El director William León trabaja actualmente en la producción de dos largometrajes sobre Fernando Daquilema. Foto: Alfredo Lagla /EL COMERCIO
Con el guión escrito, el cineasta ecuatoriano William León se encamina al rodaje de un ambicioso proyecto audiovisual. Se trata de dos largometrajes que giran alrededor de la figura Fernando Daquilema.
El primero de esos proyectos es una precuela que llevará por título ‘Karaju’. En esta cinta, el cineasta puruhá se adentra a explorar los orígenes del líder indígena, enfocándose principalmente en sus padres.
Una historia poco conocida, dice León, cuyo enfoque le permite cierta libertad de acción sobre la trama, que de todos modos no dejará de tener conexión con los hechos reales más relevantes y que además le permitirá generar expectativa entre el público frente a la segunda parte de su proyecto cinematográfico.
León asume la producción de esta obra como un reto que busca construir un fiel retrato del indígena que lideró un levantamiento popular frente a los abusos del poder en la época de García Moreno.
“El examen final”, llama a un proyecto para el que se ha venido preparando desde que tenía unos 12 años, cuando descubrió el mundo de la producción audiovisual entre talleres y cursos.
Aunque tiene formación en Administración de Empresas y Marketing, León empezó a rodar sus primeros cortos desde hace unos 11 años, junto al colectivo de jóvenes indígenas Sinchi Samay.
De ahí surgieron obras como ‘Nostalgia de María’ o ‘La Navidad de Pollito’. Su siguiente paso lo llevó a formar parte del equipo de Inka’s Records, una productora con base en Estados Unidos. Asociación de la cual surgió ‘Pillallaw’ (2014).
Pero la diversidad de clientes y las necesidades profesionales y comerciales le han llevado a formar tres divisiones de trabajo.
Inka’s Records se mantiene como una productora audiovisual especializada en contenido comercial.
Mayar Films para audiovisuales de bajo presupuesto y LeoKlan Entertainment, un estudio para el desarrollo de contenido autoral para cine, televisión y plataformas alternativas, como los proyectos de ‘Karaju’ y ‘Daquilema’.
Para la producción de estos largometrajes está previsto abrir nuevamente la escuela de actuación Sinchi Samay, a partir del 12 de marzo, en Quito, Guayaquil y Riobamba.
Este año, la escuela reabrirá sus puertas como un espacio de formación actoral para indígenas y mestizos con énfasis en cosmovisión indígena, con el objetivo de pulir más y nuevos talentos para la producción audiovisual.
“Muchas veces las producciones nacionales solo emulan al indígena con actores mestizos, lo cual genera estereotipos”, dice León sobre la necesidad de crear un intercambio cultural en el cine.
Para el director, que sostiene que la mejor escuela después de la universidad es la práctica, la historia desarrollada en el guion es tan fundamental como un buen intérprete en la consecución de un solo objetivo: producir un audiovisual entretenido pero que también aporte con un mensaje y un conocimiento.
La experiencia le ha dejado varias enseñanzas como que el cine es un trabajo colectivo y un ejercicio de persistencia. De ahí resalta el trabajo de su equipo que oscila entre los 20 y 30 años, entre los que se encuentran Byron Narváez (dirección de fotografía), Gabriela Dávila, Abigail Gutiérrez y Cristina Carranco (producción) o Sandra Ochoa (dirección de arte).
Aunque asegura que el cine depende más de la voluntad que del financiamiento del proyecto, no le resta importancia a los USD 250 000 en los que está presupuestado la primera parte de la saga, que busca reivindicar los hechos y gestas heroicas del líder indígena con una visión artística y humana, sin caer en el folclorismo.