William Barr, el fiel escudero de Trump que resultó no ser tan fiel

El Fiscal General de los Estados Unidos, William Barr, renunció a su cargo este 14 de diciembre de 2020. Foto: EFE

El Fiscal General de los Estados Unidos, William Barr, renunció a su cargo este 14 de diciembre de 2020. Foto: EFE

El Fiscal General de los Estados Unidos, William Barr, renunció a su cargo este 14 de diciembre de 2020. Foto: EFE

Estaba llamado a ser el escudero fiel de Donald Trump hasta el final de su mandato. Sin embargo, las alegaciones infundadas del presidente saliente de Estados Unidos de que hubo fraude electoral en los comicios del pasado 3 de noviembre han hecho que el fiscal general, William Barr, se viera abocado a defender lo indefendible, y eventualmente a marcharse de la Casa Blanca.

Fue el propio Trump quien informó, minutos después de que el Colegio Electoral confirmara la victoria del que fue su rival en las elecciones presidenciales, el demócrata Joe Biden, de la marcha de Barr de la Casa Blanca.

"Acabo de tener una reunión muy agradable con el fiscal general Bill Barr en la Casa Blanca. Nuestra relación ha sido muy buena, ¡ha hecho un trabajo excelente! Según la carta, Bill se irá justo antes de Navidad para pasar las vacaciones con su familia", dijo Trump en un tuit.

El Mandatario saliente adjuntó a su mensaje de Twitter la carta de renuncia de Barr, quien no detalló los motivos de su marcha, que se produce a menos de un mes de tener que dejar el poder y se limitó a decir que destinará la próxima semana a cerrar asuntos pendientes antes de dejar el cargo el 23 de diciembre.

Elogios a Trump y su gestión

El aún fiscal general se deshizo en la misiva en elogios hacia Trump y su gestión.

Pese a este tono conciliador mutuo, Trump ha sido muy crítico en público en las últimas semanas con su Fiscal general a raíz de cuestiones legales derivadas de las elecciones presidenciales, cuyo resultado el mandatario no ha aceptado.

A Trump le molestó que Barr descartase la existencia de un fraude electoral generalizado, al que él se aferra para negar la victoria de Biden, y también el hecho de que no informase durante la campaña electoral de que el Departamento de Justicia tenía abierta una investigación contra Hunter Biden, uno de los hijos del presidente electo.

El punto de inflexión en la relación entre ambos se produjo el pasado 1 de diciembre, cuando Barr afirmó en una entrevista que su departamento "no había visto un fraude de tal magnitud que pudiera haber afectado a un resultado diferente en las elecciones", en los casos que había examinado, lo que enfureció al mandatario saliente.

De hecho, en las últimas semanas, se había especulado con un hipotético despido de Trump a Barr, ya que es habitual en el presidente destituir de manera fulminante a miembros de su Gabinete cuando percibe que su lealtad puede haber disminuido.

Barr dirige el Departamento de Justicia desde febrero de 2019 y en este tiempo ha sido especialmente fiel a Trump y no le ha importado difuminar la línea entre su cometido presuntamente independiente y las prioridades del presidente.

Al conocerse su marcha de la Casa Blanca, el director ejecutivo de la organización Citizens for Responsibility and Ethics in Washington, Noah Bookbinder, afirmó en un comunicado que "Barr ha infligido un daño tremendo al Departamento de Justicia y a la fe del pueblo estadounidense al sistema de Justicia".

En ese sentido, precisó que "ha usado el DOJ (siglas del Departamento de Justicia en inglés) en beneficio de Donald Trump, protegiendo a los aliados de Trump y sus amigos, atacando a quienes percibía como enemigos y ahondando en sus intereses y agenda personales".

Barr llegó al cargo en febrero de 2019 en un momento en el que también estaba en entredicho la independencia del Departamento de Justicia.

Este abogado conservador de 70 años se convirtió en fiscal general, en sustitución de Jeff Sessions, quien había renunciado al cargo a petición de Trump meses antes.

Durante su proceso de confirmación en el Senado, Barr fue interrogado por sus intenciones respecto a la investigación de la llamada trama rusa, liderada por el fiscal especial Robert Mueller, quien lideró pesquisas sobre la presenta injerencia rusa en los comicios de 2016, y reivindicó su independencia frente a hipotéticas "interferencias políticas".

Respecto a ese papel, el director legal nacional de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, en inglés), David Cole, señaló este lunes en un comunicado que Barr "descaradamente caracterizó erróneamente el informe Mueller para encubrir sus hallazgos antes de que el público pudiera verlo".

Cole se refería al informe que publicó Mueller sobre el resultado de sus pesquisas, que fue editado por el Departamento de Justicia de Barr antes de que su contenido fuera dado a conocer.

Además, recordó que Barr "cuestionó los motivos de una investigación legítima sobre la influencia rusa en la campaña de Trump", de la que Mueller no encontró indicios.

Al nominarlo para cubrir la vacante en la Fiscalía General dejada por Sessions, Trump afirmó que Barr fue su "primera elección desde el primer día" y lo calificó de "muy íntegro" y como "uno de los juristas más respetados del país".

Lo cierto es que desde la llegada de Trump a la Casa Blanca Barr había expresado opiniones afines a él, en lo referente a la trama rusa, el principal quebradero judicial del presidente en sus primeros años de mandato.

Avalado por su veteranía

Nacido en Nueva York en 1950 en el seno de una familia de intelectuales -sus padres eran profesores de la Universidad de Columbia-, Barr siempre destacó en los estudios y fue graduado con honores en sus estudios como jurista y abogado.

Poco después de licenciarse, empezó a trabajar en la CIA y forjó una etapa que marcaría su futuro de una manera determinante tras coincidir ahí con Bush padre, entonces director de la agencia de inteligencia estadounidense.

Tras esa etapa, Barr trabajó brevemente dentro de la Administración de Ronald Reagan (1981-1989), en el apartado de política doméstica.

Más tarde, al llegar Bush padre a la Presidencia, el entonces nuevo presidente llamó a Barr para que formase parte del Departamento de Justicia como asistente del fiscal general; un cargo que finalmente ocupó del 1991 hasta el 1993.

Después de la derrota electoral de Bush padre, Barr pasó al sector privado y desempeñó varios cargos corporativos de alto nivel, incluso como asesor y vicepresidente ejecutivo de la mayor operadora móvil de Estados Unidos, Verizon.

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