El kiteboarding se realiza en la playa Santa Marianita, al suroeste de Manta. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
Saltar y volar sobre las olas es posible en Santa Marianita, una playa al suroeste de Manta. Solo basta una cometa sujetada a la cintura, a través de un arnés, y de finos y resistentes hilos de nailon. Luego, es cuestión de sostenerse de pie sobre una tabla similar a la del surf.
Este deporte náutico es conocido como kiteboarding, una combinación de surf y parapente. Para acceder a Santa Marianita, hogar de pescadores artesanales, se recorren 13 kilómetros desde Manta. La vía atraviesa por zonas de mediana y baja pendientes. La vegetación del bosque seco tropical marca el entorno. Aquí también pequeñas familias de halcones.
Después de 15 minutos de recorrido, desde lo alto de los acantilados frente a la aldea La Travesía, se tiene una amplia vista panorámica de Santa Marianita. Los amantes del kiteboarding suelen volar sobre las olas. Las sombras de las cometas se pintan en el océano.
Los deportistas se preparan para ingresar al mar junto a su cometa. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
En el norte de Santa Marianita está una de las tres escuelas de kite del lugar. Esta es la Ocean Freaks Kiteboarding School, propiedad del manabita David Hidalgo.
‘Davo’, como lo llaman sus amigos y compañeros de aventura, es instructor de este deporte de lunes a domingo, entre mayo y diciembre. En esa temporada, el viento es constante en la zona y permite a los deportistas principiantes y con experiencias surcar las olas a diario.
El kiteboarding no es un deporte de fuerza, todos pueden practicarlo. El requisito básico es nadar. Luego hace falta destreza y técnica, pues el 80% del éxito está en dominar la cometa que impulsa al deportista sobre las olas.
Cuatro días de clases, el 50% en la playa, engancharon al manabita César Robalino al kite.‘Davo’ ayudó a César a colocarse el arnés. Entre su cintura y la cometa había 27 metros. Antes se infla con aire comprimido un espacio en el filo de la cometa, para darle una curvatura de media luna.
Los deportistas mientras rompen las olas. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
Después, ‘Davo’ extendió la cometa en la playa y el viento lo alzó poco a poco. Así empiezan las clases. Los noveles deportistas suelen tambalearse a ratos.
Tras 15 horas de clases quedan listos para ir al mar. El primer contacto con el agua los asusta. Cuando el viento origina el impulso de la cometa, el dominio queda en los brazos. Esto lo hace más emocionante.
En esta playa, 400 deportistas pueden desplazarse sobre las olas al mismo tiempo. Carlos González-Artigas Loor practica el kite y asiste a Santa Marianita cualquier día de la semana. Este ejecutivo manabita considera que este deporte es un relajante natural.