Las calles de Ibarra están vacías tras declaratoria de estado de excepción

La avenida Mariano Acosta, una de las arterias principales de Ibarra, registró poca circulación vehicular. Foto: Washington Benalcázar/ EL COMERCIO

La avenida Mariano Acosta, una de las arterias principales de Ibarra, registró poca circulación vehicular. Foto: Washington Benalcázar/ EL COMERCIO

El Mercado Amazonas, el principal de Ibarra, tuvo pocas visitas en el primer día del estado de excepción por el covid-19. La mayoría de comerciantes utilizaban mascarillas. Foto: Washington Benalcázar/ EL COMERCIO

Las avenidas tienen poca circulación vehicular y la mayoría de las dependencias públicas y privadas están con las puertas cerradas. Ese es el panorama de este martes 17 de marzo del 2020, en la ciudad de Ibarra, capital de la provincia de Imbabura, ubicada en el norte de Ecuador.

La colectividad acogió las disposiciones de las autoridades nacionales de mantenerse en casa, para evitar la proliferación del covid-19. Los centros de abasto de alimentos crudos, como el mercado Amazonas, el principal de la urbe, abrieron sus puertas. Sin embargo, la concurrencia de clientes fue baja en relación con los días anteriores, aseguró una de las comerciantes.

Agentes de Control Urbano del Municipio de Ibarra vigilaban que los locales de venta de comida preparada, ropa, calzado, entre otros, de los mercados no atendieran al público. Solamente están autorizados para los de víveres y alimentos que llegan desde el campo. Esa fue una orden emitida desde el Cabildo.

La avenida Mariano Acosta, una de las arterias principales de Ibarra, registró poca circulación vehicular. Foto: Washington Benalcázar/ EL COMERCIO

Los pocos compradores que salieron a la calle comentaban que los precios están altos. Las seis naranjas, por ejemplo, se ofrecen a USD 1, mientras que la semana anterior se ofrecían 20 por el mismo precio, asegura Victoria Larrea, una de las compradoras. Una cosa parecida sucede con otros cítricos, como el limón, y el ajo, cuyo consumo aumentó.

Los parques también están vacíos. Los únicos que permanecen son los migrantes extranjeros, que no tienen dinero para pagar hospedaje. Las instituciones bancarias atienden a través de ventanillas virtuales. En la terminal terrestre hay poco movimiento. Desde la mañana opera solamente el transporte intercantonal. Igualmente, es reducido el número de autobuses y taxis en la ciudad.

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