Vista panorámica de la Catedral de la Inmaculada Concepción, cuya construcción inició en 1885. Foto: Xavier Caivinagua / EL COMERCIO
Las estrechas calles adoquinadas del Centro Histórico de Cuenca y sus leyendas es el destino por excelencia de la capital azuaya. En cada cuadra de este complejo arquitectónico se reseña una historia de los porqués que poetas y artistas encontraron un revulsivo en cada rincón.
Situado en la parte meridional de la cordillera andina del Ecuador, el Centro Histórico cuencano -de 224 hectáreas de extensión- fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999 por ser uno de los más grandes y mejores conservados del país.
Cuenca fue fundada en 1557 por orden del virrey Andrés Hurtado de Mendoza, sobre la aldea nativa cañari de Guapondeleg, que tras la conquista de los incas fue llamada como Tomebamba. Lo más llamativo de este lugar son las casas rústicas e iglesias construidas en la época colonial. El modelo arquitectónico utilizado posee una influencia española y francesa que se refleja en plazas, parques, museos y galerías de arte.
Vista del Centro Histórico de Cuenca desde la Catedral de la Inmaculada Concepción. Foto: Xavier Caivinagua / EL COMERCIO
La ferviente fe hacia el catolicismo llevó a esta ciudad a tener una gran cantidad de iglesias y templos religiosos en el sector, cuyas construcciones resaltan detalles neoclásicos y barrocos en sus fachadas. Materiales como el ladrillo y el mármol se aprecian en algunas iglesias, además de obras de estilo gótico con torres altas y detalles puntiagudos.
La mayoría de construcciones proceden del siglo XIX, aunque también existen edificaciones del siglo XVIII. El complejo arquitectónico está constituido por 26 edificios de valor monumental, 602 de valor arquitectónico y 830 de valor ambiental.
Una de las edificaciones que más llama la atención es la Catedral de la Inmaculada Concepción, cuya construcción inició en 1885 y culminó 90 años después. Es de estilo gótico renacentista, guarda cierto aire de semejanza a la Catedral de Notre Dame en París, y posee tres cúpulas que sobresalen del tejado y que fueron inspiradas en la Basílica de San Pedro en Roma.
Las cúpulas de la Catedral de la Inmaculada Concepción dan un entorno especial al cielo de Cuenca. Foto: Xavier Caivinagua / EL COMERCIO
Los planos de la Catedral fueron diseñados por el alemán Juan Bautista Stiehle, quien desde temprana edad se dedicó a la religión. A su arribo al Ecuador, en 1873, lideró varias obras arquitectónicas, como la iglesia del Santo Cenáculo, convento del Buen Pastor, Santuario de Nuestra Señora del Rocío, iglesia gótica del colegio de los Sagrados Corazones (hoy desaparecida), Casa de los Canónigos, cercana a la Catedral Vieja, Escuela Central o de la Inmaculada, Escuela de San José, Seminario Mayor, hospital de Gualaceo. Además, estuvo al frente de algunos puentes como el de Rumiurcu, sobre el río Machángara, y el puente colgante sobre el río Paute, que desapareció en el desastre de La Josefina de 1993.
Para los cuencanos su ciudad es única por un simple detalle. Es la única que tiene a dos iglesias en la misma plaza. Frente a la Catedral de la Inmaculada está la Iglesia del Sagrario, o comúnmente conocida como la Catedral Vieja de Cuenca, un lugar que detalla en cada rincón la colonización española.
La iglesia -que inició su construcción en 1567 usando las piedras de los palacios de la antigua Tomebamba en cimientos y paredes- ha soportado varios sismos y terremotos.
La nueva torre, erigida en 1868, lleva una placa conmemorativa que dice: “Torre más célebre que las pirámides de Egipto”, en referencia a la utilización de la antigua torre como punto de referencia clave para la Misión Geodésica Francesa de 1736, cuando se determinó el arco de meridiano de la Tierra.
La iglesia del Sagrario o más popularmente denominada como Catedral Vieja de Cuenca. Foto: Xavier Caivinagua / EL COMERCIO
Después de una readecuación en 1999, la Catedral Vieja fue transformada en el Museo de Arte Religioso, un lugar para conciertos y eventos culturales.
En Cuenca, además, se pueden apreciar muchos vestigios de su pasado Inca, como el palacio de Pumapungo.
En esta ciudad la oferta gastronómica es variada, va desde el mote pillo, pasando por los cuyes con papas, hasta las cascaritas, fritada y sancocho con morcilla.