En el Parque Nacional Llanganates se observan cascadas y lagunas donde se desarrolla la pesca deportiva. Foto: Fabián Maisanche / EL COMERCIO
El Parque Nacional Cotopaxi era considerado el principal atractivo turístico de la provincia que lleva el nombre del área protegida y del volcán.
Pero la reactivación del coloso obligó a las operadoras turísticas y guías a encontrar alternativas para suplir el cierre del área protegida dispuesto el martes 16 de julio. El Ministerio de Turismo promociona los sitios existentes y nuevas rutas.
Según datos del Ministerio del Ambiente, alrededor de
1 500 personas visitaban semanalmente el Parque Nacional. La cifra se duplicaba los fines de semana y feriados. Esto lo convertía en uno de los destinos privilegiados para los turistas nacionales y extranjeros.
Su fácil acceso por la vía asfaltada de dos carriles y su cercanía a Quito les permitían trasladar a los visitantes a la laguna de Limpiopungo, el cerro Rumiñahui, el refugio José Rivas y a observar la flora y fauna.
El cierre provocó una crisis en el sector turístico de la provincia, sobre todo la cercana al volcán. Las hosterías, hoteles, restaurantes y otros disminuyeron sus ingresos por la ausencia de visitantes. Andrea Espinoza, jefa de operaciones de Palmar Voyages Tour Operador de Quito, indicó que el área protegida fue reemplazada por la Reserva Ecológica Antisana y la Cotacachi-Cayapas. En estos espacios también se hacen cabalgatas, caminatas y se puede acampar.
“El fácil acceso, la excelente infraestructura turística, restaurantes y seguridad que se ofrecía a los clientes en Cotopaxi se encuentra en estos espacios. Pero el Cotopaxi nos resultaba ventajoso porque los turistas podían continuar con su viaje a Baños de Agua Santa, en Tungurahua, y al Oriente”, aseguró Espinoza.
La agencia Palmar Voyages y otras también fortalecieron los ascensos a los Illinizas y las visitas a la laguna de Quilotoa, en Pujilí. Allí los indígenas de la comunidad Ponce- Quilotoa ofrecen artesanías, gastronomía, caminatas alrededor del cráter del volcán, la práctica de kayak en la laguna, el mirador Shálala y cabalgata. Además, de pasar la noche en una de las 18 hostales y en carpas.
Raúl Pastuña, integrante de la Organización Comunitaria de Desarrollo Turístico Lago Verde Quilotoa, indicó que pasar la noche en una hostería varía entre USD 12 y 25. Incluye el desayuno y la cena. “Ofrecemos recorridos en bicicletas donde se pueden observar los sembríos de quinua, maíz, papas y otros. Hay una pequeña hondonada y una pared de piedra que puede ser escalada”.
La vía Panamericana está habilitada para viajar a la provincia; solo hay que tomar precauciones si cayera ceniza. Al recorrer los caminos de Sigchos, Pujilí, Latacunga y Salcedo se observa una parte de la Avenida de los Volcanes, como se llama la ruta turística. Desde los miradores se toman fotografías de la salida de gas, ceniza y vapor del Cotopaxi.
Otra de las alternativas para hospedarse y realizar actividades de ordeño, cabalgata y caminata son las hosterías. Las haciendas patrimoniales fueron readecuadas para recibir a los visitantes. Las planchas, calefones, muebles, piletas y otros objetos antiguos fueron utilizados como adornos.
Luis Grandes, propietario de la hostería San José de Sigchos, mencionó que eso les permite explicar la historia de las casonas antiguas. Las actividades se complementan con el esparcimiento en las piscinas o zonas húmedas. “También les explicamos que los productos son producidos sin químicos y se les indica dónde están las chacras. Es un turismo vivencial”.
También se visitan las lagunas del Parque Nacional Llanganates en el cantón Salcedo. En el sitio, considerado como humedales de importancia, se pesca, acampa, camina por senderos y se observan las diversas lagunas.
Según Tamara Armas, director regional del Ministerio de Turismo, Cotopaxi tiene muchos espacios para desarrollar esta actividad. Según la funcionaria, hay hosterías en zonas consideradas seguras.
Los empleados y trabajadores están capacitados para una evacuación ante una eventual erupción del coloso. “La convivencia con el volcán Cotopaxi debe ser como la que hay en Baños con el Tungurahua”.