Si no tienes tiempo, te lo resumimos en estas líneas:
- La variabilidad del clima y el Fenómeno de El Niño causan estragos en el sur de Quito.
- Impactos en la agricultura y el turismo por deslizamientos, colapsos de infraestructura y vías de acceso intransitables evidencian la vulnerabilidad de estas zonas.
- Especialistas enfatizan en la importancia de la preparación y la planificación para mejorar la resiliencia frente al cambio climático.
Los inviernos en Quito sorprenden con su variabilidad: lluvias más intensas y sequías prolongadas. En este escenario, la incidencia del Fenómeno de El Niño pone a prueba la resiliencia de comunidades como Lloa.
En la zona alta de esta parroquia rural, el río Guagua Shua, que nace del Ruco Pichincha y se alimenta de las vertientes del Guagua Pichincha, se desbordó dejando al sector El Arrayán sin una vía de acceso o salida a Quito.
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Norma Yugcha clama por ayuda para 150 familias afectadas, de las cuales el 75% se dedica a la agricultura y ganadería. Debido al mal estado de las vías no pueden sacar sus productos a la venta. El cierre del Centro Turístico, por el desplome de una montaña, ahonda sus problemas. Los fines de semana dejaron de recibir, entre 400 y 1000 visitantes.
Lluvias superaron el promedio normal en el sur de Quito
Para entender qué ocurre con el clima de un mes a otro se toman como referencia los patrones normales de precipitación y temperatura de 30 años. Por ejemplo, al final de este abril 2024, las precipitaciones estuvieron dentro del promedio normal, pero su llegada tardía afectó los sistemas hidroeléctricos, provocando los cortes de energía eléctrica.
Específicamente en el sur de Quito, que se caracteriza por ser el más frío y lluvioso, las precipitaciones superaron el promedio normal.
Este comportamiento se puede atribuir, en parte, al cambio climático, debido a que han coincidido mayores temperaturas con más déficit de precipitaciones, explica Cristina Argotti, analista de pronóstico meteorológico del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi).
No hay que olvidar que la atmósfera es dinámica y en Quito hay varios microclimas como en Lloa, que tiene distintas altitudes, geografía y topografía.
El recinto Chiriboga perdió su unidad educativa
A diferencia de El Arrayán, el recinto Chiriboga que está en la parte baja de Lloa y colinda con Santo Domingo, también está impactado por deslizamientos de tierra, deslaves de dos quebradas, alcantarillado colapsado, pérdida de una unidad educativa y el deterioro de la vía de acceso.
Hace 10 años Miriam Collahuazo, dirigente de esta comunidad de 400 personas, perdió su vivienda en un deslave. Este abril, en cambio, ha sido testigo de la pérdida de la Unidad Educativa Padre Menten, el parque de recreación, un orquideario, las canchas y las viviendas de sus vecinos.
En Chiriboga todos están conscientes de que el centro poblado es zona de riesgo y deberían evacuar, pero no tienen a dónde ir y todas sus pertenencias así como su actividad económica se concentra en esta zona de clima subtropical, en donde siembran plátano, caña, producen panela y tienen vacas lecheras.
Karina Barrera, especialista en cambio climático, enfatiza en que el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) estima que las variabilidades de clima van a ser mucho más frecuentes y más intensas. El Fenómeno de El Niño hace que tengamos mayores lluvias con más intensidad o sequías más prolongadas, por lo que las comunidades deben estar cada vez más preparadas frente a los riesgos.
Impacto en la actividad económica y turística de Lloa
Otra actividad económica que se ha afectado en Lloa es el turismo. Paul Viracucha, coordinador del refugio del Guagua Pichincha, vio caer el número de turistas de 150 a 60, debido al daño en la vía de ascenso. Hasta las mingas que hacían para empedrar los sitios más afectados resultaban inútiles. Los autos no lograban subir la montaña.
El Centro Turístico de Urauco, en el que se ofrece un recorrido por siete cascadas, piscinas con aguas termales verde y amarilla, que nacen del volcán también decayó.
Similar situación se vive en el Rancho Piedras Grandes, en el sector Palmira. Ahí los turistas pescan truchas en seis piscinas, que reciben el agua del río Cinto, que se desbordó en enero del 2024.
María Escola y su esposo Segundo González trabajan en la Hacienda Las Palmas, casi no salen a Quito, la vía está en mal estado y un flete bordea los 15 dólares.
Karina Barrera cree que hay que reforzar los niveles de planificación como individuos y como ciudad y para esto se requiere de datos. Una mejor adaptación a los cambios del clima demanda más conocimiento sobre qué se está enfrentando y cómo estar preparados.
¿Qué estás haciendo para ser más resiliente frente al clima?