Carlos Aguilar escribe sus propósitos de cada mes junto a su mamá, Andrea Barsallo. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
En el plano individual, Andrea Barsallo siente que el 2019 le permitió avanzar. Encontró un trabajo en su área como especialista de producto en insumos médicos de quirófano y continúa estudiando. Pero eso redujo el tiempo que pasa con su hijo en las mañanas.
Madres y padres de familia, junto a sus hijos, hacen la misma evaluación a la víspera del fin de año y piensan en lo que esperan del que viene. Lo importante -según los profesionales- es que la radiografía del 2019 no resulte del todo negativa y que las metas para el 2020 se planteen con organización para que se hagan realidad.
Barsallo, madre de 30 años, aspira continuar en el ámbito de la salud, pero en un trabajo mejor remunerado que el actual. También quisiera seguir estudiando, pero -lo ha decidido- deberá ser a distancia para tener más tiempo con su hijo, Carlos Aguilar.
De hecho, uno de los deseos del niño, de 10 años, es que su mamá llegue más temprano a casa para verla antes de dormirse. Carlos es cinta morada en kick boxing. En el 2020 quiere alcanzar la cinta negra. Y también estudiar con empeño para entrar a un colegio municipal que le gusta.
¿Cómo hacer que las metas no se queden en deseos sin cumplir? Gabriela Calvopiña, psicóloga del Centro de Bienestar Escucharte, recomienda un ritual familiar, basado en tres componentes, que se apeguen a las tradiciones propias de cada hogar en esta época.
Lo primero -señala- sería el análisis del año que se acaba, como se lo plantean Andrea y su hijo Carlos. Luego habría que agradecer por lo bueno para, finalmente, pensar en las proyecciones del año que se acerca, por medio de actividades tradicionales.
Andy Suin revisa destinos con su mamá, Amanda Vaca, para viajar en familia en el 2020. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Todo, errores, aciertos y deseos, se debe plasmar de alguna forma representativa, ya que el solo mencionarlo no es suficiente, por la fragilidad de la memoria, aclara.
La psicóloga habla, por ejemplo, de la tradición del testamento de fin de año como una alternativa que da paso a la unión y a la reflexión familiar, por medio de la diversión. Este tipo de acciones -comenta- tienen un alto impacto.
Tras la evaluación del año, Calvopiña recomienda que los miembros de la familia hagan una lista de las cosas negativas. Y simbólicamente la desechen, quemando esa lista junto con el monigote.
Ese análisis no tiene que ser solo negativo, acota la psicóloga familiar Maritza Paredes. Para eso es importante que además de pensarse de forma individual, todos se sienten para una evaluación grupal.
Es común -remarca- que los miembros de la familia piensen “se acabó el año y no hice nada”. Pero alguien más le puede preguntar detalles sobre una sola cosa realizada: cuánto tiempo invirtió en eso, número de personas involucradas, cómo lo organizó, etc.
Eso -señala Paredes- permite identificar acciones que no se logran de forma individual, positivas o por corregir.
Para agradecer por lo bueno -dice la psicóloga Calvopiña– una opción es anotarlo y crear un cuadro para colgar en casa.
La proyección -explica- es lo más complejo, ya que al pensarla, la mente activa un mecanismo de defensa ante la angustia de pensar en que no se conseguirán los deseos.
“La gente prefiere no proyectarse porque si las cosas no se dan habría frustración”. Por el contrario, la especialista asegura que al planificar el año la persona trabajará en función de lograr esos objetivos, aunque por su mente ronde la idea de que no será posible.
Para no frustrarse, la familia Suin Vaca ha elegido ser más responsable. “Antes comprábamos cosas innecesarias y no planificábamos los gastos cada mes”, cuenta Amanda Vaca. El éxito en el 2019 fue gracias a la mayor responsabilidad en ese sentido. Así que en el 2020 planean comprarse un carro.
La psicóloga familiar asegura que la organización de las metas es fundamental para que se hagan realidad.
Así que además de desear algo -precisa- hay que tener claro por qué se quiere y qué tan importante es. Pero además junto a la meta se debe establecer el cómo se va a lograr y en cuánto tiempo.
Con ella coincide la PhD en psicología, Ana María Viteri. Asegura que las metas deben ser realistas y, por ende, claras y precisas. Por ello, sostiene que durante el año se pueden modificar los objetivos o la forma de llegar a ellos. Para eso recomienda reuniones periódicas para, en familia, revisar el cumplimiento.
Johanna Ramírez y su familia lo tienen claro. En el 2019 amigos les fallaron y aprendieron de eso. Su deseo ahora es viajar. Para ello, arrancarán su estrategia de ahorro.
Para que cumpla
Dos evaluaciones del año que se acaba, una individual y otra en familia, se deben hacer. Así identificará lo que se consiguió y lo que se quiere para el próximo año.
De lo malo que pasó en el 2019, reconozca qué aprendió para que pueda reemplazar la meta por otra realizable. También puede cambiar la forma para conseguirla.
Anote las metas a las que quiere llegar en cada mes del 2020, para que exista mayor organización. Niños que no saben escribir pueden plasmarlas en dibujos.
Plantee tiempos para cada meta, métodos para conseguirlas e importancia de las metas individuales y familiares, de manera que se vuelvan alcanzables.
Ayude a otros miembros de su familia a encontrar fortalezas y debilidades que no identifiquen por sí solos y permita que otros lo retroalimenten también a usted.