Un yemení camina por una zona afectada por un ataque aéreo de la coalición de países árabes que lidera Arabia Saudí, un día después del misil balístico lanzado el 3 de noviembre desde Yemen contra Riad, en Saná, Yemen. Foto: EFE
La tensión volvió a subir este lunes 6 de noviembre de 2017 entre Arabia Saudí e Irán respecto a Yemen, cuando Riad calificó de “agresión” el disparo de un misil de los rebeldes proiraníes hacia su territorio y no descartó responder de “forma apropiada”.
En un comunicado publicado este lunes, Arabia Saudí acusó a Irán de brindar un apoyo militar directo a los rebeldes chiitas hutíes de Yemen, que conquistaron amplias zonas del oeste y el norte del país, incluida la capital Saná, en su lucha contra las tropas del gobierno de Abd Rabo Mansur Hadi.
Los hutíes lanzaron el sábado por la noche un misil hacia el aeropuerto internacional de Riad. El proyectil, interceptado por Arabia Saudí, constituye una “ agresión militar flagrante por el régimen iraní que podría asimilarse a un acto de guerra ” , afirmó la coalición dirigida por Riad, aliada de las fuerzas gubernamentales de Hadi.
Dicha alianza se reservó el derecho a responder de “forma apropiada” y decidió, entretanto, reforzar el bloqueo de Yemen, lo cual equivale a cerrar de “forma provisional” todas las fronteras aérea, marítima y terrestre de Yemen y autorizar solamente los cargamentos humanitarios.
La coalición ya impone un embargo aéreo al aeropuerto de la capital Saná y verifica los cargamentos que transitan por el puerto de Hodeida (oeste) , en el mar Rojo, utilizado por los rebeldes para las importaciones de distintos productos.
Para la monarquía saudí, no hay duda de que los rebeldes hutíes reciben armas de Irán, así como la asistencia de expertos iraníes en balística, que les permiten ampliar el alcance de sus misiles y llegar a zonas claves de Arabia Saudí.
Los hutíes no dejan de celebrar los logros de su “industria militar” , y aseguran haber fabricado misiles capaces de alcanzar los Emiratos Árabes Unidos que, junto con Arabia Saudí, conforma el grueso de la coalición de países de mayoría sunita que los combate en Yemen.
Irán niega por su parte la entrega de armas a los hutíes, aunque no oculta su simpatía por ellos.
Un conflico estancado
El domingo, Arabia Saudí le puso precio a la cabeza de 40 dirigentes rebeldes con recompensas totales de USD 440 millones.
El régimen saudí prometió USD 30 millones para cualquier persona que dé informaciones que permitan la captura del líder de los rebeldes yemenitas, Abdel Malek al Huti, y 20 millones por cada uno de los 10 principales responsables de la rebelión.
El conflicto en Yemen parece estancarse mientras Arabia Saudí debe atender otros frentes: uno externo, con la crisis abierta con Catar, y otro interno, con una campaña lanzada contra quienes sean capaces de oponerse al amplio programa de reformas del joven príncipe heredero, Mohamed bin Salmán.
Tras la ofensiva de los rebeldes chiitas hutíes en 2014, el gobierno de Hadi recibió en marzo de 2015 la ayuda de la coalición liderada por Riad. A pesar de ello, las fuerzas gubernamentales, instaladas en el sur, no consiguen victorias decisivas.
Según la Organización Mundial de la Salud, la guerra en Yemen causó más de 8 650 muertos y unos 58 600 heridos, incluidos numerosos civiles.
Los hutíes y sus aliados, unidades militares leales al expresidente Ali Abdalá Saleh, lanzaron en repetidas ocasiones misiles desde Yemen hacia Arabia Saudí, que casi siempre logró interceptarlos en vuelo.