Pocas novelas han dejado tanto poso en la cultura contemporánea como ‘The Underground Railroad’ (‘El ferrocarril subterráneo), ganadora del Pulitzer y el National Book Award en 2017, traducida a una treintena de idiomas en el momento de su publicación y, ahora, objeto de una ambiciosa adaptación televisiva.
Barry Jenkins, el director de la oscarizada ‘Moonlight’ (2016), ha sido el responsable de poner imagen y sonido a esta ficción que, entre la historia y la épica, se sumerge en la red clandestina que en el siglo XIX ayudó a escapar a los esclavos afroamericanos de las plantaciones del sur hacia los territorios del norte.
La serie, que se estrena este viernes 14 de mayo en Amazon Prime Video, llega después de un año de protestas raciales que han recordado un capítulo dramático de la corta historia de Estados Unidos. Pero además lo hace con la firma de dos de las voces más prominentes de la cultura afroamericana: su autor, Colson Whitehead, que acaba de convertirse en el cuarto escritor con dos premios Pulitzer gracias a ‘The Nickel Boys’; y Jenkins, quien acercó al gran público la experiencia de crecer como adolescente gay y negro en un ambiente homófobo y racista con la aclamada ‘Moonlight’.
Whitehead y Jenkins, que se profesan admiración mutua, comenzaron a trabajar en la serie antes de que llegaran los Pulitzer y los Oscar. “Me enorgullece que empezáramos en ello antes de ganar cualquier premio, es una prueba de que trabajamos por las razones correctas“, explicó Jenkins.
“En los últimos cuatro años el eslogan ‘Make America Great Again’ (lema del expresidente Donald Trump) ha sido muy importante y eso me demuestra que hay un espacio vacío que necesita llenarse para dar a conocer la verdadera historia de este país. Siempre es el momento adecuado para contarlo y evitar que se repita ese círculo vicioso”, argumentó Jenkins.
Lejos de aleccionar al espectador, el cineasta hace que la trama se convierta en un homenaje a sus ancestros. Lo consigue a través de su protagonista, Cora Randall, encarnada por Thuso Mbedu en el papel de una esclava que huye hacia una libertad que apenas puede imaginar, tras pasar años sometida al abuso físico y verbal en las plantaciones de algodón de Georgia.
La actriz aseguró que encontró paralelismos entre su experiencia y la de la protagonista, aunque desde un punto de empatía. “En estos dos años hemos escuchado cosas que vamos a ver en la serie, son problemas que han ocurrido desde los tiempos en los que está ambientada la historia y de los que estamos hablando ahora”, narró Mbedu.
La brutalidad de algunas escenas, que trasladan la violencia contenida en la novela, contrasta con los escenarios pintorescos y bucólicos de una propuesta visual impecable. Jenkins, que ha dirigido los 10 episodios, aporta su marca personal con una poética de luz y color: las habitaciones lúgubres dan paso a la belleza de los estados sureños, donde los seres humanos son capaces de cometer las mayores atrocidades.
“Colson me dio mucha libertad, me dijo que me fijara en la verdad del libro, que estuviera presente en la serie. Y eso me permitió escuchar a los actores, al equipo y que el rodaje tomara su propia dirección”.
A través del realismo mágico de un ferrocarril subterráneo que nunca llegó a ser, ya que los miembros de la red clandestina de casas de acogida se referían a sus actividades con términos ferroviarios, la serie emprende el camino hacia su objetivo final, el de homenajear a los antepasados que nunca conocieron la libertad.