Imagen Referencial. En sectores del norte de Quito los sospechosos ofertan los aparatos electrónicos en semáforos y paradas de buses. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
Caminan con mochilas en las espaldas o con canguros en la cintura. Están en los exteriores de los centros comerciales, bancos, gasolineras, semáforos, instituciones públicas y privadas. Con voz baja ofrecen los celulares robados.
“Son nuevos y baratos”, dicen mientras muestran a un periodista de este Diario los equipos por cuatro segundos. Luego miran a los lados y guardan rápidamente los aparatos.
Si la persona se interesa entregan los móviles para que los prueben. Las escenas se repiten en distintos puntos de Quito. El miércoles 14 de diciembre, por ejemplo, en el sur, un hombre que usaba una gorra verde y gafas se acercó a los choferes que esperaban en la fila de un autobanco.
Uno por uno, les mostró un ‘smartphone’. Por el equipo pedía USD 200. “Este teléfono cuesta mínimo USD 600 en las operadoras”, repetía para convencer a los interesados. Uno de los conductores le preguntó si era robado y respondió que sí, pero aseguró que ya estaba desbloqueado y libre.
En el país, el robo de celulares es uno de los delitos que más preocupa a las autoridades. De hecho, el Gobierno ha admitido que los celulares son las pertenencias que las bandas más roban a las personas.
Las estadísticas de la Agencia de Regulación y Control (Arcotel) muestran que en octubre del 2016 se reportaron
31 708 robos de teléfonos móviles a escala nacional. Esa cifra es menor a la del año anterior. En ese mismo mes del 2015 hubo 41 381 teléfonos sustraídos.
Pese a la disminución y a los controles de la Policía, las bandas continúan extendiendo las ofertas a las calles.
En el centro de Quito, hace dos días, tres sospechosos mostraban en una esquina de la calle Mejía un teléfono de alta gama y una tablet. “Le dejo en USD 80, no es robado, hasta en caja le entrego”, decían a los transeúntes que pasaban por el lugar. Agentes que custodian ese sector saben que las ofertas son ilícitas. Por eso, rastrean los lugares en donde las bandas ocultan los móviles.
De hecho, ese día descubrieron dos locales que desbloqueaban y almacenaban los teléfonos. Eran cerca de 30 dispositivos robados.
Eso se constató cuando los códigos de los celulares (IMEI) aparecieron reportados en la página de www.tucelularlegal.info
El portal fue activado a inicios de diciembre por la Arcotel, para que las personas verifiquen la procedencia de los teléfonos antes de comprarlos.
El nuevo sistema también refleja los equipos que han sido sustraídos en países como Perú y Colombia y han ingresado a Ecuador para que sean activados y usados.
La Policía ha encontrado esos equipos en locales del centro y norte de la capital.
El 18 de noviembre en un local de la Marín se hallaron 94 celulares. Las investigaciones advirtieron que un porcentaje alto de esos equipos eran traídos de otros países por mafias internacionales que operan en la región. Hasta noviembre, la Policía ha confiscado más de 20 000 dispositivos en el país.
Pero el objetivo es erradicar el problema. Más aún cuando se conoce que las bandas perpetran los asaltos con violencia y usando armas de fuego.
Esto incluso ha preocupado al presidente Rafael Correa, quien el pasado 3 de diciembre recordó el asesinato del periodista Robert Salazar. Él fue abaleado el 8 de noviembre en Guayaquil por dos sospechosos que le robaron su teléfono.
Por eso, el Mandatario afirmó que quienes compran cosas robadas “están contribuyendo con la inseguridad”.
Lo mismo opina Helen Miranda, gerente de marketing de la compañía Cirosmart. Esta firma ecuatoriana dedicada al ensamblaje de celulares nacionales emprendió desde hace 10 días la campaña Ni1pasoatrás, no seas cómplice, no compres lo robado.
La iniciativa busca generar conciencia en los usuarios para que no adquieran teléfonos en la calle y sin documentos.
Desde noviembre, Cirosmart empezó a investigar toda la cadena delictiva, desde que los aparatos son robados hasta que los venden.
Según sus datos, cada hora en el país 44 celulares son robados.
Incluso dice que existen sitios en que personas borran toda huella de los celulares para evitar que la Policía identifique a los agresores. “Borran todo, hasta máculas de sangre”, asegura Miranda.
Ella también reconoce que el delito ha disminuido, pero afirma que la cifra aún es “alta”. Por eso pide a las autoridades que los controles se intensifiquen en las calles.
Esto debido a que en sectores del norte de Quito, sospechosos ofertan los aparatos electrónicos en semáforos y paradas de buses. En el sector de la Y, por ejemplo, desconocidos aprovechan la luz roja del semáforo para mostrar celulares de alta gama. La semana pasada pedían USD 250 por un equipo de USD 700.