Los fines de semana llegan decenas de turistas. La mayoría arriba atraída por los paisajes, las artesanías y gastronomía. Foto: Francisco Espinoza/PARA EL COMERCIO
Zuleta nunca termina de sorprender. Esta localidad andina de la provincia de Imbabura vende sus potencialidades, como rutas para caminatas hacia los páramos, hospedaje con familias indígenas y comidas de receta kichwas.
La iniciativa, que busca reactivar la economía del suroriente de Ibarra, reunió a emprendedores como María del Carmen Colimba. Esta ama de casa transformó la vivienda familiar en el acogedor Centro de Hospedaje Carmita.
La mujer, de 43 años, recuerda que el inmueble se construyó con cuatro habitaciones, para cada uno de los miembros de su familia. Sin embargo, sus hijos nunca se acostumbraron a dormir solos. Las habitaciones estaban siempre vacías, hasta que un buen día con su esposo José María Pumisacho decidieron abrir las puertas a los turistas que visitaban esta parroquial rural.
Los primeros huéspedes fueron voluntarios extranjeros. El centro puede acoger entre seis y ocho personas. “La mayoría de visitantes que arriban son alemanes, suizos, franceses,… que no llegaron por casualidad”.
Lo hicieron acogiendo una recomendación que había aparecido en una guía de turismo europea, escrita por algún excursionista teutón que quedó muy complacido con la acogida de la familia Pumisacho-Colimba.
Es una historia parecida a la de Marcelo Delgado, quien instaló hace tres meses el restaurante Casa Bella Zuleta.
Los caminantes pueden disfrutar de un variado menú andino. Se resalta el caldo de gallina criolla, la trucha a la plancha, la fritada de cerdo y la carne de borrego asado.
Al igual que los otros emprendedores, Delgado junto con su esposa Marcela Alvear rediseñaron su casa de descanso. Dividió la estructura para el local de comida y para hospedar a ocho personas.
Quizá lo que más atrae de esta zona, de clima frío, son sus paisajes. Las montañas parecen un manto de retazos verdes, dorados, cafés, matizados por los cultivos.
En lo alto se divisa el volcán Imbabura y el cielo que se torna celeste la mayor parte de los días del año. El sol acompaña prácticamente todos los días.
Esos encantos naturales, precisamente, son promocionados por la operadora Pacha Quilla (Madre Tierra, en español), que opera en Quito.
Al frente de esta agencia está Felipe Escola, de 50 años, oriundo de Zuleta. Durante dos décadas laboró para diferentes operadoras de turismo.
Pero, ahora su meta es establecer una red para dinamizar a los pequeños emprendimientos turísticos que empiezan a florecer en la zona.
Pacha Quilla ofrece programas de uno o más días. El paquete de uno incluye transporte Quito-Zuleta, y viceversa, desayuno en Cajas o Cayambe.
En Zuleta, el turista puede participar en actividades agrícolas, visitar los locales de bordado a mano, de muebles rústicos, una casa museo.
Además, almorzar en casas de alojamiento y elaborar pan en horno de leña. El costo oscila entre USD 38 y 42, por persona. La oferta se complementa con recorrido a la laguna de Cubilche o a los páramos.
“El escenario es ideal también para cabalgatas, ciclismo de montaña, en otras actividades”, asegura Álex Acosta, responsable de Turismo de la Junta Parroquial de Angochagua.
Acosta cree que en las comunidades como Zuleta, La Magdalena y Angochagua recién se empieza aprovechar el potencial turística. En la primera parcialidad se estima que hay 20 centros de interés turístico.
Los vecinos de estas parcialidades indígenas también están puliendo su oferta. Es por ello, que se abrirán nuevos senderos, como el denominado Mucha Naju Rumi (Las piedras que se besan) para sorprender a los turistas que retornen.