Luz Moscoso, madre del periodista, con un reportaje que hicieron sobre su hijo. Mario Faustos / EL COMERCIO
Un busto, cinco portarretratos y 10 recortes de periódicos mantienen vivo el recuerdo de Fausto Valdiviezo, el periodista asesinado el 11 de abril del 2013 a solo tres metros de la casa de su madre, en el norte de Guayaquil.
Luz Moscoso es su madre. Tiene 81 años y no ha perdido el carisma ni la fortaleza con la que crió a sus tres hijos. Durante estos cinco años de espera para que se esclarezca el asesinato, ella solo anhela dos cosas: que se develen los motivos del crimen y que su hijo aparezca en sus sueños.
“Él siempre era comunicativo. El día de su asesinato me habló y me dijo quién lo mandó a matar”, recuerda.
Valdiviezo salió de la casa, su madre cerró la puerta y de inmediato escuchó tres disparos. Supo que era él. Sin la ayuda del bastón, que ahora la acompaña, corrió a la calle, dónde vio al periodista sentado en su auto baleado.
Las investigaciones habían quedado estancadas. Pero hace 11 días, el pasado viernes 28 de septiembre, la Policía Judicial confirmó la extradición de Juan Carlos M., desde Colombia.
Él es señalado como presunto autor material del crimen. Con esa captura se sigue el caso y las esperanzas de su madre para que se sepa la verdad. El hermano del periodista, Alfredo Valdiviezo, está en Estados Unidos. Desde allí habló con este Diario y dijo que seguirá en la “lucha por la verdad”. Cuenta que tuvo que irse del país en el 2015 por las amenazas que sufrió, “por presionar a las autoridades” por la investigación del caso.
En junio del 2014 se registró un atentado contra su mamá. Arrojaron ácido a su casa. Con el bastón, Luz señala la marca que dejó el químico en el piso y que cuatro años después aún se la ve. “Llegó la Policía, tomaron muestras y aún no dicen qué fue ni quién hizo esto”.
El asesinato de su hermano significó para Alfredo la desintegración de la familia. Perdió a su “ñaño”, se divorció y se exilió en otro país para proteger su
vida y resguardar unos documentos. Asegura que esos papeles eran del periodista y que prueban “muchas cosas sobre actos de corrupción y mal manejo de fondos en los medios incautados”.
Alfredo teme que el caso quede impune y que la extradición de Juan Carlos M. no aporte relevancia a las investigaciones para buscar al autor intelectual del asesinato.
El extraditado no admite la participación en el crimen. Igual lo hizo antes Ronny A., otra persona señalada en este caso y que ahora está prófugo. Nadie ha dicho quién pudo haber pagado para que se concretara el violento ataque.
La Fiscalía del Guayas tiene tres procesos investigativos en torno al crimen. Uno está abierto en contra de cinco personas, de las cuales cuatro fueron absueltas. Otro proceso judicial involucra al extraditado y a Ronny A. Ese expediente es en contra de un posible autor material, que aún no ha sido llamado a rendir versiones.
Alfredo Valdiviezo teme que, de darse la audiencia, la persona extraditada salga libre al “no existir evidencias fuertes”.
De los detalles legales, la madre de Fausto prefiere no saber cómo avanzan. Ella trata de llevar su vida con tranquilidad e imita el buen humor de Fausto. En un pequeño cuarto, Luz conserva algunos objetos de su hijo: una guitarra, discos y los reportajes que le hicieron por su trayectoria profesional. A la entrada de una de las habitaciones está colocado un busto del periodista.