuador. Las familias viven de la agricultura y de la ganadería, principalmente. Casi todas las viviendas disponen de huertas de maíz, arveja, hortalizas, legumbres…
Hace más de un año, Juan Damián, indígena y agricultor de esta parroquia, conoció sobre la implementación de estas cocinas en comunidades indígenas de Riobamba. Allí aprendió cómo se construyen, el uso de materiales, ventajas, aprovechamiento de la ceniza…
En enero del 2014 en un rincón de la cocina de su casa, en la comunidad de Gullanzhapa, implementó este fogón mejorado. Es una especie de horno construido barro, bloques de adobe, con ladrillo, vidrio molido, lana de borrego, paja y cemento para el revestimiento.
De la bandeja del horno sale hacia el techo un tubo galvanizado que hace de chimenea y por donde sale el humo. En la parte superior de esta cocina se colocan una especie de plancha de metal a donde se asientan las ollas para la cocción de los alimentos.
Con esta experiencia, Damián emplazó cocinas ecológicas similares en la iglesia de su parroquia Tarqui y las viviendas de sus vecinos Susana Chillogallo, Alberto Vele… Y está por instalar 10 en las viviendas de familias de otras comunidades vecinas.
Para el padre Ángel Morocho, párroco de Tarqui, la implementación de esta cocina mejorada es la evolución del fogón y tienen varias ventajas como la reducción del 99% del humo y del material particulado. Además, se usa poca leña y no hay deforestación masiva.
Damián contó, por ejemplo, que solo aprovecha los árboles de eucaliptos (especie que consume abundante agua para vivir) y en su lugar está reforestando con especies nativas como sarar, quinuar… “Hace más de 10 años, cuando llegué a vivir en Gullanzhapa, esta área que ahora se ve muy verde estaba sin vegetación”.
El sacerdote Morocho contó que esta cocina la utilizan más para cocinar los granos y la mayor utilidad la vieron en Viernes Santo, cuando prepararon la fanesca para más de 100 personas. “Hay un ahorro de tiempo en la cocción de los alimentos”.
Según Lizardo Zhagüi, dirigente comunitario, los campesinos están implementando estas cocinas como alternativa a la cocina de inducción que promueve el Gobierno. “Hay comunidades apartadas que no tienen energía eléctrica y quienes disponemos de este servicio creemos que las planillas aumentarán de forma importante”.