El Chocó Andino es un destino multifacético en la latitud 0°

Así es el amanecer en San Miguel de los Bancos. Al fondo, se aprecia el volcán Guagua Pichincha; abajo, el correntoso río Blanco. Fotos: Diego Pallero / VIAJAR

Así es el amanecer en San Miguel de los Bancos. Al fondo, se aprecia el volcán Guagua Pichincha; abajo, el correntoso río Blanco. Fotos: Diego Pallero / VIAJAR

Así es el amanecer en San Miguel de los Bancos. Al fondo, se aprecia el volcán Guagua Pichincha; abajo, el correntoso río Blanco. Fotos: Diego Pallero / VIAJAR

Un mundo por descubrir. Esta es la mejor definición para referirse al Chocó Andino en latitud 0°, una zona ubicada a 45 minutos de Quito que es fuente de agua potable, producción agroecológica. Además, entre sus potencialidades está la generación eléctrica limpia.

Aunque apenas tiene el 1,5% de territorio del Chocó continental -que se inicia en la región del Darién, al este de Panamá, pasando por la costa del Pacífico de Colombia y el litoral de Ecuador, para culminar en la esquina noroccidental de Perú-, este lugar posee una alta biodiversidad entre páramos a 4 000 metros sobre el nivel del mar (msnm), atravesando una serie de microclimas, hasta descender a Puerto Quito, ubicado a 135 msnm.

El Chocó Andino fue reconocido a escala mundial entre los 25 mejores ‘hotspot’ -anglicismo usado para denominar a los puntos calientes de biodiversidad-. En las
287 000 hectáreas que comprenden esta zona existen diferentes tipos de bosques, un corredor del oso andino, 227 orquídeas registradas y más de 600 especies de aves, 80 de las cuales son endémicas.

En Ecuador se ha registrado a 1 646 especies de aves, es decir, más de lo que tiene toda Europa, y el Chocó Andino tiene el 36% del total nacional. “Estas son las características por las cuales decimos que el oro no está bajo la tierra, sino encima y es verde”, detalló Rebeca Justicia, representante de la Reserva Maquipucuna, que se ubica en la parroquia noroccidental de Nanegal.

Lo más común en estos bosques es que son llenos de orquídeas, bromelias, heliconias y huicundos debido a la naturaleza epífita que existe allí. Hay árboles que superan los 100 años de edad. Se calcula que cada hectárea de este bosque absorbe 250 toneladas de carbono, por lo que su conservación es de vital importancia para los lugareños.

El Chocó atesora, además, vestigios de la cultura Yumbo. Se han identificado 320 sitios arqueológicos. El principal es Tulipe, donde se presume que sus piscinas fueron de uso ceremonial y astronómico hace más de 1 600 años.

Esta es la región de ríos cristalinos, unos más caudalosos que otros, los cuales originan varias cascadas como el Pahuma en Nanegalito, Del Amor en Los Bancos, El Salto del Tigre en Pedro Vicente Maldonado. Esta agua también ayuda en la generación eléctrica, por eso allí se construyó el proyecto hidroeléctrico Manduriacu.

La región noroccidental de Pichincha.

El Chocó es fuente de vida nueva. Entre los últimos descubrimientos está el hallazgo de la rana Epipedobates anthony, de la extrajeron compuestos químicos para elaborar la epibatidina, un fármaco 200 veces más poderoso que la morfina y que no crea adicciones. También es el hogar del olinguito, gallo de la peña, el zamarrito pechinegro, ocelotes, del oso andino  y de una infinidad de colibríes e insectos. En octubre del 2017, el Chocó Andino fue propuesto como Reserva de la Biósfera ante la Unesco. Se espera que en junio de este año se logre tal distinción.

En los últimos años se han especializado por la producción de cacao y café de alta calidad, que se está exportando a Estados Unidos y Europa, gracias a las propiedades organolépticas que adquieren en esta zona como intensidad en el sabor, acidez, astringencia, aroma, viscosidad, etc.

En toda la zona existen 124 hoteles, y cerca de 1 300 habitaciones disponibles. Los precios para hospedarse van desde los USD 15.

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