Cada dispositivo colocado en los barrios permite que los vecinos puedan activar la alarma, a través de un código que se ingresa en el teléfono celular. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
En el barrio Patrimonio Familiar etapa 4, en el suroriente de Quito, se instalaron tres alarmas comunitarias desde hace seis meses, luego de que la ciudadanía demostrara estar organizada para las tareas de prevención en seguridad.
En el barrio hay 72 líderes que tienen activado un código en sus celulares, ellos son los encargados de activar la alarma en caso de robos, maltrato intrafamiliar y otras situaciones de riesgo.
Cuando se escucha el sonido, los moradores se aprovisionan de palos y otros objetos contundentes y salen a la calle en defensa de sus vecinos. En menos de 3 minutos la Policía llega al sitio y realiza su trabajo. “Hemos logrado organizarnos adecuadamente, pues nuestro barrio se volvió muy peligroso. En una semana se registraban hasta cuatro robos a domicilios o locales comerciales”, comentó Tania Catota, dirigente del barrio.
Estos dispositivos disuasivos solo funcionan si la comunidad está organizada, explica el coronel Max Campos, director Metropolitano de Gestión de la Seguridad Ciudadana. “Las alarmas nacieron orientadas a la prevención del delito, pero hoy también se las puede usar para prevenir riesgos, por ejemplo inundaciones, incendios, derrumbes. Para que funcionen adecuadamente los barrios necesitan armar protocolos, para que la comunidad sepa cómo actuar en cada caso”.
Esta semana se realizarán recorridos técnicos a lo largo y ancho de los lugares donde se construyen las 15 estaciones del Metro de Quito, para identificar los sitios idóneos donde se colocarán alarmas comunitarias con el fin de evitar el cometimiento de delitos.
Funcionarios de la Secretaría de Seguridad del Municipio de Quito, de la Empresa Pública Metropolitana de Logística para la Seguridad (EM Seguridad) y técnicos del Metro de Quito se encuentran evaluando los puntos conflictivos en donde se deberán instalar estos dispositivos de seguridad.
Cristina Mecías, coordinadora de Prevención Situacional de la Dirección de Gestión de la Seguridad Ciudadana, indicó que durante los trabajos de construcción de las 15 estaciones del Metro, se ha identificado un incremento de situaciones riesgosas para quienes transitan o viven cerca de los lugares de trabajo. “Para las obras se colocaron una mallas y eso crea un espacio entre las infraestructuras, que se vuelve peligroso”, explicó.
EM Seguridad adquirirá alarmas con tecnología 4G, que permitirán que unos 200 moradores, por cada dispositivo, puedan activarlas cuando sean testigos o víctimas de algún delito. Ahora, Quito cuenta con 1 201 alarmas comunitarias.
Cada dispositivo colocado en los barrios permite que 24 vecinos puedan activar la alarma, a través de un código que se ingresa en el teléfono celular. “Hace 3 años las alarmas eran análogas, en esta administración municipal hicimos un largo trabajo para convertirlas en digitales, con el fin de mejorar los procesos. Cuando eran análogas necesitaban un pulsador y una línea de vista hacia el dispositivo de por lo menos 100 metros, si no se contaba con ello era imposible activar la alerta”, explicó Mecías.
Ahora los beneficiarios de las alarmas solo deben contar con al menos USD 0,01 de saldo en su celular para activar la sirena, que está directamente conectada con la Unidad de Policía Comunitaria (UPC).
La Secretaría de Seguridad periódicamente acude a los barrios que piden capacitación para el buen uso de las alarmas y allí se establecen los protocolos de acción y reacción.
Carlos Abad, subteniente de Policía, que se encuentra a cargo de la UPC del barrio Patrimonio Familiar, indica que existe un triángulo que se debe formar para prevenir los riesgos para la comunidad. “Vecinos organizados, policía comunitaria que conozca el barrio que tiene a su cargo y autoridades que brinden capacitación y asistencia”, comentó.
En cambio, en otros barrios como La Inmaculada, localizado en el centro – sur de Quito, los moradores desconocen si poseen alarmas comunitarias, y si las hay aseguran que no se las utiliza. “Tengo entendido que aquí se colocó una vez una alarma, pero no supe más. Si la hay, está inutilizada”, dijo Rosa Jácome, presidenta del barrio.