Atrio de la iglesia de San Juan, que está en el monasterio de las madres agustinas. Foto: Archivo / EL COMERCIO
El monasterio de las agustinas en Quito, encierra un tesoro de más de 150 años de historia, cuando la congregación religiosa llegó a Quito, tras haber sido expulsadas de Popayán, en Colombia, por el gobierno del general Tomás Cipriano Mosquera.
Esta edificación se encuentra en la esquina de las calles Benalcázar y Galápagos, en el céntrico barrio de San Juan, y es uno de los lugares más antiguos pero poco visitados. Allí habitan siete monjitas, aunque el lugar puede albergar hasta 20 religiosas. Ellas escogieron un claustro para demostrar su amor a Dios.
El monasterio de las madres agustinas ubicado en el céntrico barrio de San Juan, guarda tesoros patrimoniales. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO
Uno de los lugares de reunión de las madres agustinas es el Coro Alto, el cual está en la parte superior del espacio destinado a los feligreses que asisten a misa. La silla central tiene una cruz de madera, para distinguirse del resto, ese lugar lo ocupará la ‘Priora’ o Madre Superiora, quien presidirá las reuniones. Junto a ella se sentarán las religiosas por orden de ingreso al monasterio, no por edad.
La vida monacal de estas mujeres exige silencio e implica hasta siete horas diarias en oración y de estudio de la religión. El monasterio tiene una regla de oro que todas deben cumplir: no ser vistas. Para que esto se cumpla, hay un sistema de rejas que separa al púlpito de los corredores utilizados por las religiosas. Este sistema permite atesorar su valor espiritual.
El monasterio posee un balcón con una vista privilegiada de todas las iglesias del Casco Colonial quiteño, además se puede apreciar al norte y sur de la ciudad, y las montañas que cobijan a la ciudad. Al lugar se accede por un estrecho camino de madera, que está abierto al público, a través de una visita guiada.
Al recorrer los pasillos del monasterio, encontrará a la Virgen del Consuelo, la Virgen de la Encarnación, Santa Mónica, Santa Rita, las imágenes de San Gregorio Magno, San Ambrosio y San Agustín, este último porta su corazón en la mano. Según la leyenda, su corazón está ardiente de pasión hacia Dios. Las religiosas conservan también un antiguo melodio de madera y a pedales, que aún funciona.
Imágenes religiosas que están dentro del monasterio de las agustinas, en el barrio de San Juan. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO
Ya al final del recorrido que las agustinas prepararon para los turistas y así financiar unas obras de refacción en su monasterio, se puede apreciar las máquinas con las cuales las religiosas realizaban las hostias para las misas, la confección de sus tejidos, y los productos que todavía realizan, como el licor de canario, vino de consagrar, cremas naturales para la piel, bocaditos, miel de abeja, rosarios, velas, pinturas, entre otros, los cuales comercializan a precios muy cómodos.
Si usted desea realizar este recorrido, existen tres horarios: de 09:30 a 11:00, de 16:00 a 17:30 y de 18:30 a 20:00.
Para mayor información sobre esta opción turística, puede contactarse con Silvana Tamayo, de la Corporación de Guías de Turismo, al número de teléfono 099 582 8065.