En la cárcel de Turi, los policías se encargan de controlar el flujo de las visitas. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO
La violencia carcelaria dejó asesinatos, fugas y amotinamientos. El 27 de mayo, el Gobierno ordenó que la Policía ingresara a las cárceles del país, para intentar retornar a la calma.
Dos meses después de esa disposición, los jefes policiales contaron a este Diario cómo entró a trabajar el personal.
Para hacerlo, los agentes de élite, por ejemplo, recibieron una charla rápida sobre derechos de los presos y protocolos de seguridad en las cárceles.
No tuvieron una capacitación práctica para controlar a los detenidos en caso de que provocasen violencia. “Es un personal especializado y tuvo un proceso de formación que de alguna forma ayuda en estos casos especiales”, contó un comandante.
Pero el pasado 11 de junio, los detenidos de la cárcel de Guayaquil retuvieron a 19 policías.
Dos de ellos resultaron heridos con golpes en la cabeza y una herida en el brazo. En ese ataque asesinaron y decapitaron a alias ‘El Cubano’.
Un agente élite del Grupo de Intervención y Rescate (GIR) contó que cuando recibió la orden de vigilar a 80 cabecillas de bandas peligrosas, él y sus compañeros adaptaron a sus nuevas tareas lo que sabían sobre el uso progresivo de la fuerza y DD.HH. “Sentimos mucho estrés cuando debemos trabajar en las cárceles; tenemos miedo que los presos nos ataquen o nos maten”.
Otro uniformado que trabaja en la cárcel de Turi (Cuenca) dijo que para controlar actos de violencia tienen que recurrir a los conocimientos adquiridos durante el proceso de formación y aseguró que no recibieron una capacitación adicional antes de ir a esos sitios.
Tras el ataque y la retención de los gendarmes en Guayaquil, las autoridades plantearon que el personal élite de la Policía solo actuase en caso de darse hechos violentos.
En la Penitenciaría de Guayaquil, los policías y militares controlan el filtro de ingreso. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
Esta iniciativa está en análisis. Mientras eso se resuelve, los grupos especiales vigilan a los cabecillas recluidos en pabellones especiales. A esa zona ingresan sin armas de fuego.
En las cárceles no solo están agentes élite, sino también los urbanos, que están agrupados en la Unidad de Contingencia Penitenciaria (UCP).
Ellos se encuentran en las cárceles desde antes del estado de excepción. Son 2 000.
Antes de comenzar a trabajar en las prisiones siguen un curso de capacitación teórica y práctica que dura siete días.
En ese tiempo se entrenan en las instalaciones del GIR-Guayas, en la escuela de formación de policías del Azuay y en el Comando Subzona Cotopaxi.
En estos talleres son capacitados en derechos humanos, liderazgo, régimen disciplinario de los presos, control de visitas, protocolos de seguridad e inteligencia penitenciaria.
Deben aprender a usar toletes, gas pimienta y pistolas eléctricas. Pero los jefes policiales reconocen que actualmente no tienen ese tipo de armamento. En la Dirección de Rehabilitación se indicó que el proceso de compra de estos equipos está en marcha.
Además, tienen que adquirir destrezas en el manejo del detector de metales y rayos X, para el control de visitas y de automotores que ingresan a las penitenciarías. Sin embargo, estos últimos aparatos tampoco están en todas las cárceles.
Billy Navarrete, secretario ejecutivo del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, aseguró que “hay protocolos elementales que no se están implementando, que tienen que ver con la protección de la integridad física y la vida del agente policial”. Dijo que ese protocolo incluye el equipamiento adecuado y la preparación para enfrentar un acto de violencia.
Actualmente, los gendarmes apoyan el trabajo de los guías penitenciarios. Por ejemplo, les ayudan en los operativos de requisas de objetos prohibidos, como droga, alcohol, cuchillos y armas de fuego.
De hecho, durante una de esas intervenciones de control, el pasado 5 de julio en la cárcel de El Rodeo (Manabí), 40 uniformados fueron agredidos con palos y piedras.
En la Policía se indicó que esa escena de violencia se produjo porque el personal realizó un operativo para decomisar objetos prohibidos.
Navarrete recordó que Ecuador impulsó y asumió como norma interna en las cárceles las Reglas Nelson Mandela de las ONU para el tratamiento de reclusos. “Tienen que ver con el respeto y los derechos del preso ante el mundo exterior, acceso a condiciones de vida digna, salud y escolaridad”.
En contexto
Luego de que el 16 de mayo el presidente Lenín Moreno declarara el estado de excepción en el sistema de rehabilitación, la Policía desplegó 600 agentes élite y 2 000 urbanos a los centros de rehabilitación de Cotopaxi, Turi, El Rodeo y la Penitenciaría.
Cronología de los hechos violentos en las cárceles
11 de junio del 2019
En la cárcel de Guayaquil, detenidos asesinaron y decapitaron a alias ‘El Cubano’. Además, tomaron como rehenes a 19 policías de la Unidad de Contención Penitenciaria y del GIR. Fueron liberados tras una negociación. Hubo dos heridos.
3 de julio del 2019
En el centro de rehabilitación de Sucumbíos se produjo un amotinamiento. Los presos protestaban por un cambio en el sistema de visitas. Un jefe policial se molestó con los militares, pues quería que ingresaran a la prisión a controlar el problema.
5 de julio del 2019
Detenidos atacaron con palos y piedras a 40 policías en la cárcel de El Rodeo, en Manabí. Los agentes heridos fueron trasladados a casas de salud. El ataque se produjo luego que los uniformados requisaran objetos prohibidos.