El coro de la Universidad de Filipinas es una de las visitas más importantes en las últimas dos décadas. Foto: Paúl Rivas/EL COMERCIO y wordpress.com
La necesidad de mantener un espacio que aporte a la difusión de la música coral es una de las razones que impulsa el Festival Voces desde la Mitad del Mundo, que en su tercera edición cuenta con un variado cartel de grupos nacionales e internacionales.
El encuentro, organizado por la Universidad Católica del Ecuador y la Fundación Didecor, con el apoyo del Ministerio de Cultura y Patrimonio, se realiza del 25 al 30 de julio, en el Auditorio Mayor del Centro Cultural de la Universidad Católica del Ecuador, con la presencia de delegaciones de Filipinas, Chile, Argentina, Polonia y Brasil y otros 15 conjuntos vocales del país.
Además de la Universidad Católica en Quito, el festival se extenderá a Latacunga, Ambato, Cayambe, Cotacachi e Ibarra. Los detalles de la programación están disponibles en la ‘fanpage’ de Facebook Voces desde la Mitad del Mundo.
En las últimas dos décadas la música coral ha experimentado un resurgimiento, impulsado por las universidades, coros vocacionales e institucionales, como los de la Casa de la Cultura, Consejo Provincial y Fundación Teatro Nacional Sucre.
Juan Carlos Velasco, director del festival, explica que ese desarrollo ha permitido la profesionalización de esta actividad, con artistas que empiezan a forjar una carrera en el canto y a vivir de ella.
Un momento de esplendor que para Velasco es parte de un histórico proceso, en el que destaca una primera etapa en las décadas del 40 y 50 del siglo pasado, cuando la actividad coral de colegios, universidades y coros vocacionales ocupaba un lugar importante en la agenda cultural de Quito.
Más tarde, entre los años 70 y 80, bajo la influencia del maestro Óscar Vargas Romero y otros maestros, la actividad coral creció cualitativamente, pero tuvo un decrecimiento cuantitativo. Las instituciones dejaron de apoyar la actividad coral para incursionar en la formación de bandas de rock, pop o jazz.
Con el tiempo, dice Velasco, la imagen del coro estático dedicado a la interpretación de himnos en actos solemnes dio paso a una visión más versátil, que empezó a compenetrarse con otras áreas musicales.
Tendencia que en el Ecuador ha cambiado los paradigmas de la música tradicional hacia la creación de nuevos arreglos y formas de interpretación.
En el último censo realizado entre el 2005 y 2006, Quito contaba con 63 grupos corales. Contexto en el que se vuelve indispensable un espacio como el presente festival, para visibilizar el talento y potencial de quienes cultivan este arte.
Una muestra de que el canto coral se ha renovado no solo en la interpretación sino en su puesta en escena, donde interactúan otras disciplinas, como el baile, danza, teatro o el video. “Cantar en coro es una minga colectiva en la música”, dice Velasco, sobre la interacción del canto con otras expresiones artísticas y culturales.
Diversidad que se hará presente con la participación, este año, de dos coros infantiles, uno de Cotacachi y otro de Quito, con un trabajo innovador en la música ecuatoriana.
Con la curaduría de Fernando Gil, director del festival de Guayaquil: El canto coral hermana a los pueblos, este año se destaca la presencia del Coro de la Universidad de Filipinas, como una de las visitas más importante en estas dos últimas dos décadas de actividad coral.