Pilas, focos, latas de pintura, medicinas y electrodomésticos inservibles, que se almacenan en algún rincón de la casa, ya pueden ser desechados de una manera adecuada.
La ciudad cuenta con 20 contenedores especiales para recolectar este tipo de basura, considerada altamente contaminante por los metales pesados que posee (plomo, mercurio, cadmio…). Con esto se pretende que los quiteños no sigan colocando en la misma funda los desechos riesgosos y los residuos comunes, por los impactos negativos que se generan en el ambiente.
A diario, en Quito se recogen alrededor de 23 toneladas de desechos contaminantes, de las 2 000 toneladas de basura generadas al día. Aunque esto representa el 1,15% de todos los residuos, Verónica Arias, secretaria de Ambiente, informó que las pilas, focos, pintura y medicinas caducadas que terminan en el relleno sanitario tienen un impacto mayor, porque afectan a las vertientes de agua, a la fauna, a la flora y a la misma salud de las personas.
Los desechos contaminantes, a diferencia de los residuos que salen regularmente de la cocina, no se degradan fácilmente. Por esta condición especial, sus componentes (metales pesados) podrían ser arrastrados por corrientes de agua que sirven para el riego y afectar a los productos que luego serán consumidos por las personas. “A largo plazo, la exposición a estos metales pesados podría causar cáncer”, sostuvo Arias.
Para mitigar, en parte, estos efectos ocasionados por una mala disposición de estos desechos, en 20 puntos de la ciudad se han dispuesto contenedores especiales para recoger residuos contaminantes.
Estos recipientes se encuentran en farmacias, supermercados, universidades y otros sitios de afluencia masiva, para que la gente los pueda utilizar.
Uno de estos contenedores está ubicado en el acceso de la Universidad de las Américas, en la vía a Nayón. Su presencia ha generado interés en algunos jóvenes. Bianca Yépez, estudiante, se mostró sorprendida por esta iniciativa. Ella comentó que en su casa tiene un cartón con pilas, baterías y focos inservibles, porque sabe que son contaminantes. “No sabía dónde botarlos”.
Por la falta de este tipo de contenedores, en cambio, Jesús Vila admitió que antes colocaba las baterías viejas y las medicinas caducadas en los basureros comunes de su casa. Pero ahora que conoce para qué sirven estos recipientes, está dispuesto a utilizarlos.
Para hacer uso de estos contenedores, las personas pueden consultar dónde están los tachos ingresando a www.quitoambiente.gob.ec, en @ambientequito o llamando al 1800 Emaseo (362736).
Los recipientes permanecerán en cada punto durante 15 días. Luego rotarán para llegar a todos los sectores de la urbe.
Una vez que se haya recolectado estos desechos altamente contaminantes, estos serán tratados -de acuerdo a sus características- para su disposición final. Esta labor estará a cargo de gestores ambientales acreditados en el Ministerio de Ambiente. En total son 113.
Aunque son productos que están en contacto frecuente con las personas, estos requieren de un tratamiento especial, porque tienen elementos que pueden resultar tóxicos.
Las pilas y baterías viejas, por ejemplo, son encapsuladas con cemento y, luego, colocadas en celdas de seguridad. Mediante esta técnica se evita que los metales pesados se esparzan en el suelo, refirió Diego Román, gerente de Incinerox, empresa encargada de la gestión de residuos peligrosos.
Aparte de esta técnica, Román agregó que con otros materiales se recurre, luego de aprovechar ciertos elementos, a la incineración… Todo depende de las características físicas y químicas de cada uno.
Los desechos altamente contaminantes requieren de un tratamiento adecuado, por esto la Secretaría de Ambiente recomendó utilizar los contenedores. A la final, esta iniciativa, que es de largo aliento, contribuirá con el cuidado del entorno. Y esto, a su vez, incidirá en la calidad de vida que tendrán los adultos de ahora y las nuevas generaciones.